Necrológicas
JORGE OSCAR ARANO
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El pasado 21 de septiembre se produjo el deceso del respetado y querido vecino Jorge Oscar Arano, quien contaba con 76 años.
Era el hijo menor del matrimonio integrado por don Pepe (José María) y Blanca Sampaul. Había nacido en Tandil el 19 de abril de 1939, en tanto que sus hermanos fueron Vasco (José María), Ana María Arano viuda de Domínguez y Gastón.
Junto a su hermano Gastón comenzó a cursar estudios terciarios (medicina en su caso) en la ciudad de Buenos Aires, aunque unos años después regresaron a Tandil y se integraron a la tradicional casa consignataria que llevaba adelante su padre y que tenía bien ganado un sólido prestigio.
Formó parte de la firma Arano Hermanos hasta comienzos de este siglo, en que la firma cerró.
El 14 de septiembre de 1967 había contraído matrimonio con Julia Pierre, quien fue su gran compañera durante el casi medio siglo transcurrido.
El matrimonio se vio iluminado con la llegada de los cuatro hijos: Carolina, José María, Julieta y Sofía, en tanto que con los años llegaron los nietos para llevarle más felicidad aún a la vida de Jorge.
Supo disfrutar el amor y el compañerismo de Agustín, Martina y Francisco Galli; Mateo y Milagros Arano; y Timoteo, Juan y Jerónimo Bertres Arano, estos últimos nacidos en España. Don Jorge tuvo la gran dicha de disfrutar de sus nietos e incluso de poder viajar a conocer a los nacidos en el Viejo Continente en sus primeros días.
El deporte fue una de las pasiones de Jorge Arano, quien las canalizó en el golf, la pelota a paleta y el tenis, entre otras disciplinas.
Era socio vitalicio del Tandil Golf Club, institución que tuvo el honor y el compromiso de presidir, en tanto que era frecuente animador de partidas de pelota a paleta en el club Hípico.
De carácter amigable, su personalidad hacía recordar a muchos las enseñanzas de su padre, por lo que el respeto y la conducta eran ejes fundamentales en su vida. Será quizás por eso que supo tener entre sus múltiples amistades a su suegro.
Su desaparición física deja a su esposa, hijos, nietos, demás familiares y amistades un ejemplo de vida a seguir y honrar.
JORGE JOSE BENTO
El pasado 20 de septiembre dejó de existir Jorge José Bento y su hija lo despide de la siguiente manera:
“Papá: el domingo 20 de septiembre finalmente te fuiste y nos dejaste un vacío imposible de llenar…
Sé que la vida sigue y que vos querías que así fuera, pero el dolor es inmenso. No puedo evitar ser egoísta y pensar en tenerte por más tiempo.
Dios me hizo un regalo maravilloso al ponerte en mi camino. Fuiste mi padre, aún sin llevar mi sangre. Por eso mi dolor es doble.
Me criaste y educaste como tu hija, sin tener la obligación de hacerlo. No me va a alcanzar la vida para agradecerte tus enseñanzas. Sólo espero que te hayas sentido orgulloso de mí. Sé que nunca voy a defraudarte, porque grabaste a fuego en mi alma, con tu ejemplo, tu don de buena gente.
Estoy segura que ya no sentís dolor. Tu “viejo” cuerpo cansado, al fin descansa, y seguramente, ya estás con mamá. Gracias a Dios, no me quedaron cosas pendientes. Todo este amor que siento por vos, ya lo sabías. Y si es cierto que cuando uno muere adquiere todo el conocimiento, lo sabrás mejor aún. No me quedan dudas que ya estarás en el mejor lugar, junto a ella, y que juntos van a guiarnos lo que nos quede de vida terrenal.
¡Eterna e infinitamente gracias! Y nos volveremos a ver cuando Dios lo disponga… Te amamos por siempre….”.
El recuerdo incluye una reflexión de San Agustín:
“No llores si me amas
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper tus ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este Cielo en el que te ha precedido la mía, ese día volverás a verme… Sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrará mi corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz ya no esperando la muerte sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás. Enjuga tu llanto y no llores si me amas”.
RUBEN DARIO SANTELLAN OLMOS 30/12/1952 – 19/09/2015
Nació en Montevideo (Uruguay) el 30 de diciembre de 1952 y falleció el pasado 19 de septiembre.
En 1984, ya casado con Luz y con su hijo mayor -Nicolás- de sólo dos años, llegó a Tandil y echó sus raíces en esta hermosa ciudad.
Trabajó incansablemente como soldador en algunas empresas, destacándose por sus conocimientos y sus dones de buena persona.
En 1987 nació su segundo hijo, Claudio, quien completó su familia.
Con el tiempo llegaron sus dos nietos, Isaías y Xiomara, a los que adoraba. Se convirtieron en sus mejores compañeros de andanzas
Hoy, su señora Luz, sus hijos Nicolás y Claudio, su hija política María José y sus nietos Isaías y Xiomara los recuerdan con mucha tristeza y cariño.
GEME LACIDOGNA DE MONTOYA
El pasado 19 de septiembre, a los 84 años, se produjo el deceso de una respetada vecina.
Su familia la despidió con sentidas palabras:
“Antes de llegar la primavera, partió Geme, con su bondad, su paz, su espíritu sereno.
Sin sufrimientos, sin dolores, sin quejas, aceptando su destino, porque su vida fue así: calma.
Dios le encomendó criar y educar a Carlos, su hijo del corazón, quien le brindó cuatro nietos: Luis, Ana, Sofía y Ramiro; y cuatro bisnietos: Valentín, Jazmín, Yamila y Agustín, quienes alegraron sus días.
Todos ellos, más su hermana melliza Lucía, su hermana menor Dora, sus sobrinos y sobrinos nietos lamentamos su ausencia.
La resignación cristiana nos hacer saber que estuvo atendida, acompañada y cuidada como merecía, con dulzura y afecto.
¡Hermana: descansa en paz! Siempre te recordaremos”.
RICARDO RUBEN ALBIZU
El pasado 23 de septiembre, cuando contaba con 51 años, se produjo el fallecimiento de Ricardo Rubén Albizu.
Había nacido el 21 de febrero de 1964 y Naty, una de sus hijas escribió:
“Papá:
No existen palabras para describir el dolor que estamos sintiendo. Te fuiste así, sin más, sin dar lugar a ninguna despedida, dejando a tantas personas con el alma vacía y el corazón destrozado. No puedo asimilar el hecho de no tenerte, simplemente no puedo. La sola idea de vivir una vida en la que no estés me parece insólita, irreal.
Hay tantas cosas que quedaron sin decir, tantos proyectos por la mitad y algunos hasta sin empezar.
Fuiste la persona más fuerte que conocí en mi vida y me duele no haberte dicho que sos mi ejemplo a seguir, mi orgullo. Deseo poder ser una cuarta parte de lo que eras como persona, como padre, como marido, como abuelo y hasta como suegro.
Dejaste tu huella en tanta gente, Pá! Creo que ni vos sabías lo que significabas para los demás, pero tu bondad, tu solidaridad, tu desinterés total cuando ayudabas a quien lo necesitaba, sin pedir nunca nada a cambio, ¡quedaron demostradas en todas esas personas que se acercaron a darte su último adiós! Y en quienes no pudieron llegar, pero desearon hacerlo.
Una parte de tu vida se fue hace nueve años cuando Dios quiso llevarse a tu hijo. Creo que era demasiado bueno para este mundo, hoy quiso que padre e hijo se reencontraran.
Nos consuela saber que simplemente te quedaste dormido, y creo que te fuiste en paz porque sabías que nos quedábamos en buenas manos: tenemos dos guardianes de fierro y un angelito que nos da fuerzas para seguir.
Creo que Dami estaba solo y tenías que ir a acompañarlo… y dejaste a mamá, con el alma en pedazos, pero fuerte, cuidando a tus nenas, porque siempre seremos tus nenas.
Me duele saber que no vas ver crecer a tu piojita, pero me alivia tener la certeza que te cambió la vida cuando la viste por primera vez, y que te hizo feliz durante un año y tres meses. No te preocupes, Pá, me voy a encargar de que ella sepa quién fue su abuelo y que la amó con locura desde el momento que llegó a este mundo.
Me niego a dejarte ir. Perdón, no puedo asimilar la realidad, no tengo idea de cómo vamos a seguir sin vos. Sé que con el tiempo aceptaremos que ya no estás y aprenderemos a vivir con eso, aunque hoy nos encontremos varadas en el camino. Sé también que ahora hay dos ángeles que nos van a cuidar desde arriba.
Mamá está sufriendo, perdió a su compañero de vida, al hombre que estuvo a su lado durante 32 años, a quien le dio tres hermosos hijos, pero quédate tranqui, Pá, acá quedamos dos ¡y no vamos a dejar que baje los brazos! Ale y yo sacaremos fuerzas de nuestros guardianes y seremos para ella el pilar que eras vos.
¡Gracias Pá! Por criarnos de la manera que lo hicieron, por inculcarnos valores que nos hicieron ser quienes somos hoy, por sacrificarte siempre para que no le falte nada a tu familia, por estar ahí siempre que lo necesitamos. ¡Gracias! ¡Gracias por tanto!
Hay millones de cosas más para decirte, pero te las diré cundo te vea porque sé que, así como ahora estás con el Panza, algún día nosotras también subiremos y seremos cinco otra vez!
Te amamos Pá y te vamos a amar siempre. No dejarás nunca de estar en nuestros corazones.
Saludos a Dami, al Tatita y al Ro. Pá: todo va a estar bien. Descansa en paz”.
SEGUNDO CHUREO SANDOVAL SANDOVAL
El 17 de septiembre pasado falleció Segundo Chureo Sandoval Sandoval, un tandilense por adopción que había nacido en Temuco (Chile) el 10 de agosto de 1934.
Contaba con 81 años y residía en calle Pozos al 600.
Cuando tenía apenas 20 años, Segundo emprendió su viaje -sólo- para conocer Argentina, mientras que su familia quedó en la ciudad natal.
Empezó a trabajar y optó por quedarse en Argentina. Por distintos motivos no pudo volver a su país y nunca se reencontró con su querida familia, a la que siempre añoraba.
Trabajó en el campo, en la cosecha de frutas, en la industria de la madera, de parquero, etc.
Sus últimos 30 años vivió en Tandil y transitó su vida solo, sin familia, soltero y sin hijos.
Quienes lo conocieron lo describieron como una persona muy buena, amable, trabajadora, respetuosa y que se hizo querer.
“Te vamos a extrañar. Tu familia adoptiva: Gustavo, Miriam, Bruno y Chiara”.
Dicha familia agradece a todas las personas que lo acompañaron y cuidaron en sus últimos días, en especial a Claudia Sugeidy, personal del segundo piso de la Clínica Chacabuco y a todo el personal del hogar San José.
EVA RAQUEL CUARTEROLA VDA. DE BERTOGLIO
El pasado 28 de septiembre, a los 87 años, falleció en María Ignacia (Vela) una querida y respetada vecina, Eva Raquel Cuarterola viuda de Bertoglio.
Su numerosa familia la recuerda con amor y la despide con sentidas palabras:
“Te fuiste en paz y con tu conciencia muy tranquila, porque sabías que todo lo que hiciste en tu vida lo hiciste de corazón, a pesar de que te costó mucho.
Criaste a tus hermanos cuando aún eras muy chica, fue una infancia y adolescencia difícil.
Luego te casaste con el viejo y seguiste en la lucha, pero siempre feliz.
Formaron una gran y hermosa familia. Un día quedaste sola y seguiste para adelante, nunca bajaste los brazos porque sabías que aún te necesitábamos.
Trabajaste duro hasta que ya no pudiste más. Criaste hijos, nietos, bisnietos y muchos del corazón, como vos los llamabas.
Ahora nos vas a seguir cuidando desde el cielo junto a Papi y a la tía Mirta.
Un día nos volveremos a encontrar todos allá… Hasta siempre Mami!”.
EDUARDO JOSE POSE (TITO)
El 29 de septiembre pasado se fue físicamente de este mundo Eduardo José Pose, un hombre vinculado íntimamente a la localidad de De la Canal.
Conocido por todos como Tito, había nacido el 6 de febrero de 1947, por lo que contaba con 68 años.
Su familia lo recordó con un sentido escrito que tituló “Un largo camino”, que dice textualmente:
“Un largo camino de dolor, malestar, sufrimiento, incertidumbre.
Un largo camino para encontrar un diagnóstico certero.
Un largo camino recorrido con obstáculos inesperados.
Un largo camino que transitaste siempre con una actitud positiva, buscando respuestas en cual médico se cruzara, medicina tradicional, alternativa, curanderos, religión…
Nunca bajaste los brazos, prometiste volver a tu De la Canal querido, tomar mate como lo hacías, jugar a la pelota con tus nietos y -por supuesto- subirte al camión, el que te acompañó por más de 40 años, y salir de viaje.
Ese camino no lo hiciste solo, Ana María, tu esposa, lo recorrió con vos, paso a paso, junto a tus hermanos Teresa y Juan Carlos, tus hijos Diego y Sole, Gaby, Martín, Adriana; sobrinos Juan Ignacio, Erica, Sergio y Lucía; y -desde un lugar más bello- tus nietos que te acercaban risas, gritos y juegos: Joaquín, Josefina y Felipe. Y supiste esperar que llegaran ellas: Lupe y Clarita, tus nietas que besaste con tanto amor. Nunca lo recorriste solo.
Pero el camino se cerró y la paz que encontraste te llevó sin dudas a reencontrarte con tus seres queridos.
Ese camino que transitamos toda la familia, amigos (¡cuántos y qué buenos amigos!), compañeros de trabajo, vecinos, nos deja lindos recuerdos, anécdotas y amor en nuestro corazón.
¡Te vamos a extrañar Papá!
Agradecemos a los doctores, enfermeros y personal auxiliar del hospital Durand, y en especial al doctor y amigo Matías Etchemendi.
Al personal de guardia del Hospital Ramón Santamarina, al doctor Diego Marino y a la enfermera Laura Sabelli”.
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