Necrológicas
JUAN CAYETANO ENNIO BERTE
Recibí las noticias en tu email
“Yani: naciste el 12 de julio de 1929 en Piacenza (Italia), te criaste y viviste hasta la adolescencia en la chacra que tus padres: Ermelinda Zotti y Vittorio Berté, tenían en Cadeo.
Fuiste hermano de Camilo, Amelia, Argía, Lino Orielle y María.
Después de los resultados de la guerra y buscando tu camino, te embarcaste rumbo a la Argentina, con los abuelos y tía María. En Buenos Aires los esperaba tío Camilo. Con él te iniciaste en lo laboral y más tarde también en lo afectivo, ya que te casaste con la sobrina de tu cuñada, Edith, mamá.
Allí en Palermo, nacieron tu hija Rosana y año después Liliana. Con ansias de independencia compraste tu casa en Banfield, donde pusiste un negocio para mamá y otro para el abuelo, y vos te vinculaste laboralmente con las bodegas Pángaro y Peñaflor, más tarde te uniste a Filippini y a Falasco. En el transcurso nació en el hospital de Lanús tu único hijo varón: Sergio y años más tarde en el hospital de Lomas de Zamora nací yo.
Cambiando el rumbo y para mejorar la calidad de vida, en diciembre de 1974, instalaste a toda la familia en Tandil, junto con tu esposa (para vos Petisa), abriste tu empresa de Distribuidora Mayorista de Vinos
Fuiste un trabajador incansable, voluntarioso, sacrificado, visionario y muy inteligente. Te considerabas y te considerábamos líder, cacique de la tribu, porque con el tiempo la familia se agrandó con tus yernos, con José Luis, a quien querías como un hijo más, con tu nuera Mónica; con tus nietos: Alejandro, Luciano y Arianne, Nicolás, Marina, Daniela, Soledad, Rocío y Juan; con tus nietos en el afecto: Tito y Vero; con tus bisnietos: Agostina, Jazmín, Amparo,
Olivia, Zamira y su bisnieto en el afecto: Santino.
En estos últimos tiempos fueron muchas las veces que nos dijimos “te quiero”, va una más “te quiero, viejo”.
¡Gracias por transmitirnos con tus aciertos y desaciertos, tus aprendizajes! Gracias maestro por tus enseñanzas.
Con tu fortaleza, solamente vos, sabías cuánto, cuánto sufrías, hasta que le pediste a Jesús que te llevara, y ese mismo día: 13 de diciembre, tu alma lúcida y evolucionada se liberó de tu cuerpo doliente. ¡Gracias por todo y de todo! Todos te queremos, todos extrañamos no verte. Estás, estás en todo momento y en cada lugar. Gracias a Dios te siento. De tu exclusividad, Chabela ¡hasta pronto Papá! Dios quiere que así sea, en su paz!”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
JUAN ALBERTO ARENAS
“Papi: te fuiste el 8 de diciembre, dejaste un dolor y un vacío enorme. Fuiste un gran papá y así te vamos a recordar. Te extrañamos mucho, es difícil llegar a casa y no verte, es difícil saber que ya no podrás compartir más la mesa, un cumpleaños o simplemente una charla.
Pa sabemos que pusistes todas tus fuerzas para salir adelante, hiciste hasta el último esfuerzo por quedarte con nosotros, diste todo hasta el último suspiro para mirarnos, luchaste contra todo y ese es el ejemplo que nos dejaste, el no rendirte, elegiste el día de la Virgen para irte con ella.
Sabemos que ahora no sufrís, ya no sentís dolor y allá con los tíos y abuela están cuidándonos. Te vamos y te estamos extrañando. Nosotros cuidaremos de mamá para que cada día sea un poquito mejor. Te superamamos papi.
Tus hijas Rosana, Stella, Claudia y Cristina, tu compañera durante 43 años siempre al lado en buenos y malos momentos, te cuidó hasta el final, le queda el consuelo de saber que hiciste todo lo que pudiste.
¡Descansa en paz, papi, es el deseo de tus hijas y tu esposa Rita, tus nietos: Anabella, Antonella, Emiliano, Leandro, Sabrina, Lucas, Tomás, Camila, Lautaro y tu ahijada nieta Delfina; tus yernos Héctor, Darío y Pablo. ¡Te extrañamos, pa!”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
RAQUEL DURSO
“El pasado viernes 28 de noviembre falleció Raquel Durso. Tus amigos y compañeros del Coro Municipal de la Tercera Edad, su director Martín Tumbarino al igual que tu hijo Amilcar y tus queridos nietos Danilo y Andrés lamentan profundamente tu partida.
Te extrañaremos siempre, pues eras una integrante cumplidora y fiel, que llevabas el coro en tu corazón ¡Descansa en paz!”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron cremación en el Cementerio de Dolores.
JUAN TURRI
“Nacido en Italia, en un pequeño pueblo llamado Filicaia, en la muy hermosa Toscana, el 23 de abril de 1931.
Con apenas 18 años, Juan Turri llegó a Tandil el 1 de enero de 1951. Caminó junto a Assunta, su esposa, 60 años de matrimonio, formando una hermosa familia.
Construyó un camino de amistades profundas y sinceras, desde sus inicios en Metalúrgica Tandil hasta este presente.
Un camino que dejó de transitar físicamente el 10 de diciembre de 2014, pero que vive por siempre en su familia y en todos aquellos que lo reconocen y valoran como un hombre de bien, de sonrisa y palabra franca y sincera.
Una gran persona que vivirá por siempre”.
ESTER CLARA GUERRA
El jueves 6 de noviembre se apagó una luz y se encendió una estrella; nadie llenará el vacío que nos dejó la ausencia de Ester Clara Guerra. Fuiste para todos como nuestra mamá, siempre permanecerá tu espíritu iluminando nuestros días con la misma fuerza con que tu presencia la iluminó alguna vez.
Partiste con tan solo 69 años, luego de pelearla tanto.
Ester nació en esta ciudad el 25 de agosto de 1945, en el seno de una familia conformada por sus padres Claro Guerra y Elcira Villalba, junto a sus hermanos: Ana, Toto, Gogo, Pira, Pichi y Martincito.
Realizó su trayectoria de la educación primaria en la Escuela N° 22 de Villa Laza; luego hizo el secundario. Cuando lo terminó se dedicó a estudiar Enfermería; su cuñada Elenita, que ejercía esa profesión, la incentivó a que estudiara esa carrera que a ella tanto le gustaba.
Ester estudió enfermería en la Cruz Roja y hacía las prácticas en el Hospital Ramón Santamarina y a la vez trabajaba para solventar los gastos de su carrera. Cuando terminó los estudios viajó a Buenos Aires a recibir su tan anhelado título.
En 1968, con tan solo 23 años entró a trabajar en el Sanatorio Tandil, primero estuvo en Neonatología, mientras en ese tiempo se iba perfeccionando y hacía cursos en Buenos Aires, se recibió de Instrumentadora y a partir de allí comenzó a trabajar en la parte de Quirófano, como Instrumentadora.
El único amor de su vida fue su marido Oscar Salomone, con quien compartió muchos momentos felices.
Cómo olvidarnos de tu anécdota del arroz con leche con tu hermano Martín, eran los dos tan fanáticos de ese postre, que un día Ester se había enojado, porque su hermano menor se lo había comido todo, y ella no paraba de llorar; entonces su mamá Elcira le hizo otro postre para ella y le dijo que se lo iba a tener que comer todo, que no dejara nada, pero llegó el momento que no quiso más, y fue desde ese día que no volvió a comer arroz con leche.
En su adolescencia iba a los bailes de campo y boliches bailables, con su amiga Mirta Zampatti y eran acompañadas por sus madres. Entre sus grandes amigas también estaban Marta Patti, Elena Tangorra y Joaquina Graneros.
Ella amaba a sus fieles compañeros, sus perros y gatos, eran como sus hijos, siempre estuvo rodeada por animales, a los cuales cuidaba y protegía, y nunca les hacía faltar nada, como así también adoptaba a aquellos que no tenían hogar. Siempre les brindó un gran amor y respeto, como lo hacía también con todos nosotros.
Su hermana Pira recuerda cuando pasaban hermosos momentos juntas, donde le enseñaba a tejer a Ester, y hacían viajes de pesca, donde su hermana llevaba libros para leer bajo las plantas.
Una vez que aprendió a tejer, en sus tiempos libres tejía hermosas cubrecamas, bufandas y diferentes prendas, que quedarán en el recuerdo de todos.
A sus sobrinas les enseñaba a tejer siempre con prolijidad y paciencia.
Ella tuvo mucho cariño por sus padres, los cuidó con mucho amor, y no se apartaba de ellos, ni en los momentos más difíciles ella siempre estuvo ahí, los cuidó y atendió ejerciendo su tan amada profesión de enfermera.
Siempre recordaremos la navidades donde estábamos todos reunidos, y bailábamos hasta tarde, todos en familia. Cómo olvidar esos domingos reunidos en familia para ver el TC y cocinabas esos tucos con pollo, tan característicos tuyos; así como también esa habilidad de hacer postres, todos siempre te reclamábamos que nos hagas sabayón, en especial su hermano Pichi.
¡Las lágrimas caen de nuestros ojos, pues una gran mujer partió al Cielo junto a Dios! Pero recordaremos que mientras estuvo entre nosotros siempre fue una persona maravillosa que actuaba de corazón. Que Dios la tenga en la gloria, que descanse en paz. Te vamos a extrañar un montón y siempre estarás presente en nuestros corazones y te recordaremos para siempre: tu esposo, tus hermanos, tus sobrinos, cuñados y amigos”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
AURELIA ELOISA ZAPICO
“A los 87 años nos dejó Aurelia Eloisa Zapico para reunirse con Dios.
Te vamos a extrañar, pero sin dolor, porque sabemos que el Señor te vigila y cuida.
Tus hijos: José A. Castilla, Eduardo Juan Castilla, María del Carmen Castilla y Teresita R. Castilla, tus nietos y bisnietos”.
MARTA ESTER GARCIA de PEREZ PORCIO
El pasado viernes 5 del corriente falleció Marta Ester García de Pérez Porcio.
“Una luchadora a la que despedimos como tal
Fue la benjamina de una familia numerosa compuesta por sus papás y sus hermanos Raquel (f), Aldo (f) y Noemí que hoy la extraña con el alma.
Siendo muy jovencita conoció a quien sería el amor de su vida y su marido durante 44 años, Eduardo Pérez Porcio con quien tuvo dos hijos: Carolina y Leandro y dos nietas: Sol y Rocío y una nuera a quien quiso como otra hija más, Marién.
La vida de Marta no fue fácil pero siempre estuvo contenida por el amor de los suyos, las ganas de vivir y el apoyo incondicional de su esposo. Fueron grandes compañeros de travesías y aventuras juveniles y ya casados se fueron al sur buscando un mejor futuro para sus pequeños hijos.
Las vueltas de la vida los trajo nuevamente a la ciudad que los vio nacer y siguió la lucha de Marta contra una enfermedad a la que peleó con uñas y dientes por más de treinta y cinco años… artritis reumatoidea, un padecimiento que quería impedirle hacer una vida normal pero que ella no estaba dispuesta a aceptar.
Fue una de las fundadoras del grupo Amar Tandil que se convirtió en un espacio interdisciplinario y recreativo. Su espíritu luchador la mantuvo viva a lo largo de estas más de tres décadas, sus ganas de vivir, los tratamientos médicos y el amor de su familia, sus sobrinos, sus amigas también incondicionales fueron condimentos importantes para su existencia.
Porque Marta se hacía querer, era una persona que al que visitaba su hogar lo hacía sentir bienvenido en todo momento y allí nomás preparaba el mate acompañado de esas cosas ricas que cocinaba. Hacía de las pequeñas cosas la fiesta más grande.
Marta no se destacó como una de esas personalidades que suelen salir a menudo en el diario; sin embargo, sus cualidades humanas la hicieron tan, pero tan valiosa que era un placer compartir con ella la vida, porque era divertida, gran viajera y sabía escuchar, algo que en la actualidad no es demasiado frecuente.
Su enfermedad la llevó más de una vez a tener que ser internada, operada y desde hace unos años dializada a la espera de un trasplante de riñón. Y hace pocos meses se dio una posibilidad y para La Plata salió con su marido llena de esperanza y gozo. Lo suyo no pudo ser y volvió a Tandil a seguir en diálisis.
No obstante pareció que algo había cambiado. No se lo dijo a muchos, pero había vuelto desilusionada y con pocas esperanzas, aunque su entorno la animó a seguir peleando y lo hizo. Poco a poco comenzaron a surgir más y más complicaciones y la batalla se hizo cada vez más difícil. Ella sabía que no era justo tanto padecimiento, porque era una persona que no tenía maldad, que había criado a sus hijos con amor, que adoraba a su marido y sus nietas, su familia, amigos. Una vez se preguntó ¿por qué me pasan tantas cosas juntas si no le hago mal a nadie? Le dije que esa pregunta no tenía respuesta desde la razón.
Marta poco a poco, aún sin darse por vencida, pero con pocas fuerzas decidió seguir aceptando tratamientos médicos altamente invasivos. Pero las ganas de vivir no se las quitó nadie. Nunca, ni en el último momento de su vida.
Y es tanta la pena que sentimos por su partida que estamos “consternados y rabiosos”, parafraseando a Mario Benedetti. No se merecía tanto dolor. No.
El lunes pasado rodeada del amor de los suyos su corazón le suplicó: “Ya está Marta, descansemos” Y le hizo caso, porque si bien dejaba en la tierra sus grandes amores sabía que en el cielo la estaban esperando, al menos, un par de ángeles.
Marta: Tu vida fue un ejemplo de entereza. Tu matrimonio fue un ejemplo de compañerismo. Tu marido dijo que también eras un ángel, su “negra” querida, su incondicional. Tus hijos, nuera y nietas hoy están confundidos y tristes. Tu hermana Noemí despidió a la benjamina y no tiene consuelo.
Y yo “Martita querida”, he perdido una cuñada-hermana y amiga. Y es muy doloroso.
Es grande la pena.
Te vamos a extrañar muchísimo siempre. Es una promesa.
Descansa en paz”.
Ana Pérez Porcio.
Este contenido no está abierto a comentarios