Necrológicas
Semblanza de vecinos fallecidos recientemente.
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MARIA LUISA ZIJLSTRA DE VAN DER HORST
El pasado 14 de septiembre dejó de existir María Luisa Zijlstra de Van Der Horst, quien había nacido el 15 de junio de 1930 en la ciudad de San Cayetano.
Perteneciente a la colectividad holandesa, en el año 1954 se radicó con su esposo Carlos Milanesi (f) y trabajó en la Municipalidad de Tandil, tanto en el área de Bellas Artes como en Vialidad.
Sus hijos Gabriel y María Mónica Milanesi la despidieron con amor y será siempre recordada por sus nietos Adrián, Alejandro, Gabriel, Sofía, Analía y Pedro, junto a su nieta del corazón Marina. También permanecerá en la memoria y en los afectos de hermanos, sobrinos, otros familiares y amigos.
Sus restos descansan en el cementerio Pradera de Paz.
ELINA VIRGINIA SACCHETTI DE PIVA
“’Mamita’, te llamaba de chiquita.
Después te nombré ‘Madreperla’.
Finalmente, y hasta tu reciente partida, fuiste ‘Madrépora’.
A vos te gustaban estas innovaciones. O el humor. O el cariño expresado así.
Todo junto y en un solo nombre, invocados en tu sola y única persona.
No voy a tener otra ‘Madrépora’.
¡Te fuiste tan inesperadamente! Sólo te faltaban nueve días para cumplir los noventa y ocho años. Estabas tan lúcida, tan memoriosa, tan interesada en el mundo y sus cosas, la información, la lectura, la radio… que nos olvidábamos que era probable que nos dejaras, físicamente, en cualquier momento.
Estabas leyendo ‘Laura’, del Séptimo Círculo. Me recomendaste leerlo, contándome que la trama era tan interesante que llegaste rápidamente a la página 112. Leías con anteojos y una lupa, por tu vista tan ‘usada’. Lamentablemente, no pudiste conocer el final.
A horas de una grata reunión de amistad, en casa, cuando habías sido tan feliz y elogiada por tu lucidez, te indispusiste y fue para irte a ese lugar desconocido al que todos le tememos un poco.
¿Volverás a pintar allí, a dejarte admirar por tus miniaturas, óleos, pasteles?
¿Cómo poder seguir sin tus ‘rezongos’ porque me olvido todo? Vos, con una memoria tan brillante, hasta que anotara todo, debías aconsejarme.
Estuviste en este mundo, entre otras cosas buenas que integraron tu misión, para alumbrar mi vida.
A mí me tocó el papel opuesto: asistirte en el apagamiento de la tuya.
¡Qué difícil es recibir este rol sin dolor!
Cuando cobijé con mis manos, las tuyas, que se volvían inexorablemente heladas: ¿percibiste mi pena incontenible? Captaste, a la vez, mi agradecimiento imposible de poner en palabras, por todas las cosas buenas que me diste como madre.
Te fuiste a un plano ignoto. Seguramente bellísimo. No creo -en mi concepción- a descansar eternamente. Algo bueno tendrás que seguir haciendo allá. No se muere con la naturaleza física, una esencia laboriosa y bondadosa. En alguna parte continúa.
Así que me siento confiada: ¡nos volveremos a encontrar, Madrépora!”.
FRANCISCO MANUEL CABANAS NARVARTE
Nació en México el 29 de enero de 1932, cuando sus padres estaban en un largo viaje, pero su descendencia y origen es vasco.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en Euskadi, el país vasco.
Llegó a la Argentina el 5 de enero de 1950 y en Villa María, Córdoba, junto a su tío, en su estancia, comenzó su aprendizaje por las tareas rurales.
Más tarde se radicó en nuestra ciudad, trabajando como inspector lechero, para obtener en un futuro sus propios tambos y finalmente dedicarse a la cría del ganado bovino.
Formó una hermosa familia junto a su esposa Carmen, sus hijos Miguel, Pilar y María; sus nietos Pilar, Julián, Anita y Juana.
Adoptó la ciudadanía argentina, sin olvidar su ascendencia vasca y su importantísima participación en el Centro Vasco Gure Etxea.
Fue un luchador inquebrantable, tenaz, dedicado al trabajo y a su familia… porque cuando un vasco te abre su corazón, no encontrás más que cosas buenas.
Una prolongada enfermedad lo llevó a cuidados especiales, falleciendo a los 83 años, el 11 de septiembre último.
“Despedimos hoy a Patxi, como así lo llamaban en vasco, con todo nuestro afecto, con todo el respeto y agradecemos el tiempo compartido para su familia y amigos.
Nos queda por supuesto la fortaleza de su espíritu para seguir adelante juntos, con todo lo que él nos ha regalado con su ejemplo.
Hasta siempre querido amigo, goian bego (que descanses en paz)”.
PROTO ALBERTO GONZALEZ (TITO)
Recientemente se produjo el fallecimiento de Proto Alberto González, conocido como “Tito”.
Había nacido en General Madariaga el 25 de noviembre de 1940, en tanto que a los 17 años llegó a Tandil con su familia.
Amante de los fierros, trabajó en Ginter.
Más adelante inauguró junto a su suegro y cuñado el taller mecánico Die-Tan; en el que trabajó hasta jubilarse.
“Su esposa, hijos, nueras, nietos, cuñados sobrinos y amigos le recordamos por su voluntad y tesón para sortear cada obstáculo de su vida; por su palabra corta, precisa y honesta, por su coherencia en sentir, pensar, decir y hacer. Porque junto a Chicha, nos enseñaron el amor y dedicación que lleva crear un matrimonio sagrado.
Nos enseñaron a disfrutar de los viajes merecidos y, aunque el 31 de agosto a los 74 años te fuiste sólo, nosotros estamos tranquilos… ¡Porque viviste, pa, amaste y fuiste amado!”.
DORA HAYDEE ANCHORDOQUI DE MOLINA
Nacida en la ciudad de 9 de Julio, el 14 de octubre de 1922, pasó su juventud en Rauch, donde conoció a quien fuera su esposo y fiel compañero, el ingeniero agrónomo Alberto Carlos Molina.
Juntos vivieron y desarrollaron en la estancia La Manuela Chica su proyecto de fundar una familia con valores cristianos y espíritu altruista. Sus hijas tardaron en llegar y fueron recibidas con inmensa alegría.
El inicio escolar motivó su traslado a la ciudad de Tandil, buscando una educación más íntegra y actualizada para ellas, sin dejar el vínculo con el campo, etapa de sacrificio y entereza.
Profesora de piano, amaba la música y se integró al colegio Sagrada Familia con dedicación y entusiasmo como profesora de cultura musical durante un período de 22 años, labor que disfrutó plenamente hasta obtener su jubilación.
Innumerables buenos recuerdos quedaron en quienes fueron sus alumnas.
Su amor por los niños renació cuando llegaron los nietos, a quienes mimó y protegió con ternura.
Amigable y divertida, fan de Boca, fue dueña de un estilo único. Es recordada también por su elegancia, sus pañuelos al cuello, sus boinas, sus colores, su deseo de estar siempre en cada detalle: elegante, fina, señorial…
Poco antes de cumplir sus 93 años, Dios la reclamó a su lado y partió a su encuentro el 10 de septiembre.
Sus hijas, nietos, familiares y amigos recuerdan su luz con mucho amor.
SUSANA BEATRIZ MESSA
El pasado 11 de septiembre se produjo el deceso de una querida vecina, cuando contaba con 58 años de edad.
Su partida es lamentada por quienes tuvieron la dicha de conocerla y hoy la despiden de la siguiente manera:
“Nunca será fácil decir adiós a un ser querido y amado como eras; tan buena persona, esposa madre, hermana, amiga y gran consejera.
Susy, tu partida de este mundo nos deja un vacío lleno de dolor, pero seguirás viva en nuestros corazones. Extrañaremos tus palabras, tus risas, tu alegría, tus comidas y el “dejá que yo te lo hago”
No dejaste de ser feliz ni aún en tus últimos momentos. Nos cuesta aceptar la realidad, pero dejaste una familia fuerte y unida.
No te fuiste, estás con nosotros, con sólo levantar la mirada al cielo allí estarás, en esa estrella brillante, en el soplo de una brisa que nos pasa cerca, en las gotas de lluvia, ¡en todo!
No te fuiste, sólo te adelantaste a nosotros dando el primer paso…
Te amamos hoy y siempre”.
Tras el velatorio en la empresa Crespo, Iacaruso y Santillán, sus restos fueron inhumados en el cementerio parque Pradera de Paz.
JUAN ADELMO NOCHETTI (TOTO)
Este ese conocido vecino había nacido el 6 de diciembre de 1938 y se había criado en La Numancia, lugar al que amó y llevó como bandera.
En ese paraje, con la compañía de Yolanda Mabel Gonzales, una bella mujer con la que compartió 54 años de vida, tuvieron cuatro hijos; tres mujeres: Mabel, Inés y Susana y un varón, Juan Bautista.
Con el tiempo llegaron sus hijos políticos José Miguel, Jorge y Gladys, quienes les dieron nueve hermosos nietos y diez bisnietos.
Su familia escribió:
“Transcurriste tu vida detrás de un mostrador, iniciando tu negocio en el almacén de ramos generales de La Numancia.
Con la misma idea de progreso trasladaste tu amada labor a las calles tandilenses, pasando por varios lugares y terminando tus últimos 25 años en Quintana 527, con el legendario Bar Totó.
Sin olvidarnos de tu pasión, el boxeo, debemos mencionar que también pasaste algunos años entrenando y compartiendo tu conocimiento a varios aprendices.
Ahora bien, ¿quién no conocía al Totó Nochetti?
Con su genio fuerte y su destreza de boxeador, se llevó todo el respeto de la gente. Le enseñó a sus hijos a cuidar y defender lo que es suyo, a pararse de la mejor manera ante los problemas de la vida, a amar a sus hijos y -por sobre todo- a iluminar el apellido.
Tu familia y amigos te despedimos con unas palabras:
Porque el destino así lo quiso, el pasado 17 de septiembre a las 6.20, en tu casa, con tus cosas y junto a tu amada Yolanda, te dejaste ir.
Fueron días de sufrimiento, de cansancio, pero por fin estás en paz.
Se hizo todo como siempre quisiste, te cuidamos hasta en el último minuto como lo merecías y sabemos mejor que nadie que te fuiste feliz de la familia hermosa que formaste.
Te vamos a recordar siempre con una sonrisa; nos bromeaste diciéndonos ‘feos’ hasta con tus últimas fuerzas. Claramente ésa era tu forma de demostrar cariño.
Como siempre dijimos, viviste tres vidas en una. Por eso nos dejaste mil anécdotas para compartir entre nosotros y entre los que vendrán.
No todos tuvieron en su familia un excelente boxeador, un amante del fútbol, de las cartas y del pool.
Tu sabiduría y tus pasiones, que -para variar- muchos de nosotros heredamos, quedarán en nuestros corazones por el resto de nuestras vidas.
Eternas gracias papá, abuelo, bisabuelo, esposo y amigo”.
CARLOS BARRIOS
A los 73 años, y luego de una lucha incansable, el pasado 12 de septiembre Dios llamó a su lado a un respetado hombre: Carlos Barrios.
“Yo te extrañaré, tenlo por seguro. ¡Fueron tantos bellos y malos momentos los que vivimos juntos!
Los detalles, las pequeñas cosas, las que parecían no importante, son las que más invaden mi mente al recordarte.
Mas comprendo que llegó tu tiempo, que Dios te ha llamado para estar a su lado; así él lo quiso.
Siempre te recordaremos como lo que fuiste: un hombre trabajador, luchador y dedicado. Te amaremos por siempre”.
Su esposa Eva Rolón; sus hijos Estela, Alfonso, Carlos, Javier, Mariela y Ester; sus yernos Aníbal Frutos y José Lagorio; sus nueras Edith Villalba, Roxana Barraza y Sandra De la Horca; sus nietos Erica y Lázaro Cabrera; Roxana, Emanuel, Priscila Brenda, Dando, Mara, Benjamín, Ricardo, Marlene, Armando y Thiago; sus bisnietas Vicky y Jazmín; y todos los que lo conocieron, firman esas sentidas reflexiones.
ALBERTO OSCAR GARCIA (TITO)
El 7 de septiembre pasado, a los 69 años, falleció en la ciudad de Mar del Plata un ex vecino de Tandil que se había radicado en la ciudad balnearia hace más de 20 años.
Era hijo de Rosa García (f) y Jesús García (f), hermano de Blanca (f) y Mabel García, en tanto que sus hermanos políticos eran Jorge Ricardo García e Ignacio Zalacain.
“Tito” había formado pareja muy joven con Edith Aregay, con quien tuvo a sus hijos Mónica y Claudio.
Con el correr de los años formó nuevamente pareja con Lucy Heredia (f), con quien se fue a vivir a Mar del Plata. Lucía, fruto de la relación acompañó a “Tito” hasta los últimos días.
GUSTAVO ITURRIOZ
Posiblemente muy pocos sabían que Gustavo Iturrioz tuvo una tía a quien las circunstancias de la vida la convirtieron en una persona muy conocida y muy querida en la ciudad: la señora Estrella Iturrioz de Pavioni, la misma que durante casi medio siglo regenteó el emblemático kiosco de madera en la Plaza Independencia, justo frente al “bar de todos”, el Ideal.
Cuando veinte años atrás estuve en su casa para entrevistarla para la sección “Tandilenses con Historia”, de este Diario, por algunos instantes recordaba a Gustavo. No por su condición de sobrino, sino porque en el camino de la charla encontraba en ella alguna mueca que también supo estar presente en este muchacho tan sano por fuera y por dentro y que nos abandonó inesperadamente en los últimos días. Creo que ambos escondían la sonrisa y la bondad detrás de algún posible gesto adusto, en algunos casos retraído, que para el desprevenido podía llegar a confundirse con esquivo. Pero nada que ver.
Fue Gustavo ese hacedor incansable y creativo, con una llamativa capacidad de invención. Pero para darle entidad y plena existencia a aquello que brotaba de su imaginación, necesitaba del otro. De los otros. Y fue participativo, solidario y comunicativo siempre.
Amante de las letras y de las artes, escribía muy bien y llegó a frecuentar algunas redacciones. También hizo radio y animó como ninguno las competencias atléticas en las que no intervenía como deportista. Desde el palco y micrófono en mano, iba reseñando los arribos de los participantes de las pruebas, con fina verborragia y lujo de detalles.
El teatro fue una de sus pasiones más queridas. Tenía previsto retomar esa actividad muy prontito. Pero el destino fue impiadoso y no llegó a tiempo. No obstante, tres décadas atrás su talento y su espíritu hacedor fueron más que suficientes para legar para la posteridad el inolvidable “Teatro de la Aldea”, que desarrolló junto a un grupo de lugareños amantes de las tablas y de las letras, como el caso del periodista y dramaturgo Julio Varela, que publicó hacia fines de los ochenta un libro con una selección de sus obras que dieron lustre a unas cuantas puestas en escena.
Pero Gustavo, ideólogo, gestor y artista al mismo tiempo, sabía que vivir del arte resultaría imposible. Antes, más difícil que ahora. Por la economía y por filosofía. “Está todo bien, pero, ¿de qué vas a laburar?”, indagaban nuestros mayores.
Así es como Gustavo, entre otros desempeños, fue empleado bancario y últimamente ocupaba un importante cargo administrativo en la Cámara Empresaria. Precisamente por ser la Cámara una de las instituciones organizadoras de la Feria del Libro, él formó parte del Comité Ejecutivo, junto con representantes del Municipio, Universidad y Asociación de Libreros. Un grupo humano de menos de una decena de personas, muy consolidado al cabo de ocho años y del cual Gustavo Iturrioz fue una pieza fundamental. Por su creatividad y su pasión. Por su laboriosidad y talento. Por su rara mezcla de seriedad y humor, que lo hicieron siempre doblemente creíble en sus convicciones.
La mejor manera de conocerlo y apreciarlo era interactuando con él. Supo brindarse, supo dar, integrarse, sonreír y, sobre todo, soñar. Que no es poco en esta vida. (Néstor Dipaola)
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