Nos dejó Osvaldo Guillot
A finales de la década del ’40, la labor del “profe” Torrenti y la colaboración invalorable de Oscar “Cacho” Cúperman producían uno de los hechos más positivos en el club Independiente: los jóvenes Osvaldo Guillot, los hermanos Pizzorno, Bonini, “Cacho” Equiza, Enrique Pagés, los hermanos Lunghi, Lafourcade, Paso, Cereghetti y Esnaola, entre otros, conformaban los equipos de cadetes y juveniles, de ellos muchos completaban el banco de la primera división rojinegra.
Eran años en los que el amateurismo primaba en los deportes de la ciudad, muchos de aquellos jóvenes se peleaban para entrar a la cancha con el botiquín, ni hablar si le daban la camiseta para estar en el banco. Era el paso para jugar unos minutos cuando el equipo ganaba sin contratiempo.
Ese equipo de los “rojos”, integrado por el “Abuelo” García, Cúperman, Alberto “Tite” García, el “Loco” García, “Carlitos” Magaró, Héctor Torrenti, Del Castillo, el “Flaco” Blanco y Goñi, despertaba la admiración, y compartir minutos en cancha con alguno de ellos era como tocar el cielo con las manos.
Osvaldo Guillot era toda una promesa y por ello quien más veces integraba esa primera división. Tenía una excelente visión para el cesto, su gancho bajo los cestos provocaba numerosos dobles. Eran tiempos en los que los dirigentes suplían con su esfuerzo la falta de recursos: Antonio Lapera, Humberto Marzoratti, Pablo Guanziroli, Walter Levy y Gabriel García Lunghi fueron técnicos, delegados y ocupaban cuanta función en pos de los resultados se realizaban.
Osvaldo fue un correcto deportista, solamente se dedicaba a jugar, no tuvo en su haber una falta técnica ni expulsión, siempre lo acompañó una sonrisa, en el doble convertido o en la falta no cobrada. Tal es así que sus compañeros le decían “sonrisal”, que no se borraba pese a alguna crítica que se le hacía. Su buen carácter distendía a sus compañeros y era apreciado porque a la solidaridad no la proclamaba, sino que la practicaba.
Sin lugar a dudas, hoy estarás jugando en la eternidad, reencontrándote con aquéllos que fueron integrantes del rojinegro o adversarios que supieron valorar tu hombría de bien, dentro y fuera de los escenarios, y tu generosidad al servicio de los demás. Tu club: Independiente, y los muchachos de la barra de Quilmes te dicen adiós, siempre estarás en nuestros corazones.
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