Necrológicas
Participaciones de los recientes fallecimientos en la ciudad
JULIAN JOSE ZARRABEITIA
“Difícil tarea plasmar en pocas líneas la semblanza de un hombre que fue mi padre…
Julián era el mayor de cinco hermanos: Carlos, Jorge, Ariel y José María. Siendo un niño aún, quedó huérfano de padre.
A partir de ese momento y para siempre, junto a una madre valerosa y luchadora, hizo de la familia el pilar más importante de su vida.
Se casó muy joven con Nora, su gran amor y su eterna e inseparable compañera.
Amante del deporte y del fútbol en particular, con innegables dotes de conducción y dirigencia, a sus escasos 30 años fue presidente de la Liga Tandilense de Fútbol, poniendo a favor de esa institución su idoneidad, capacidad y entusiasmo.
Fue también presidente de la Asociación de Bochas de Tandil, aportando en ese cargo sus mejores cualidades, cosechando amigos, respeto y consideración.
Fundó la Asociación de Bochas de la provincia de Buenos Aires, siendo su primer presidente.
Muy joven, apenas terminado el colegio secundario con su título de bachiller, había ingresado como empleado al Banco Provincia, lugar en el que permaneció hasta alcanzar su jubilación.
Abrazó desde siempre la causa de la Unión Cívica Radical y compartiendo plena y fervorosamente el pensamiento de Raúl Alfonsín.
Fue delegado municipal de la vecina localidad de Gardey, trasladándose a vivir allí, con su esposa. Sostenía que sólo de esa manera, siendo un vecino más, podía vivenciar las necesidades de aquel pueblo y así lo hizo.
Guardaba de aquellos tiempos entrañables recuerdos y muchos amigos.
Fue luego concejal y ya grande -retirado del quehacer político, lúcido e informado como siempre- siguió interesándose por todo cuanto acontecía en el país.
La ancianidad lo encontró junto a su esposa, sus hijos Adriana y Julián, su hija política Cristina; sus nietos que adoraba Juan Cruz, Bernardo y Yanina; y el tesoro más preciado le que dio calidez y ternura a sus últimos años: sus bisnietos Simón y Pedro.
Se fue un hombre íntegro, ético y honesto; gran amigo de sus amigos y excelente dirigente.
A nosotros, su familia, nos deja, el ejemplo de su vida, transparente y sencilla y el sello indeleble de su permanente cariño. ¡Lo vamos a extrañar!”.
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RICARDO ALBERTO ROS
Con profundo dolor, la comunidad tandilense recibió el pasado 6 de agosto la noticia sobre el fallecimiento de un querido y respetado docente.
El profesor Ricardo Alberto Ros falleció a los 58 años, en la ciudad de La Plata, tras ser sometido a una nueva intervención quirúrgica, en el marco de una enfermedad renal que lo aquejaba hace más de una década.
Sin embargo, su espíritu luchador y optimista hizo que nada hiciera presagiar su deceso. Con gran entereza sobrellevó los diversas tratamientos y quienes lo conocían jamás lo escucharon emitir una queja, sino que su mensaje siempre era de aliento hacia sus seres queridos.
Integrante de una tradicional familia tandilense, Ricardo Alberto Ros era hijo del ya fallecido fotógrafo Alberto Ros y de Hilda Tazza (Chochi), quien hoy guarda el mejor de los recuerdos de su querido hijo, al igual que sus hermanas Graciela y Nora, y demás allegados.
Ricardo Ros había nacido en Tandil, el 12 de septiembre de 1956, y vivió toda su vida en la zona céntrica de la calle Alem. La casa y negocio familiar estaba ubicada al 500, mientras que posteriormente se trasladó a un edificio ubicado a una cuadra y media.
De allí que su escuela primaria haya sido la 2 -de la avenida España- y sus estudios secundarios los haya cursado en la ENET 1. Posteriormente estudió en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional del Centro.
Ricardo Ros se recibió de licenciado en físico-matemáticas y ejerció la docencia en varios establecimientos secundarios y terciarios. Actualmente lo hacía en la propia casa en la que realizó sus estudios de grado.
Diversas generaciones de estudiantes de la Escuela Nacional de Comercio, Escuela Normal, Polivalente y del Iser conocieron su pasión por la formación humana, ya que su preocupación no se limitaba a dar cátedra de la materia de su especialidad, sino que siempre estaba dispuesto a escuchar a sus alumnos y aportarles su mirada humana y sensible para contribuir a que sean personas de bien.
DOMINGO AGUSTIN GUILLEN (LITO)
“El 8 de agosto será un día para no olvidar… Tengo una nueva estrella para buscar en el cielo. Se llama Domingo Agustín Guillén, quien contaba con 75 años.
El Lito, como lo llamaban sus amigos, era oriundo de nuestra ciudad y sólo contaba con 14 años de edad cuando vistiendo pantalón tres cuarto, tuvo que emprender su propia vida y -de esa forma- ayudar a sus padres.
El campo lo cobijó y a ese niño serio y con voz arrabalera, marcas en su cuerpo le dejó. Buscó -y lo consiguió- ese lugar tan preciado por muchos: en La Tandilera (Magnasco) y a hacer quesos aprendió.
Con 28 años de edad ingresó a la Usina, al trabajo tan deseado. Fueron épocas de sudor, mates con amigos y hasta discusiones con vecinos que no querían cortar sus árboles para colocar líneas de alta tensión.
Ante un juez de paz se comprometió con Electra Elsa Fernández (Kiti), con quien formó su familia. Llegaron luego los hijos Daniel Sergio, Robertito, Lidia y Analía; sus hijos políticos Patricia, Carlos, Alfredo y Mariela; sus nietos Lucía, Enzo, Agustín, Tatiana, Gustavo, María Tatiana, Marco Agustín, Isaías, Jazmín y Cintia.
Papá: fuiste un hombre de trabajo y -como dijimos siempre- un luchador, ¡un gladiador!
Peleaste contra esos males durante más de 18 años y sos un gran ejemplo para nosotros.
Siempre te recordaremos por tus anécdotas, tu pasión por el tango y la política”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Parque Pradera de Paz.
“¡Papá! Palabra muy tierna
que siempre perdona
que todo lo da.
¡Papá! Que tanto luchaste
por darme un camino
de amor y de verdad.
¡Papá! Serás siempre inolvidable
porque sos, junto a mi madre,
lo que más quiero… ¡Papá!”.
JOSE HECTOR OSVALDO CONTE “YIYO”
“’José Héctor Osvaldo Conte Greco Vázquez Aciardo’, respondía cuando le preguntaban su nombre.
“Yiyo” para todo el mundo. Padre, marido, hermano, abuelo, bisabuelo, amigo, compañero, capitán, campeón, gloria. Todos esos roles cumpliste a lo largo de tus 85 años y en todos fuiste enorme.
Te fuiste hace unos días a enseñar cómo se le pega a la pelota, a contar chistes, anécdotas o a recitar algún refrán a otra parte.
Se van a extrañar por acá y en tu querido Rauch, los mates, las infaltables charlas de fútbol, los rezongos viendo al rojo, los almuerzos de los domingos, los partidos de Santa en la tribuna de madera, las medallas, los chistes, los bailes, los partidos de cartas, o el “lindo cochecito ese”.
Nosotros, tus familiares, te recordaremos como un grande, con la satisfacción de saber que tuviste una vida llena de éxitos y pudimos compartirla.
Te deseamos un buen viaje, y manda saludos por allá. Algún día volveremos a vernos.
¡Abrazo de gol aurinegro!”.
TERESITA INES RIVAS Vda. DE ESTRADE
El lunes 10 se produjo el deceso de Teresita Inés Rivas viuda de Estradé, quien tenía 67 años.
Su familia la recuerda de la siguiente manera:
“Pensar que hace casi 32 años conocí tu carita y me enamoré, hoy hace casi una semana que no entiendo cómo te fuiste tan rápido.
El lunes tu cuerpo dijo basta, basta de sufrir esta enfermedad horrible que batallaste durante muchos años. Nunca bajaste los brazos, siempre una sonrisa y mucha fuerza para atravesar los malos momentos.
Una mujer imposible de no querer, una amiga de oro, una madre inigualable, por donde pasaste dejaste amor y sonrisas, siempre de buen humor, con optimismo y buena onda viviste la vida a pesar de los golpes. Nos quedamos sin papá hace más de diez años y tu forma de ser hizo que lo afrontáramos alimentándonos de los buenos recuerdos.
Sé que soy egoísta, te lloro porque no entiendo porqué ya no te tengo, quizás sea porque me enseñaste a amarte pero nunca a vivir sin tu presencia. Sé que jamás quisiste que estemos tristes por vos, por ello te guardaste los dolores escondiéndolos detrás de sonrisas, eso sí que no pude aprenderlo. Aunque esa última imagen de paz que nos dejaste es la que me tranquiliza.
Hoy con nos volvemos a casa esperando encontrarte… algún día entenderemos que solo tu cuerpo se fue y que tu recuerdo vive dentro nuestro, que solo es cuestión de pensarte para que vuelvas. Buen viaje viejita, espero estés feliz junto a los que se nos adelantaron. ¡Te amamos!”.
JULIO CESAR CARRICABURU “CHUECO”
El miércoles 5 de agosto se produjo el deceso de un querido vecino, Julio César Carricaburu.
Contaba con 53 años, y había sufrido un accidente cuando circulaba en su camión.
Nacido el 25 de junio de 1961 en General Belgrano, hace unas dos décadas que estaba radicado en Tandil.
Hombre de trabajo, supo desempeñarse algunos años en el campo La Estrella, en la zona de Napaleofú, en tanto que ya en Tandil trabajo como mandadero y en los últimos años era chofer de camión.
Su deceso, tras más de dos meses de internación, ha causado profundo dolor en sus hijos -Néstor, Eliana, Carolina y César- al igual que en el resto de la familia y en quienes lo conocieron.
Es que resultaba difícil no apreciarlo, ya que era una persona solidaria, muy alegre y divertida.
El mundo del fútbol agrario -donde también lo llamaban “Vasco”- conoce de su desempeño en el arco, defendiendo los prestigios de Iraola, El Solcito, Las Toscas o Fulton.
VICTOR ONESTI
El 6 de agosto falleció el vecino Víctor Onesti, a los 87 años.
Había nacido el 5 de febrero de 1928 en Campania, Italia, y era el menor de ocho hermanos.
Llegó a la Argentina a los 27 años.
Contrajo enlace con Clelia E. Vassallo y tuvo dos hijos: Miguel y Víctor.
Durante más de 40 años se desempeñó en su oficio de yesero. También trabajaba la madera y el hierro.
“Pero -sobre todas las cosas- fue una buena persona, el mejor título que puede ostentar un ser humano”, afirmaron sus allegados.
EDELMIRA RAMONA FERREYRA
Falleció el pasado 9 de agosto, tras una corta dolencia.
Había nacido el 17 de marzo de 1943, en Tandil, y siempre se dedicó a las tareas domésticas.
Era una persona muy querida por sus vecinos del barrio La Movediza.
Siempre será recordada con mucho amor por sus hijos: Cecilia, Alberto, Marcela, José Luis, Damián, Mercedes, Noel y Liliana; y -en especial- su gran amor y padre de sus hijos, Damián Faustino Espíndola, con quien formó pareja a los 25 años, hasta la actualidad.
Tuvo unos nietos maravillosos que la amarán y recordarán mucho: Nicolás, Zoé, Zahir, Milagros, Antonella, Federico, Lucía, Sofía, Andrea, Gisele, Sebastián, Rodrigo, Adrián, Valentina, Bautista, Noelia, Gustavo y Alejandro.
Estará por siempre en el corazón de sus hijos políticos Eduardo, Mariana, Daniel, Claudia, María y Roxana.
Dedicatoria:
“Ramona, desde el cielo sos nuestro ángel que nos cuidará día y noche.
Siempre estarás presente. Tu recuerdo seguirá vivo en nuestros corazones.
Te queremos mucho. Tu gran familia”.
ASUNCION ROQUELINA MELUCCI Vda. DE LUPIDIO
Nació en Balcarce, el 16 de agosto de 1926, en un hogar tradicional y con ella eran siete hermanos.
Se casó con Mario Lupidio, con quien tuvo dos hijos, quedando viuda muy joven.
Llegó a Tandil a fines de los ’70 buscando su lugar ideal para el bienestar familiar.
Se dedicó a sus hijos Mario y Cristina, y luego a sus siete nietos con amor, esfuerzo trabajo y dedicación.
“Fue un ejemplo de madre y abuela, dedicada a su familia y a los amigos, generando un gran amor en todos aquellos que la conocimos dejando un gran vacío en nuestros corazones, muy difícil de llenar”, escribieron sus familiares.
FRANCISCO GARCIA (CACHO)
Falleció el lunes 10 de agosto, a los 72 años.
Creció en su querido San Manuel y estaba casado con Bruna Valent. Trabajó casi toda su vida en el campo San Simón.
Lo recuerdan con afecto sus hijos fueron Fernando Gabriel y Natalia Silvina García; sus hijos políticos José Luis Cansina y Marta José Manzoni; sus nietos Francisco y Valentino Cansina, y Jazmín y Sofía García, quienes acercaron el siguiente escrito:
“Fanático de Boca, estarás mirando los partidos, rezongando si dieron mal un pase o indicando ‘pegale de primera mi’jito!’.
Armar los viajes de pesca te fascinaba, pero más saber que lo acompañabas con un ‘churrasco’ con amigos o con el tío Mario y el tío Coco, a la orilla, hicieran 10 grados bajo cero o 30 grados.
Todo disfrutabas: levantarte a cualquier hora con Fran a mirar Fórmula 1; hamacar a Paz y a Sofi los domingos, es esa hamaca que hiciste especialmente para tus nietos; ser cómplice en todo con Valentino, tu compañero; contar tus historias una y otra vez; saborear el Rogel cada 7 de abril; trabajar la madera con tanta dedicación, todo perfecto y acomodadito.
Siempre con un chiste para contar, charlar con cualquiera: ¡cómo te gustaba charlar! Y hacer cientos o miles de crucigramas.
Nos enseñaste que la palabra vale y que lo justo es justo.
Recordaremos para siempre tus dichos, tu risa y -por sobre todo- tus enseñanzas. Sabemos que te fuiste tranquilo y orgulloso de nosotros, que mirarás desde algún lugar tus frutales y plantas, que estarán con tus hermanas, contándoles lo lindo que la pasaste acá abajo.
¡Te vamos a extrañar tanto, Pá! Gracias por todo, viejito querido!
Agradecemos la compañía incondicional para atravesar este difícil momento a Rosana Vargas y a Nacho Solla”.
HECTOR BERROETA
“Hoy llegamos a este lugar, caro a nuestros sentimiento más íntimos y personales, porque aquí están nuestros afectos familiares, quienes nos antecedieron, nuestros abuelos, nuestros padres, pero también hombres y mujeres que alguna vez conocimos, vecinos de esta ciudad, con una especial particularidad, tener presente, tener militancia y definida una bandera política, que es nuestros orgullo y sentimiento republicano, el emblema y la historia de la Unión Cívica Radical.
Que desde aquellos lejanos tiempos del noventa nos dieron un legado de ética, honestidad, principios, que hoy mantenemos, quienes hoy estamos aquí presentes, con militancia política y adhesión a nuestros principios, venimos a despedir y rendir nuestro homenaje a don Tito Berroeta, amigo y correligionario en la militancia en estos años.
De familia radical, afiliado en San Manuel en la década del ‘40, conoció aquellos tiempos un partido de lucha cívica, en un país que venía de golpes militares y del fraude.
Trabajador del campo, luego en Tandil como propietario de un colectivo, siguió aquí con su afiliación y trayectoria de los primeros pasos.
A principios del noventa y a través de un amigo común -Leopoldo Villemur- lo conocimos y la comisión directiva de aquel tiempo le dio la tarea de hacerse cargo del emblemático bar El Frontón, hacer tareas de mantenimiento, que tenía varias facetas en nuestra Casa de la calle Mitre 550.
Recordamos el aguante en nuestras reuniones de altas horas, para cerrar el comité a la noche y estar devuelta a la mañana siguiente, abriendo las puertas y atendiendo las inquietudes de todos aquellos ciudadanos que nos visitaban. En resumen: un radical de cuna y tumba que nos deja el mejor de los recuerdos y que compartió los buenos y no tan buenos tiempos de nuestro partido político.
Amable, atento, familiero, buen compañero de trabajo… Llegar hasta aquí nos embarga la emoción y su recuerdo. Pero tenemos bien presente que don Héctor descansa en paz y que su vida cívica no fue en vano, tuvo una responsabilidad de cuidar durante 25 años nuestra Casa, trabajar en ella y dar un ejemplo de conducta y honestidad.
Don Tito, nuestro amigo en nombre de los radicales de Tandil, ¡muchas gracias!”.
(Palabras pronunciadas durante su despedida por Hugo Buzzo, en representación de la UCR de Tandil)
ABEL TORRES TABOADA
Nació en Tandil el 23 de Agosto de 1930 y falleció el 3 de agosto de 2015 a los 84 años. Hijo de Proto Apolinario Torres Ordóñez y de María Amelia Georgina Taboada. Contrajo matrimonio con Nelli Renée Crispino.
De esa unión nacieron Germán, Paula Fernanda y Luciano Torres. Sus hijas e hijos políticos: Claudia Boulocq, Guillermo Striebeck y María Gabriela Vila. Sus nietos: Mayra y Máximo Torres, Guadalupe, Berenice y Ana Paula Striebeck. María Emilia y Juliana Torres Vila. Sus hermanos en vida Miguel David, Marcelo Proto, Alberto y Carmen Torres Taboada. Sus hermanas políticas: Celica Nievas y Marili Stupar. Sobrinos, primos y demás familiares.
“La familia de Abel Torres Taboada agradece la atención recibida por los profesionales y enfermeras de la Clínica Chacabuco. A los doctores Fernando Pierotti, Rolando y Julio Tamburelli; a los doctores Marcelo Nenkies y Ana Roncoroni del Hospital Ramón Santamarina; también al doctor Diego Marino, al enfermero Darío Osterrieth por su dedicación y cuidadoras, y al kinesiólogo Guillermo Cansobre, de Clínica Casa.
Gracias a todos los familiares, amigos, compañeros de trabajo y a los pacientes del servicio de kinesiología de la Clínica Chacabuco, que se acercaron y nos acompañaron a despedir a nuestro amado padre.
Abelito era una persona con una fe como pocas. Vivía su religiosidad intensamente, siempre presente en su modo de vida, en su pensamiento y por sobre todo en la paz interior que transmitía. Una bendición de Abel era un puente directo al Señor; uno se sentía protegido, cuidado, mimado y por sobre todo cerca de Dios. Abelito pensaba siempre en el prójimo y en los que más necesitaban, con una sensibilidad a flor de piel.
Su mirada tierna era una caricia al alma. Nos quedaron en el recuerdo momentos tristes pero también muchos momentos en el que Abel era un ser divertido, que bailaba y cantaba en las fiestas familiares, que se transformaba en un gran monigote, que nos hacia reír y nos divertía mucho.
Sabemos que hace mucho quería estar con Dios, que la peleó, pero a la vez sufría para seguir estando con nosotros. Lo mejor era liberarlo y dejarlo volar… ¡Gracias por tanto, gracias por ese amor incondicional! Te vamos a extrañar y por eso te pedimos que nos sigas bendiciendo donde quieras que estés, desde el lugar que elegiste estar…que obvio sabemos, estás con el Señor. Nuestro Dios”.
Este domingo 23 de agosto hubiera cumplido 85 años, y su familia dejó un recuerdo para él: “Querido Papá: vos te sentías preso entre las cuatro paredes de tu cuerpo, ansiabas encontrarte con Dios. Vivías en otra dimensión con tu mirada puesta en el Señor y el 3 de agosto pasado tu cuerpo no resistió más y partiste en paz hacia él. Fuiste un gran luchador, soportaste esta enfermedad y todos los males que te acontecían con paciencia. Nosotros te extrañamos y recordamos con mucho amor. Nelli, Germán, Paula y Luciano”.
RAUL JORGE ALONSO “PIRINCHO”
De forma inesperada, el pasado 17 de agosto, a los 73 años falleció Raúl Jorge Alonso (Pirincho) causando un inmenso dolor y pesar entre sus seres queridos.
“Pirincho” había nacido en María Ignacia (Vela), el 28 de septiembre de 1941.
Era hijo de María Rosa Fernández y Rufino Alonso, conformando una familia con sus hermanos Gogo, Bucho, Negra, Carlitos (F) y Cristina.
El 21 de junio de 1963 contrajo matrimonio con Angélica Raquel Barragán (Chona) de cuyo amor nacieron Raúl y Pedro. Luego se sumaron sus hijas políticas Claudia y Nancy; y más tarde llegaron sus nietos Yésica, Belén, Maxi, Flor, Agus y Magui. También sus bisnietos Bauti, Lucas, Nacho y Joaquín, a los cuales malcrió hasta último momento.
Era un apasionado a todas las cosas criollas y se destacaban sus trabajos de soga.
“Fuiste un gran esposo, padre, suegro, abuelo y bisabuelo, pero por sobre todas las cosas una gran persona, dejándonos el dolor profundo de tu ausencia en cada uno de nosotros. Sólo el tiempo nos traerá el consuelo al recordar tus dichos, tus consejos y tu sonrisa. ¡Te vamos a extrañar muchísimo!
Toda tu familia”.
IRENE ALICE PEDERSEN
A los 87 años, el pasado 6 de agosto dejó de existir Irene Alice Pedersen viuda de Martínez, dejando un dolor inmenso en sus familiares y amistades.
Fue la mayor de cinco hermanos y desde muy chica tuvo que salir a trabajar para ayudar a su mamá, ya que su papá falleció muy joven.
A los 24 años se casó con Eduardo Martínez Loidi y tuvieron cinco hijos: Liliana Inés (f), Mirta Alicia, Eduardo Daniel, Susana Mabel y Ricardo Horacio, quienes se casaron con Roberto, Enrique (f), Jorge, Alejandra y Verónica, y la llenaron de nietos: Fabián, Lisandro, Marcial, Karina, Natalia, Mauro, Favio, Federico, Carolina, Daiana Ayelén, Emiliano (f), Lautaro, Nahuel y Anabella; y de bisnietos: Belén, Gisela, María, Federico, Delfina, Guadalupe, Lucas, Franco, Agustina, Facundo, Pamela, Nahuel, Benjamín, Nehuén y Thiago.
“Viejita mía. ¡Cómo te extraño! Ahora eras vos mi compañía, ya que hace cuatro meses se fue mi compañero, mi amor. Ahora queda en mí un vacío enorme, difícil de superar. Mi único consuelo es que sé que no sufriste: te quedaste dormidita. Algo quisiste decirme, pero no te entendí, quizás te despediste.
Ahí quedó tu tejido al crochet, tu revista de sopa de letras, tu juego de dados, de cartas para jugar al romi. Te extraño muchísimo: hasta pronto viejita. Tu hija Mirta.
Estamos eternamente agradecidos al hogar de Marta Lasarte, donde estuvo unos pocos días, mientras yo me reponía de una dolencia. La trataron con una dulzura y calidad humana increíble. Gracias, ¡mil gracias!”.
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