Necrológicas
Participaciones de la edición del 16 de agosto de 2015
MARTIN HUGO SOHOLM LARSEN
El pasado lunes 3 se produjo el deceso de Martín Hugo Soholm Larsen, quien tenía 82 años. Su familia lo recuerda de la siguiente manera:
“Creció en la zona del Dannevirke, lugar al que habían llegado sus padres desde Svenstrup Kommune de Aalborg, Dinamarca.
Recién a los ocho años aprendió el idioma castellano, educándose en su casa, junto con sus hermanos y un grupo de vecinos, para lo cual sus padres habían contratado a un maestro argentino, base fundamental para una educación que cultivó cada uno de sus días.
Fue un año a la Universidad de la Tercera Edad, hablaba varios idiomas, gran conocedor de teología, historia, matemáticas, geometría y geografía, especialmente argentina, como pocos.
En su juventud pasó unos pocos años, en aquel entonces “pueblo” de San Cayetano, donde a los tres meses de haber conocido a Angela se casaron y estuvieron juntos 56 años, pasando sus primeros años de matrimonio -ya nacidos sus hijos Huguito, Rosana y Alejandra- nuevamente en el campo, pero en la Colonia Danesa del cuartel V de ese partido.
Allí fue fundador y donante, entre otros, de la Escuela Primaria 17, ayudando a construirla en el campo familiar. También fue uno de los fundadores del club Recreo Argentino.
Vivían en una zona rural rodeado de lagunas, arroyos, vegetación, donde luego de sus tareas rurales paseaba a sus hijos en sus motos con sidecar, en bicicleta o tan sólo iban caminando a pescar o bañarse en las cascadas del “Pescado Castigado”, enseñándoles a disfrutar y emocionarse por las cosas simples y sencillas, y -por sobre todo- a honrar la vida.
Luego vivieron -por razones de trabajo- cuatro años en Juan N. Fernández, para instalarse definitivamente en su adorado Tandil, hace 35 años.
Fue campesino, enfermero, camionero, realizó tareas de mantenimiento. Amante del deporte y de la vida al aire libre, Martín Hugo Soholm Larsen en su juventud fue deportista, destacándose en salto en largo, salto en alto y garrocha, tiro al blanco, handbol y en los veranos de su juventud cruzaba -casi a diario a nado por mar abierto- desde Quequén hasta Necochea.
Era un gran bailarín de folke dans y de fox trot; en la década del ’70 corrió en Turismo Cafeteras.
Fue -además- un apasionado de la pesca, la caza, del mar, de la vida de campamento, del Turismo de Carretera y del boxeo, al punto que conocía los mínimos detalles que nadie quizás recuerde de todas las peleas y de todos los boxeadores, desde el año 1940 hasta la fecha.
En los últimos años comenzó a interesarse por el polo, siendo su ídolo Adolfito Cambiazo.
Amante de la música, conocía de música clásica lo que se le preguntara, como así también un tango o como también cualquier música contemporánea que uno pueda imaginar. Le gustaba el cine, el teatro y era apasionado de la lectura. Citador recurrente del Martín Fierro, su libro preferido era Abriendo Surcos. Tocaba el acordeón de ocho bajos.
Hasta sus últimos días escribió sus memorias.
Recorrió todo Tandil infinidad de veces, caminando, en bicicleta o en moto, las que manejó hasta hace dos años.
Cultivó su huerta, cuidó sus frutales, plantó álamos en la zona del “molino” de Juan Fugl y durante un año fue a cuidarlos a diario, como así también flores en los canteros que están frente al monumento del mencionado pionero danés, ante la tristeza que le produjo el derrumbe de la construcción que allí había.
Fue, además, un gran cocinero.
No alcanzan las palabras para describir a un ser especial, inquieto, sociable, solidario, divertido, siempre de humor excelente, libre de pensamientos negativos, respetuoso del prójimo, ávido de aprender y de escuchar.
Supo hacer de todo: desde construir su propia casa rodante, sus muebles, juegos de ingenio en hierro y su casa, hasta la simple tarea de hacer sus dulces y conservas.
Fiel a sus principios, a sus costumbres y tradiciones, era un trabajador incansable, hombre de palabra, que dejó en su familia un legado lleno de ejemplos de amor, honestidad, culto al trabajo, a la perseverancia, de ayuda al prójimo, de solidarizarse con quienes tienen una capacidad diferente; como así también les deja un vacío y una profunda tristeza que no tiene consuelo.
Pasará mucho tiempo para recordarlo sin extrañarlo tanto, pero nunca pasará el tiempo para agradecerle cada día todo lo que les dio y todo lo que los amó, enseñó y cuidó. Amó y fue amado. Fue feliz e hizo feliz. ¡Descansa en paz!”.
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MARIA ALCIRA ERREGUERENA DE ROMERO
El deceso de una mujer que trabajó durante toda su vida en la zona rural es lamentado por su familia. Se trata de María Alcira Erreguerena de Romero, quien tenía 63 años.
Nacida en Lobería, residía en la zona rural cercana a Balcarce.
Sus familiares la recuerdan de la siguiente manera:
“Querida Mary:
Cuanto dolor y tristeza nos dejaste con su partida tan rápida. Tenías mucho por vivir todavía. Te extrañamos muchísimo todos. Fuiste una excelente madre, abuela, suegra y esposa. ¡Gracias por todo lo que nos diste a todos!
Siempre estarás en el corazón de tu marido, tus hijos y nietos. Sos el ángel que nos guiará día a día.
Te queremos muchísimo. Que en paz descanses”.
ISABEL ANTONIA TOLOSA Vda. DE GOMEZ
“Hoy se nos hace imposible creer tu partida. Eras esa que nos dabas tus consejos, que nos contaba sus historias y anécdotas, esa que siempre estuvo a nuestro lado.
Esa gran mujer que con los años construyó una gran familia junto a su esposo.
Sin entender tu partida, hoy sólo nos queda tenerte presente con los mejores recuerdos vividos. Hoy sos una estrella más que guiará nuestros caminos.
Te tendremos siempre presentes.
Tu hijo Miguel y tu nuera Angela; tus nietos Belén, Nayla, Iván, Magalí, Yael, Oriana y Jeremías; tus bisnietos Karina, Katia, Shanayha, Sharon y Lucas; y tus nietos políticos Víctor Villán, Tony Caballero, Agustín Rodríguez y Brian Okada”.
EMILIA ERVITI Vda. de MENENDEZ (EMILITA)
El pasado 5 de agosto, a los 92 años, se produjo el deceso de Emilia Erviti viuda de Menéndez.
Su familia la recuerda con sentidas palabras:
“En recuerdo de una hija a su mami, Emilia Erviti (Emilita):
Qué te puedo decir, es tan grande el dolor que me embarga en estos momentos al no tenerle más a mi lado e ir a tu habitación y no verte.
Entiendo que Dios y la Virgen Santa me dieron la gracia de tenerte 13 años más después de tu accidente. También entiendo que no era vida estar en una cuna, el no poder expresar si tenías dolor, el no poder alimentarte por tus propios medios, con el temor de ahogarte y morir. Pero te tenía, eras mi bebé, que con sólo mirarte me daba cuenta de lo que te pasaba
Lo que sí te puedo decir es que amor no te faltó de parte de tu mimado nieto, futura nieta, yerno y yo, tu hija.
Gracias por todo lo que me diste y enseñaste, fuiste un ejemplo de persona, sufriste porque hay personas que se portaron muy mal con vos. Recuerdo lo que me decías al respecto de esto último, que la Justicia Divina, algún día recaerá sobre ellas. Eras tan sabia que no tenías rencor, sólo bondad y corazón para el que te necesitara.
Me reconforta el hecho de que te fuiste en paz y con una leve sonrisa, rodeada de tus seres queridos.
Que descanses en paz y desde donde estés nos protejas y guíes para seguir siendo personas de bien. ¡Mil gracias Mami!”
“Para mi abuela Emilia Erviti:
Con lágrimas en los ojos y mirando al cielo, no puedo decir otra cosa que ¡gracias!
Gracias abuela por darme la oportunidad de compartir cada momento en el cual me enseñaste lo valiosa que es la vida, nos enseñó a sonreír, a mirar los partidos de Boca, a tomar mate y -sobre todo- me malcrió. Te digo adiós sabiendo que en mi corazón queda un espacio vacío que nadie puede llenar, nadie te podrá olvidar, porque es ahí donde vivirás por siempre.
¿Cómo no recordarte cada día, si eras una de las causas de mi sonrisa? Esta vida me regaló la presencia de un ser irrepetible al que muchos tuvimos la suerte de conocer. Una persona que su sola presencia irradiaba tanta paz, que todo aquel que estaba su lado se sentía dichoso. Mientras sigamos viviendo formarás parte de nosotros y mío por siempre.
Cada palabra que pronunciaste quedará grabada en mi mente. Cada gesto que hiciste quedará sellado en mi corazón. Cada abrazo que me diste quedará para siempre en mi cuerpo. Cada mirada amorosa que me brindaste, será como una luz que guiará mis pasos.
Pero -sobre todo- te voy a extrañar muchísimo. Hasta pronto abuela Emilia. Tu nieto”.
MERCEDES ENRIQUETA FERNANDEZ (MECHITA)
“No te vayas de mí porque perezcas, tú te vas de mí cuando yo muera”
El 9 de agosto pasado falleció Mercedes Enriqueta Fernández, nacida en Tandil, el 15 de julio de 1924.
“Querida ‘Mechulis’, la vida no te dio hijos pero supiste ser madre de cada uno de tus sobrinos. Tu espiritualidad y religiosidad única, tus cuidados, amparo, gracia, ocurrencias, despistes tan divertidos y el amor que nos prodigaste engendraron en nosotros una fraternidad a la cual iluminarás por siempre.
Eras la encargada de predecir el género de cada bebé que estaba por llegar y de tejer la mantilla que los envolvería por primera vez; y eso fue justamente lo que hiciste: nos envolviste y protegiste con tu luz. Te amamos, descansa en paz”.
“Cuando alguien muere
Cuando alguien muere, no se va sólo. Se lleva parte de tu alma para confeccionar sus alas, de esta manera logra volar junto a ti.
Cuando alguien muere, no se va solo. Se lleva tu voz y escucha con atención, de esta manera logra guiarse en el camino.
Cuando alguien muere, no se va solo. Se lleva los recuerdos, de esta manera se ríe durante el camino para no aburrirse
Cuando alguien muere, no te deja solo. Te deja parte de su alma, de esta manera sabrás que está bien.
Cuando alguien muere, no te deja solo, te deja su voz, de esta manera será tu conciencia.
Cuando alguien muere, no te deja solo, te deja los recuerdos, de esta manera reirás con él.
Cuando alguien muere, sucede algo mágico, un tanto inexplicable, no se quiere alejar, entonces cambia de cuerpo para estar contigo, busca en los demás, un fragmento de él, busca bien y lo encontrarás; hay mucha gente que falta por conocer, muchos de ellos tendrán parte de él, ábrete a gente nueva, haz más amigos, llénalos de amor, llora y ríe con ellos, que sean dos cuerpos y una sola mente.
Cuando alguien muere, sucede algo mágico, un tanto inexplicable. No se quiere alejar, cuando se te nubla la vista, es él que pasa frente a ti; cuando te dan escalofríos, es él que te abraza; cuando tienes frío por la noche, es él quien toma la cobija; cuando te tropiezas, es él quien te mete el pie para reírse un poco; cuando no te puedes peinar, es él quien se burla de lo mal que te ves; cuando te ríes de la nada, es él quien te cuenta un chiste y ni cuenta te diste.
Cuando alguien muere, no es para que te pongas triste, es difícil de entender pero es verdad: El está mejor allá. Y quién mejor que él para guiarte, mientras llega el momento que te toca partir, pues espera con ansias ver tu cómico rostro y reírse a carcajadas contigo de nuevo”.
OMINGO AGUSTIN GUILLEN (LITO)
“El 8 de agosto será un día para no olvidar… Tengo una nueva estrella para buscar en el cielo. Se llama Domingo Agustín Guillén, quien contaba con 75 años.
‘El Lito’ como lo llamaban sus amigos, era oriundo de nuestra ciudad y sólo contaba con 14 años de edad cuando vistiendo pantalón tres cuarto, tuvo que emprender su propia vida y -de esa forma- ayudar a sus padres.
El campo lo cobijó y a ese niño serio y con voz arrabalera, marcas en su cuerpo le dejó. Buscó -y lo consiguió- ese lugar tan preciado por muchos: en La Tandilera (Magnasco) y a hacer quesos aprendió.
Con 28 años de edad ingresó a la Usina, al trabajo tan deseado. Fueron épocas de sudor, mates con amigos y hasta discusiones con vecinos que no querían cortar sus árboles para colocar líneas de alta tensión.
Ante un juez de paz se comprometió con Electra Elsa Fernández (Kiti), con quien formó su familia. Llegaron luego los hijos Daniel Sergio, Robertito, Lidia y Analía; sus hijos políticos Patricia, Carlos, Alfredo y Mariela; sus nietos Lucía, Enzo, Agustín, Tatiana, Gustavo, María Tatiana, Marco Agustín, Isaías, Jazmín y Cintia.
Papá: fuiste un hombre de trabajo y -como dijimos siempre- un luchador, ¡un gladiador!
Peleaste contra esos males durante más de 18 años y sos un gran ejemplo para nosotros.
Siempre te recordaremos por tus anécdotas, tu pasión por el tango y la política”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Parque Pradera de Paz”.
“¡Papá! Palabra muy tierna
que siempre perdona
que todo lo da.
¡Papá! Que tanto luchaste
por darme un camino
de amor y de verdad.
¡Papá! Serás siempre inolvidable
porque sos, junto a mi madre,
lo que más quiero…¡Papá!”.
JULIAN JOSE ZARRABEITIA
“Difícil tarea plasmar en pocas líneas la semblanza de un hombre que fue mi padre…
Julián era el mayor de cinco hermanos: Carlos, Jorge, Ariel y José María. Siendo un niño aún, quedó huérfano de padre.
A partir de ese momento y para siempre, junto a una madre valerosa y luchadora, hizo de la familia el pilar más importante de su vida.
Se casó muy joven con Nora, su gran amor y su eterna e inseparable compañera.
Amante del deporte y del fútbol en particular, con innegables dotes de conducción y dirigencia, a sus escasos 30 años fue presidente de la Liga Tandilense de Fútbol, poniendo a favor de esa institución su idoneidad, capacidad y entusiasmo.
Fue también presidente de la Asociación de Bochas de Tandil, aportando en ese cargo sus mejores cualidades, cosechando amigos, respeto y consideración.
Fundó la Asociación de Bochas de la provincia de Buenos Aires, siendo su primer presidente.
Muy joven, apenas terminado el colegio secundario con su título de bachiller, había ingresado como empleado al Banco Provincia, lugar en el que permaneció hasta alcanzar su jubilación.
Abrazó desde siempre la causa de la Unión Cívica Radical y compartiendo plena y fervorosamente el pensamiento de Raúl Alfonsín.
Fue delegado municipal de la vecina localidad de Gardey, trasladándose a vivir allí, con su esposa. Sostenía que sólo de esa manera, siendo un vecino más, podía vivenciar las necesidades de aquel pueblo y así lo hizo.
Guardaba de aquellos tiempos entrañables recuerdos y muchos amigos.
Fue luego concejal y ya grande -retirado del quehacer político, lúcido e informado como siempre- siguió interesándose por todo cuanto acontecía en el país.
La ancianidad lo encontró junto a su esposa, sus hijos Adriana y Julián, su hija política cristina; sus nietos que adoraba Juan Cruz, Bernardo y Yanina; y el tesoro más preciado le que dio calidez y ternura a sus últimos años: sus bisnietos Simón y Pedro.
Se fue un hombre íntegro, ético y honesto; gran amigo de sus amigos y excelente dirigente.
A nosotros, su familia, nos deja, el ejemplo de su vida, transparente y sencilla y el sello indeleble de su permanente cariño. ¡Lo vamos a extrañar!”.
JOSE HECTOR OSVALDO CONTE “YIYO”
“’José Héctor Osvaldo Conte Greco Vázquez Aciardo’, respondía cuando le preguntaban su nombre.
‘Yiyo’ para todo el mundo. Padre, marido, hermano, abuelo, bisabuelo, amigo, compañero, capitán, campeón, gloria. Todos esos roles cumpliste a lo largo de tus 85 años y en todos fuiste enorme.
Te fuiste hace unos días, a enseñar cómo se le pega a la pelota, a contar chistes, anécdotas o a recitar algún refrán a otra parte.
Se van a extrañar por acá y en tu querido Rauch, los mates, las infaltables charlas de fútbol, los rezongos viendo al rojo, los almuerzos de los domingos, los partidos de Santa en la tribuna de madera, las medallas, los chistes, los bailes, los partidos de cartas, o el “lindo cochecito ése”.
Nosotros, tus familiares, te recordaremos como un grande, con la satisfacción de saber que tuviste una vida llena de éxitos y pudimos compartirla.
Te deseamos un buen viaje, y mandá saludos por allá. Algún día volveremos a vernos.
¡Abrazo de gol aurinegro!”
TERESITA INES RIVAS Vda. DE ESTRADE
El lunes 10 se produjo el deceso de Teresita Inés Rivas viuda de Estradé, quien tenía 67 años.
Su familia la recuerda de la siguiente manera:
“Pensar que hace casi 32 años conocí tu carita y me enamoré, hoy hace casi una semana que no entiendo cómo te fuiste tan rápido.
El lunes tu cuerpo dijo basta, basta de sufrir esta enfermedad horrible que batallaste durante muchos años. Nunca bajaste los brazos, siempre una sonrisa y mucha fuerza para atravesar los malos momentos.
Una mujer imposible de no querer, una amiga de oro, una madre inigualable, por donde pasaste dejaste amor y sonrisas, siempre de buen humor, con optimismo y buena onda viviste la vida a pesar de los golpes. Nos quedamos sin papá hace más de diez años y tu forma de ser hizo que lo afrontemos alimentándonos de los buenos recuerdos.
Sé que soy egoísta, te lloro porque no entiendo porqué ya no te tengo, quizás sea porque me enseñaste a amarte, pero nunca a vivir sin tu presencia. Sé que jamás quisiste que estemos tristes por vos, por ello te guardaste los dolores escondiéndolos detrás de sonrisas, eso sí que no pude aprenderlo. Aunque esa última imagen de paz que nos dejaste es la que me tranquiliza.
Hoy con nos volvemos a casa esperando encontrarte… algún día entenderemos que sólo tu cuerpo se fue y que tu recuerdo vive dentro nuestro, que sólo es cuestión de pensarte para que vuelvas. Buen viaje viejita, espero estés feliz junto a los que se nos adelantaron. ¡Te amamos!”.
JULIO CESAR CARRICABURU “CHUECO”
El miércoles 5 de agosto se produjo el deceso de un querido vecino, Julio César Carricaburu.
Contaba con 53 años, y había sufrido un accidente cuando circulaba en su camión.
Nacido el 25 de junio de 1961 en General Belgrano, hace unas dos décadas que estaba radicado en Tandil.
Hombre de trabajo, supo desempeñarse algunos años en el campo La Estrella, en la zona de Napaleofú, en tanto que ya en Tandil trabajo como mandadero y en los últimos años era chofer de camión.
Su deceso, tras más de dos meses de internación, ha causado profundo dolor en sus hijos -Néstor, Eliana, Carolina y César- al igual que en el resto de la familia y en quienes lo conocieron.
Es que resultaba difícil no apreciarlo, ya que era una persona solidaria, muy alegre y divertida.
El mundo del fútbol agrario -donde también lo llamaban “Vasco”- conoce de su desempeño en el arco, defendiendo los prestigios de Iraola, El Solcito, Las Toscas o Fulton.
VICTOR ONESTI
El 6 de agosto falleció el vecino Víctor Onesti, a los 87 años.
Había nacido el 5 de febrero de 1928 en Campania, Italia, y era el menor de ocho hermanos.
Llegó a la Argentina a los 27 años.
Contrajo enlace con Clelia E. Vassallo y tuvo dos hijos: Miguel y Víctor.
Durante más de 40 años se desempeñó en su oficio de yesero. También trabajaba la madera y el hierro.
“Pero, sobre todas las cosas, fue una buena persona, el mejor título que puede ostentar un ser humano”, afirmaron sus allegados.
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