Necrológicas
Semblanza de los vecinos fallecidos recientemente.
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JULIO ARGENTINO BALLESTERO
El pasado 22 de mayo, cuando transitaba sus 92 años, falleció en Tandil el vecino Julio Argentino Ballestero.
Había nacido en esta ciudad, el 18 de noviembre de 1923, y se desempeñó laboralmente hasta jubilarse en Obras Sanitarias de la Nación (en esa época).
Luego siguió trabajando muchos años en la Guardería Virgen de Begoña.
Junto a su esposa, que falleció en el año 2010, y otras personas de Villa Italia fue un incansable trabajador para que surgiera lo que hoy es el Centro de Jubilados de Villa Italia, ubicado frente a la Escuela 21, en calle Ameghino).
En el año 2000 por un tumor en el nervio óptico perdió la vista y ya se quedó en casa. Sin embargo, ello no le impidió seguir con su quinta (a lo que hace alusión su nieto), con la gimnasia, la bicicleta fija y las diarias caminatas.
Julio Argentino Ballestero fue una persona muy querida, con mucho empuje y jamás perdió su optimismo ni su fe, lo que le permitió disfrutar siempre de las reuniones familiares y de cada uno de sus dos hijos, sus cinco nietos y cuatro bisnietos.
Recordatorio
Su familia le brinda homenaje a través de un texto redactado por su nieto Andrés hace algunos años, que refleja la pasión que marcó su vida, bajo el título “Los tomates del Abuelo”.
“Delicados, rojos, formando una planta voraz y alta, son aquellos tomates cultivados por una persona que a simple vista parece joven. Al hablar con esa persona, cualquiera se daría cuenta que está llena de experiencia, esa experiencia que solo dan los años vividos.
Los frutos son algo especial, dotados de luz, crecieron como si supieran que su dueño no los puede ver, pero sí probar. Su dueño creció entre quintas y desde muy joven trabajó la tierra. El campo a temprana edad le quitó una luz pero no la esperanza, la gracia, el humor ni el amor. El no sabe que así como es, llena de ganas y esperanza a todos los que lo conocen.
Aunque el tiempo no le jugó a favor, conoció el amor, la abuela Juanita, y como si fuera poco compartieron más de cincuenta años, hasta que un día Dios se la llevó… como se lleva todo lo bueno que uno ama. Y con ese amor hizo dos críos que a pesar de que no saben trabajar la tierra, sí saben cuidarte hoy en día, con ellos también los nietos y bisnietos.
Nos deja mucho en la mente… quedará todo grabado para los que están y los que vendrán, sus historias, sus trabajos, pero más que nada la fuerza, la esperanza, el saber que los problemas por más pesados que sean hay que saberlos llevar, que detrás de todo lo malo hay vida y como dijo el dueño de los tomates… “Si no hay problemas qué clase de vida es” y luego dijo… ¡Que vengan los problemas!
La planta de tomates ya da buena sombra y Dios todavía no sabe cómo explicar lo de su vista. El dice que desde hace años vive de regalo, desde hace ya varios años que le quitaron los ojos pero no el hambre y da gracias porque su mente funciona a la perfección, da gracias siempre a muchas cosas… creo que esa es la clave.
Yo que relato en pocos fragmentos, si tengo que dar gracias, las doy por tener el abuelo que tengo. Lo que me dice vivirá en mí y es importante que sepa el amor que le tengo.
Desde ya, ¡gracias! Tu nieto más chico…”.
VICENTE ALVAREZ
El pasado 22 de mayo se produjo el deceso de Vicente Alvarez, un querido hombre cuya familia lo despide con sentidas palabras en las que resumió su vida.
“Se fue silenciosamente, como había vivido.
Con humildad enfrentó una vida dura desde chico, en el paraje El Solcito, donde creció y se desempeñó en tareas rurales. Lo hizo en el tambo Doña Adelina primero y luego con el Chino Carciochi (ya fallecido).
Hasta hace unos seis años estuvo con la familia Molina y allí fue sorprendido por un ACV.
A partir de ahí estuvo en el Hogar Santa Pilar primero y desde hace un año y medio en el Hogar San Bernardo, hasta su último día, rodeado de cariño y de una esmerada atención por parte de Angélica y Rubén Cicimarra, todo el personal y compañeros de la institución, a quienes sus familiares agradecemos profundamente.
Junto a los que nos precedieron, Vicente: ¡descansa en paz!”.
LUIS CARLOS LEZICA
El 24 de mayo pasado, a los 83 años partió el vecino Luis Carlos Lezica.
Había nacido el 2 de abril de 1933 en Juan N. Fernández, en tanto que desde niño y hasta su adolescencia residió en Mar del Plata, donde comenzó a trabajar en la construcción.
Con el correr del tiempo se trasladó a trabajar a Tandil.
En esta ciudad conoció a su esposa: Rosa Castillo, con quien tuvieron a su única hija, Cristina. Luego llegaron los dos nietos, Andrea e Iván.
Hace dos años residía en el Hogar de Ancianos San José, donde lo recibieron con los brazos abiertos, tanto los colaboradores como los compañeros.
La familia agradece muy especialmente las atenciones recibidas por parte de profesionales y personal del Hospital Municipal Ramón Santamarina.
Dedicatoria
“Vamos a extrañar esos viernes en los que íbamos a verte, esas miradas picaronas cuando te dábamos esas cosas dulces que no podías comer; esos cumpleaños que se festejaban y en los que a vos tanto te gustaba bailar.
Sabíamos que este momento llegaría, tarde o temprano. Pero no pensábamos que podría afectarnos de esta manera, con esta angustia al saber que no te vamos a volver a ver.
Nos reconforta saber que estás en un lugar mejor, al lado de Dios.
Siempre te vamos a recordar con una sonrisa. Hasta siempre”.
LUIS CARLOS GONZALEZ
A los 69 años, el pasado 21 de mayo se produjo el fallecimiento de un respetado jubilado metalúrgico, Luis Carlos González, conocido por su apodo de “El Zorrino” por sus allegados.
Había nacido el 22 de noviembre de 1946 en la ciudad de Rauch y tenía 13 hermanos, de los cuales lo sobrevivieron Rosa y Lolita.
Siendo joven, Luis Carlos contrajo matrimonio y se dedicó a las tareas rurales.
La pareja posteriormente se trasladó a Tandil, donde “El Zorrino” trabajó hasta su jubilación en la empresa metalúrgica Ronicevi. Luego montó un comercio en la zona de Quintana y Maritorena.
La pareja tuvo seis hijos (Alberto, Juan Carlos, Daniel, Miguel, Marceo y María), quienes le dieron una importante cantidad de nietos (Lucas, Marcos, Ruth, David, Pamela, Cintia, Miguelito, Melisa, Joshua, Priscila, Ian, Dinae, Paloma, Margarita, Abril y Morena).
Durante su último año, Luis Carlos vivió en la residencia Colón y su familia agradece la contención y el cuidado brindado por Ana y todo su personal.
También reconocen la labor de los profesionales Laura Lewin, Darío Agüera y Cristina Romero.
“El es la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Aunque esté muerto, vivirá. La esperanza eterna que tenemos los creyentes.
SUSANA POSE
El pasado 25 de mayo falleció Susana Pose, quien es recordada como una gran mujer por su familia, con sentidas palabras:
Vieja:
Todavía no podemos creer que no estés físicamente. Tu partida nos cuesta demasiado el hecho de ya no verte, no abrazarte ni escucharte.
Siempre estuviste presente en cada momento, dándonos consejos, retándonos, escuchándonos aunque no te interesara el tema y haciendo cosas que quizá no te gustaban pero que por nosotros las hacías.
Algo muy importante que te caracterizó es que siempre diste amor a cada uno sin hacer diferencias. Lo malo de todo esto es que nos habíamos “acostumbrado” a vivir cada momento con vos y es por eso que existe tanto dolor. Todo desapareció.
Este último tiempo nos demostraste ser una gran mujer, fuerte y luchadora. No vamos a olvidar que hiciste todo lo posible por seguir hasta el último segundo. Pero, por desgracia, nadie puede ir en contra de la naturaleza.
No debemos ser egoístas y pensar en lo mejor para vos. Hoy sabemos que estás feliz con tu mamá y papá, a los que tanto extrañabas, que ya no sufrís y que igualmente nos seguís cuidando.
Sos el nuevo ángel de la familia, esa luz que va a cuidarnos y acompañarnos en el camino que a cada uno nos toque vivir.
Las promesas que hicimos van a ser cumplidas, solo no dejes de guiamos…
Fuiste, sos y vas a ser un ejemplo de mujer para todos nosotros.
¡Te amamos, Vieja! Aunque ya no estés físicamente, seguirás estando presente en cada momento, en cada pensamiento y en el corazón de todos los que te queremos de verdad.
Que descanses en paz. Nos veremos algún día de nuevo, solo espéranos para el reencuentro con los brazos abiertos.
Tu familia
Empecé llamándote mamá con tres años; después abue, después abu, abuela, vieja y cuando me enojaba, Susana Beatriz, y hoy pasaste a ser mi ángel.
Nunca, jamás pensé llamarte “mi ángel” tan pronto. Pero no, Dios quiso que te fueras antes de tiempo y así fue, triste, duro, impensado, con enojos y llantos.
Finalmente te me fuiste, viejita. Cuánto más tenía para darte: egreso, farándula… hasta el título imaginaba compartir con vos. Y ahora, no, no imagino vivir esos momentos de felicidad sin vos, sin tu apoyo incondicional. Siempre ahí, detrás de cada pasito que daba, estabas orgullosa, con un beso, un abrazo y un ‘te felicito chiquita’, y -por supuesto- una gran sonrisa de por medio.
Qué feliz me hiciste, vieja. ¡Cuánto voy a extrañar esas charlas que teníamos, esas risas y anécdotas con vos! ¡Las llevo por siempre en mi corazón!
Cuánto amaba pelearte, porque de esa manera también trataba de demostrarte mi gran amor y admiración hacia vos.
Abuela, solo me faltó decirte gracias por acompañarme siempre. Desde donde estés seguí acompañándome y dame fuerzas para seguir adelante.
Descansa en paz, algún día nos volveremos a ver. Te amo. Yo te lo voy a cuidar, te lo prometo.
Lourdes
ANTONIO FALISTOCCO
El lunes 23, en las circunstancias oportunamente informadas, se produjo el deceso del joven piloto Antonio Falistocco, de 27 años.
En nombre de la familia, su mamá escribió:
“Anto nació en Tandil, en el sanatorio, una tardecita del 17 de julio de 1988. Hacía frío. Se hizo esperar, tanto que su papá fue a volar en ala al cerro y volvió para esperarlo.
Ese día entendí cuál era mi misión: ser mamá. Mamá de él y de Emilia, que llegó un año y siete meses después. Anto se esmeraba por cuidarla mucho. Crecieron en una casa con muchos árboles, un patio grande, casitas en los árboles; Simba, su perro, expediciones al bosquecito de la esquina con sus amigos, corridas bajo la lluvia, jardín y escuela primaria en el Colegio Dal, con el abuelo Paco y la abuela Teresa.
Siempre aviones por todos lados. Los fines de semana la salida era el hangar. Cerro Redondo, perros, caminata, rolers, aviones…
Secundaria en la Escuela Técnica 2. Idas en bici, siempre a último momento…
Adolescencia compartida con sus amigos y su hermana. Les encantaba salir, y mucho. Noches en vela de los papás…
Después: La Plata, a estudiar ingeniería, volar y volar la constante. Un día subiste a la escuadrilla y la llevaste lejos, lejos; y alto, muy alto. Tanto que te pudieron apreciar desde distintos lugares del continente y del mundo. El avión fue tu cuerpo; tus brazos, las alas.
Antoine de Saint- Exupery escribió y nosotros les pedimos:
‘Este es para mí el paisaje más bello y más triste del mundo. […]. Aquí el Principito apareció en la tierra y después desapareció. Miren atentamente este paisaje para estar seguros de poder reconocerlo. […] Y si por casualidad pasan por ahí, les suplico, no se apresuren, ¡esperen un poco justo bajo la estrella! Si entonces un niño se les acerca, si ríe, si tiene los cabellos de oro, si no responde cuando se lo interroga, adivinarán quién es. Entonces, ¡sean buenos! No dejen que yo esté tan triste: escríbanme rápido diciéndome que volvió…’.
Papá, Mamá y Emilia te abrazan en el corazón”.
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