Necrológicas
MIRTA NOEMI ANCE DE MANZUR
El 9 de diciembre se produjo el deceso de Mirta Noemí Ance, hija de Orlanda Vaccaro y Juan Pablo Ance.
Era oriunda de la ciudad de Tandil y esposa de Aldo Pedro Manzur, con quien compartiera casi 50 años de amor puro e incondicional. Era hermana de María Angélica Ance y tía de su querido sobrino Pablo Pagés; madre de María de los Angeles Manzur de Basualdo -esposa de Cristian Pablo Basualdo- y María Julia Manzur, a quienes dedicó su vida de manera íntegra.
Mirta Noemí Ance era abuela de su amado nieto Bautista Pablo Basualdo, quien llegara a su vida para colmarla de alegría y transformarla en “Aba Mirta”, creando con él un vínculo verdaderamente especial.
Mirta Noemí Ance era conocida desde su juventud por los vecinos de Tandil, muchos de los cuales la distinguían como “la chica Bonafide”, recordando su trabajo en esta firma. Allí comenzaba su trayectoria en el rubro negocio, recaudando experiencia para -años después- abrir y desarrollarse en emprendimientos familiares donde se desempeñara laboralmente de manera eficiente y creativa en los distintos locales de venta que abriera junto a su esposo.
De forma conjunta los llevaron adelante, dedicando gran parte de sus vidas con mucho amor y esfuerzo a esa actividad que les permitiera hacer crecer y mantener dignamente a su familia.
Su última actividad -que también le diera grandes satisfacciones- fue dedicarse exclusivamente junto a Aldo Pedro Manzur (Rody) a la venta de sus propias artesanías y cuchillería, actividad que se sigue desempeñando en la actualidad bajo el nombre de Artesanías Fénix.
Sus allegados recuerdan que “como persona era una madre dedicada a su familia de manera íntegra, excelente esposa e hija, amiga de sus amigas de todos los tiempos, siempre presente, amante de los animales a quienes participaba como familia, persona confiable, noble, creativa y capaz, de buen gusto natural y obtenido de la escuela de Bellas Artes y Escuela 1 de esta ciudad, donde estudiara en su juventud y obtuviera las herramientas necesarias para la creación de sus objetos de arte y artesanías Mirta Ance.
Mujer de fe, con su sonrisa inigualable y su ‘don’ de gente, recolectó grandes afectos que la acompañaron hasta sus últimos minutos en esta tierra y quienes la mantendrán para siempre en sus corazones recordándola con inmensa alegría, en cada anécdota o historia compartida.
Nos queda un lugar vacío pero un espacio nuevo abierto en cada corazón donde vivirá para siempre. Aprenderemos a tenerte así, en el mejor de los recuerdos, confiados de algún día estar juntos nuevamente.
Si de algo estamos seguros es que estás junto a Dios, acompañada ahora de tu madre que tanto extrañabas, de tu papá y seres queridos.
Sentimos que estás a nuestro lado y nos reconforta el alma. Estamos agradecidos a la vida por tu presencia en nuestro camino, por eso le pedimos a Dios que te arrancara de tu enfermedad para llenarte de la luz que tanto mereces por haber sido una gran persona de enorme valor.
Toda tu familia pidió como milagro que no sufrieras y nos fue concedido, es por esta razón que aceptamos tu partida, sabiendo que nos costará la despedida, pero nos aferramos a un nuevo encuentro cuando la vida disponga.
En nuestros corazones por siempre: Aldo, María, Julia, Cristian, Bauti, Betty, Pablo, tu hermana del corazón Diana Lynch y Aldana Irigoyen, quienes te acompañaron como familia, tus vecinos de la calle Alsina, Tobías y Matías (tus perritos hijos), China y Olivia (tus gatitas), y amigos quienes te extrañan junto a nosotros.
Hasta siempre, unidos eternamente en el amor infinito”.
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JUAN JOSE KALLE
A los 83 años, el pasado 3 de diciembre, falleció un respetado vecino: Juan José Kalle.
Era oriundo de San Cayetano, donde había nacido el 9 de abril de 1932. Vivió en Buenos Aires, Maracaibo (Venezuela) y finalmente en Tandil, donde escogió las últimas cuatro décadas para afincarse.
Fue esposo fiel de María Salomé Repetto con quien tuvo tres hijas: María del Luján, Marta y Silvina.
Sus hermanos, nietos (Fernando, Franco, Daniela, Sergio, Natalia, Silvana y Angeles), Blanca Felipe (quien en los últimos años y tras enviudar se convirtiera en su inseparable compañera de vida), otros familiares y amigos elevan una cálida oración tras esta pérdida irreparable.
MATILDE BEATRIZ TALAMONTI VDA. DE CARNISETTI
El pasado 11 de diciembre se produjo el deceso de Matilde Beatriz Talamonti viuda de Carnisetti, una querida vecina que tenía 60 años.
Había nacido en Chillar y se había criado en Benito Juárez.
Al contraer matrimonio con Daniel Santos Carnisetti, se trasladó a Tandil, donde se desempeñó en la Protectora de Animales, mientras la familia iba creciendo.
Así llegaron sus tres hijas: Marcela, Mariela y Verónica; y sus nietos Carolina, Gustavo, Araceli, Melany, Máximo, Kevin, Milagros y Denis.
Hace poco más de dos años Matilde Beatriz debió soportar la pérdida de su compañero.
Hoy sus seres queridos la despiden con amor y reconocen en ella “un monumento de mujer, ejemplo de trabajo, sacrificio y amor a su familia”.
OSVALDO CUADRA
El 1 de diciembre dejó de existir el vecino Osvaldo Cuadra.
Había nacido el 30 de mayo de 1939 en Rauch y siendo muy chico se radicó en Tandil.
Inicialmente se desempeñaba en el Hipódromo como peón y más tarde fue cuidador de caballos, su pasión.
A los 23 años contrajo matrimonio con Ana María Salgado y luego nacieron sus hijos Rosana, Dante, Juan Carlos, Darío, Ariel, Fabiana y Gustavo. Su hermana Nilda también formó parte de sus afectos.
Con los años llegaron los nietos -28 hasta el 15 de este mes, día en que nació la número 29- y los 12 bisnietos.
Recordatorio
“Papá, Viejo querido: se te va a extrañar.
Sabemos que tus últimos días no fueron los mejores, pero te fuiste tranquilo y en paz. Los ángeles vinieron por vos para que te encuentres con el amor de tu vida, mamá.
Un agradecimiento enorme a Miguel, tu amigo, que te cuidó hasta el último día.
¡Gracias por todo Papá!”.
V ROSA PEREZ DE LUCAS
Cuando contaba con 89 años de edad, el 6 de diciembre último dejó de existir una respetada vecina tandilense, Rosa Pérez de Lucas.
Rosa había nacido el 26 de julio de 1926.
Dedicatoria
“Viejita, mi viejita: sólo sé que me dijiste ‘vamos a dormir un ratito las dos juntitas’, y nos dormimos.
Yo desperté, pero vos seguiste tu sueño. Me dejaste un gran vacío, ¿sabés?
Sólo te pido que me des fuerzas y valor para afrontar esta vida. Fuiste mi ángel, me cuidaste, me enseñaste y hoy soy lo que soy gracias a vos y a mi viejito.
Dios me bendijo con los padres que me dio. Te amo y te amaré eternamente.
Tu Chiquita: Soledad”.
HERMANA MARIA HILARIA MASCIONI
“Nuestra querida hermana religiosa de las Hermanas de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Castres (Hermanas Azules), Francia, falleció el 30 de noviembre pasado, a las 8, en Tandil.
Nacida en la ciudad de Balcarce, ingresó con dos hermanas suyas a nuestra escuela rural San José, en Balcarce, dirigida por las hermanas.
Es así como conoció a la Congregación. La mayoría de las alumnas vivían lejos, en el campo, por eso estaban pupilas en la escuela. Concurrían también otros niños más cercanos.
Recibían la educación primaria completa del programa nacional. Además se completaba con un programa integral de formación familiar -las mayores de 12 años, siempre acompañadas por una hermana, que desarrollaba el programa junto a ellas- que comprendía labores, cocina sencilla, cuidar pollitos, conejos, dejar todo en orden y -además- cuatro horas de clase para todos. También recibían formación religiosa, canto, oraciones. Los padres se alegraban del progreso de las niñas y niños. También las fiestas patrias, paseos y conocimiento de la fauna y flora; todo en un estilo familiar. Eramos ocho hermanas y había personal laico también.
La hermana María Hilaria y sus hermanas estaban muy contentas y a ella le encantó el estilo de vida y la misión de las hermanas.
Con el permiso de su familia, a la que le costó entender la vocación de su hija, ingresó muy joven a la Congregación. Después de su consagración, su primera misión fue en los colegios. Era una experta tejedora y bordadora, y muchas niñas aprendieron de sus enseñanzas.
Después de haber pasado por varias escuelas, la Congregación nos envía a distintas obras, según las necesidades de las escuelas.
Así llegó al Hogar de Niñas de la ciudad de Azul-Fundación de Damas de la ciudad y solicitó religiosas para atender a esas niñas que llegaban al hogar por serios problemas familiares y por orden judicial.
Las niñas eran de distintas edades y condiciones: desde bebitos, de dos a cinco años, otras de 12 y hasta 13 y 14.
La hermana María Hilaria cuidaba de las más chiquitas. Cada hermana se ocupaba de un grupo, con dormitorio, comedor aparte. El almuerzo era para todas, cada grupo en su espacio.
La hermana María Hilaria tenía un don especial para las bebas. Igual que una verdadera mamá, con mucho cariño y paciencia las alimentaba y cuidaba en todo (salud, orden, jueguitos) y les enseñaba todo. Ellas la querían tanto que la llamaban ‘Tía Hilaria’. Las llevaba al jardín… a las fiestitas…
Todas salían a pasear, a jugar afuera, al parque y a las fiestas que también ofrecían las damas y la gente de la ciudad, que apreciaba a la hermana y la obra. Las que eran aptas y les gustaba, terminaban el secundario.
Tenían sus vacaciones con algunas familias, aprobadas por el juez.
Algunas sin familia fueron adoptadas y venían a visitar a las hermanas con sus nuevos padres.
Después de varios años, también ella se enfermó y tuvo que dejar su amada misión.
Tras un largo cuidado de salud y descanso, llegó a las Casas de la Esperanza, a gozar con nuestra comunidad y disfrutar, pasear, compartir los talleres con los ancianos….
Vivió feliz, en comunidad, aunque su salud comenzó a deteriorarse. Pero -muy valiente- la llevó hasta el final con los cuidados de la comunidad y los excelentes médicos que la cuidaron con gran atención y cariño, sabiendo la gravedad de su corazón y sus pulmones.
Fue un dolor para todos, pero el Señor tiene su hora y donó a El con alegría y servicio para los más pobres.
Tenemos mucho que agradecer: el cariño de Cáritas; al padre Raúl Troncoso, que siempre acompañó a esta obra maravillosa; a la gente que colaboró generosamente para proteger a los adultos mayores; a las hermanas que también pasaron por la obra; a los abuelos por su cariño…
También agradecemos a los sacerdotes que oraron y celebraron: padre Fernando Lere, padre Pablo González y especialmente al padre Luis Bobe, que preparó la celebración, aquí en las Casas de la Esperanza, por decisión de nuestra hermana Cecilia -Provincial-; y a nuestras hermanas que viajaron desde Balcarce y Buenos Aires para acompañarnos en este momento de pena y dolor.
Sabemos que está feliz, junto a Dios, la Santísima Virgen que tanto amó, y sus seres queridos”.
Hermanas Azules, de las Casas de la Esperanza, Tandil.
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