Necrológicas
RAUL JUAN MENICI
En la ciudad de Mar del Plata, donde residía actualmente, el pasado viernes 8 del corriente falleció Raúl Juan Menici, un querido y respetado hombre que contaba con 81 años de edad.
Raúl era hijo de Eugenia S. Poli y Juan Menici, ambos ya fallecidos y hermano de Carlos (f), María (f), Elvira (f), Nelly, Luis, Rafael y Juan.
“Raúl, yo se que entre las estrellas más hermosas, nos estás guiando y cuidando, a tu amada hija Silvia y tu nietito Gianfranco, junto a tus padres, tu esposa Marta (Martín como vos le decías) y tu nietito Giovani, todos juntos desde el Cielo junto a Dios y tus hermanos que ya partieron, sé que a pesar del dolor de haberte perdido, de no verte, ni escucharte, estás con nosotros en cada latido de nuestro corazón.
Raúl qué gran persona que eras, gracias por tus enseñanzas que dejaste, humildad, honradez y siempre ayudando al que necesitada; gracias Raúl, te recordamos con profunda emoción, siempre te recordaremos, le rogamos a Dios por tu eterno descanso. No es un adiós sino un hasta luego ¡que en paz descanses! Tu hermano Juan, tu cuñada Cristina “Chichi” y tus sobrinos Ale y Gu.
MARTA ELENA RENIS de NOCERA
El pasado sábado 9 del corriente se apagó la vida de Marta Elena Renis de Nocera, una querida y apreciada mujer que contaba con 78 años de edad. Sus seres queridos escribieron en su memoria:
“Querida Mamá: que Dios te reciba a su lado y desde allí nos alumbres el camino. Por siempre te seguiré amando… chau ´´Pepa´´.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
ROSA CASTILLO de LEZICA
El pasado miércoles 6 del corriente se apagó la vida de Rosa Castillo de Lezica. Sus seres queridos escribieron en su memoria:
“Mamá: partiste dejando un gran vacío en nuestras vidas. Siempre estarás en el corazón de tu familia.
Fuiste una excelente madre y mejor abuela. Que Dios te tenga en la gloria.
Esposo, hijos, nueras y nietos elevan una plegaria por el eterno descanso de su alma ¡Se te va extrañar Mamita!”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
LUISA ISABEL PIOLI de ARNAIZ
“Mamá, sabemos que entre las estrellas más hermosas y las nubes estás bien, sólo hay paz, amor y perdón. Nos ponemos tristes por tu ausencia, no te podemos ver, ni escuchar, pero estás con nosotros a toda hora, en cada latido de nuestro corazón, en cada lágrima que derramo por vos.
Esta es la ley de la vida, pero te fuiste muy pronto.
Miraremos al Cielo y veremos la estrella que más brilla. Estamos contentos por todo lo que pudimos compartir y te agradecemos por todo.
No fue un adiós, sino un hasta luego. Te amamos mucho, siempre estarás a nuestro lado y nos guiarás. Gracias por todo, te vamos a extrañar.
Pablo y Gaby; Tu esposo José Carlos Arnaiz; tus hijos Pablo y Gabriela; tus hijos políticos Pablo García y Mariela Barrientos; tus nietos Martina y Laureano Arnaiz, Victoria y Emilia García; tu hermana Susana Pioli; tus cuñados, sobrinos y demás familiares ¡Siempre te recordaremos!”.
JOSE PIZZATI
“Viejo querido: amanecer el día después es tan triste como divino. Está entre lo que busco y encuentro entre lo que doy y recibo.
Amanecer el día después puede que hasta nos de un respiro. Es que no existe la comprensión, es el consuelo de Dios, el poderte llevar donde vaya conmigo.
Amanecer el día después depende de que yo le dé ese sentido, así como sentir que hoy puedo abrazar todo tu ser.
Amanecer el día después es más que seguir en camino, pues de ser así se consumiría con el tiempo como la tinta con la que te escribo.
Amanecer el día después es vivir el camino, es nutrirme de lo bueno que sembraste en mi y que hoy cosechas donde has de vivir.
Amanecer el día después es mirar el alto Cielo, es darte las gracias por no pretender ser sólo un recuerdo, es darte las gracias por haberme convencido de que hoy estás aquí viviendo conmigo”.
De tus hijos: Juan, María, Graciela, hijos políticos, nietos y bisnietos.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque Pradera de Paz.
IRENE CARNIR de DI BELLO
El pasado jueves 7 del corriente dejó de existir Irene Carnir de Di Bello, que contaba con 97 años de edad.
Irene nació en Rivo di Paluzza, provincia de Udine (Italia) (zona del Friuli); su terruño era La Carnia, pueblito en plenos Alpes, distante 15 kilómetros de la frontera con Austria.
Vivió y sufrió las penurias y atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, dado que su zona fue castigada brutalmente por alemanes y rusos, que entraron justamente por la frontera de “Passo Monte Croce”, junto a su madre, dos hijitos y su marido (escapado en la montaña), pasó vicisitudes de mucho temor, peligro y miseria. Finalmente pudieron embarcar rumbo a América (Argentina), llamados por su padre Amadeo Carnir (5-2-1949), quien hacía años que había emigrado junto a su hermano a este bendito suelo argentino.
Llegaron a Buenos Aires el 28 de febrero de 1949, luego de 23 días de navegación.
La familia llegaba y se integraba con mamá Irene, papá Anselmo, sus hijos Fiore y Cesar y la nona Ana (madre de Irene). En muy poco tiempo se fueron integrando al vecindario de Villa Italia, gente predispuesta a ayudar y dar confianza a estos extranjeros.
Quedó atrás el sinsabor, la tragedia, el temor y llanto, dando paso a una experiencia nueva, hermosa y gratificante, donde merced al trabajo y sacrificio mancomunado de toda la familia y amistades, fueron construyendo su casa.
No todo fue color de rosa, el amor de mamá y papá sorpresivamente se vio truncado, ya que papá Anselmo fue víctima de un accidente callejero, un camión chocó su motocicleta el 29 de junio de 1968, contando con 53 años de edad.
Luego siguió nona Ana (pilar de la familia) que se apagó el 9 de marzo de 1970 y posteriormente su esposo Amadeo, vinculado siempre a la firma Magnasco y Cía, sección fábrica La Tandilera, el 21 de mayo de 1973.
Pese a quedar sola con sus dos hermanos, luchó y supo llevar adelante la pequeña familia, dando siempre ejemplo de honradez, laboriosidad y respeto. Ella inculcó en el hogar cristiano, todo lo bueno, evidenció que solo con sacrificio y esfuerzo personal, se puede avanzar honestamente en esta vida.
Siempre recordaba su terruño con gran nostalgia, sus parientes y amigas, su casa, su pueblito. Fue una madre ejemplar, con sonrisa a flor de fiel y nostálgicamente cantaba con sus hijos y amigos en reuniones festivas.
“Mamá querida, no sabés el vacío que dejaste, tu casa siempre cerrada, añora tus cantos, tus trinos mañaneros. Eras una mujer que supo granjearse el aprecio de todos los que te trataban. Pensamos que de tu vida podría escribirse –sin lugar a dudas- un libro, un best seller.
Mamá, estamos convencidos que el Señor Dios te permitirá prontamente verte con tus padres y esposo. Imploramos al Señor, para que con su inmensa misericordia, te colme de gracia y albergue en su dominio celestial.
Mamá, tú no te fuiste, no nos abandonaste, simplemente doblaste el recodo del camino. Siempre recurrimos a ti, en nuestro recuerdo estará presente. Añoramos tu presencia física, tu ternura, tu aliento, tus consejos y caricias ¡Te queremos Mame! – Fiore – Cesar y la gran familia que supiste formar”.
FRANCISCO JOSE THOMAS “El pasado domingo 10 del corriente nuestro padre Francisco José Thomas “Coco”, nacido en Colonia La Lola, provincia de Córdoba el 12 de noviembre de 1937, casi por cumplir 76 años nos dejó físicamente. Fue agropecuario, actividad desarrollada en su Córdoba natal.Por cuestiones de salud lo trajimos a Tandil a vivir para darle los cuidados que él necesitaba por su estado. Quiero que sepan que cuando uno tiene un familiar enfermo hay mucho recurso humano al servicio de la salud.Sólo nos queda pendiente agradecer a la gran cantidad de personas que estuvieron a disposición de nuestro padre e indirectamente a la nuestra.Al hogar El Arcángel, a todo su personal,particularmente a Marcelo, Ileana, Gabriela y Vivi que eran sus preferidos, es aquí donde vivió sus últimos dos años donde estaba cuidado y contenido… gracias a Irene Equiza que nos acompañó en este proceso con mucha profesionalidad y compromiso, al doctor Miguel Cufré gracias por el tiempo que le dedicaste.Al personal médico, enfermeras y mucamas de las salas III y IV del Hospital Ramón Santamarina, hemoterapia, rayos, laboratorio, personal de seguridad, camilleros, a la doctora Rojas tan afectuosa y profesional.A la guardia del hospital especialmente al doctor Odriozola que recibió a nuestro padre; a las enfermeras, camilleros, mucamas… ¡mil gracias!A Emilse, Rosa y Valeria, Erica que nos acompañaron en el trance más difícil que fue su final… graciasA Marta que no solo le dio a nuestro padre el afecto, el cariño y su entera dedicación sino a la familia le diste la fuerza para seguir el día a día, mostrándonos la luz y la esperanza de seguir adelante… ¡eternamente gracias!Y a todas las personas que de una u otra manera estuvieron involucrados familiares y amigos que acompañaron con la fuerza de la oración al padre Fabián Gerez que estuvo desde la espiritualidad acompañándonos hasta último momento…Mil gracias a todos …no hay mejor cosa que agradecer las cosas buenas que nos dan los seres humanos cuando uno está pasando un momento difícil…Silvia, Carmen, Betina y Laly – hijas de Coco”.Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el Cementerio Municipal.
EMA VALERIA LOPEZ de SILVA
“Nos acostumbramos a verte reír, llegar a tu casa y verte con el sombrero grande y tus guantes haciendo cosas en el patio. Siempre había algo para contarnos, una noticia de la radio, del diario, la historia de fulano de tal, y te sentabas contenta de escuchar cómo iban nuestras cosas.
Pero las noticias a veces también eran tristes y te emocionaban hasta las lágrimas, con las manos en tu pecho, tomando tu crucesita nos decías, “nena, vos viste lo que ha pasado, Dios mío…”.
Llegamos mirándonos la ropa, no fuera cosa de haber elegido justo un jean con flecos o mucha ropa negra, seguramente nos dirías que a eso le falta un ruedo… te gustaba verme vestida de colores, con pollera y como toda una mujer, “no cambies nunca, seguí así, siempre, siempre linda”.
La vida me dio la oportunidad de disfrutarte como abuela, y estos últimos meses más, despertar todos los días e ir a saludarte, despedirme si viajaba, me tomabas de la mano y no hacía falta más… “cuidate mi bichito de luz”.
Tu corazón era muy fuerte y muy grande, y el día que te despedimos el tío, sabiamente dijo que aún no teniendo hijos, tuviste más hijos que cualquiera… nos diste amor a todos los que tuvimos la suerte de estar cerca tuyo.
Escuché decir “era mi segunda mamá” y como no sí sólo sabías de dar, escuchar, ayudar y preocuparte por todos. La última vez que hablé con vos, fueron tus últimas palabras para mí y sentí que te habías dormido. Guardé uno y otro recuerdo en mi memoria de las cosas que charlábamos, tratando de no olvidar tu sonrisa contagiosa. Pasaron muchos meses y aunque no volviste a ser la misma, supiste que estábamos ahí, día a día sosteniendo tu mano. Tus sobrinos, tus nietos, los grandes y chiquitos.
Me diste un amor que no conocía, la posibilidad de compartir cosas con vos, momentos lindos, de abuela, de tía, de como deseemos llamarte… para casi todos la tía Enna, para los vecinos, para los nenes que iban a hacerte los mandados, los que encontraban en vos una señora educada, de modales, de carácter, delante de la cual no había que hablar de mal modo, ni en secreto… pero también solidaria, frágil y sensible.
Tenía que escribir desde el amor de todos como familia, pero me fue imposible no traer mis recuerdos individuales. Cada uno guarda una imagen y las palabras que más lo lleven a vos, trataremos de retenerlas para que en estos meses no sean tan duros lo momentos de extrañarte.
Todavía siento tu voz, todavía me gustaría ir a saludarte cuando llego, todavía tengo la sensación de tus manos sosteniendo las mías. Todavía escucho tu risa.
Una mujer que cuidó de su familia entera, una mujer de esas que uno es afortunado al encontrar… incondicional tía Enna. Todos vamos a extrañarte, pero nos queda la paz de saber que unidos como siempre cuidamos de vos, y unidos nos ves de ese lugar que haya elegido Dios para vos. Nos quedamos tristes pero también orgullosos de haber sido parte de tu vida. Gracias por tu luz. Me la transmitiste, junto a tus consejos y a tu bondad por el otro…
Me quedo viéndote con tu sombrerito, paradita en el patio, esperándonos.
Te queremos para siempre, tu familia, la gente que acobijaste en tu corazón y yo… que siempre voy a ser tu bichito de luz”.
Sus restos, previo velatorio, recibieron inhumación en el cementerio parque El Paraíso.
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