Obama rechazó los planes para aumentar la presencia militar en Afganistán
En particular, el presidente quiere una mayor concreción sobre el tipo de tareas que llevarán a cabo los soldados de refuerzo, y un calendario para su posterior retirada, un asunto políticamente clave para aplacar el previsible descontento de las bases demócratas ante una escalada militar.
Según el diario El Mundo, los EEUU están a punto de entrar en su noveno año de guerra, y Obama no quiere dar la impresión que la de Afganistán es una guerra sin fin, especialmente en un momento que la oposición a la guerra está creciendo en las encuestas.
Se espera que Obama, que recibió duras críticas de la oposición republicana por dilatar en exceso la toma de una decisión sobre la reevalución de la estrategia militar en Afganistán, presente su nueva política entre la vuelta de su gira asiática, el 19 de noviembre, y el día de acción de gracias, el 29 de noviembre.
Las reservas de Obama ante los planes llegan poco después de que el del embajador de los EEUU en Afganistán, Karl Eikenberry, le haya mostrado su escepticismo respecto a una escalada militar que no vaya acompañada de cambios de actitud importantes en el Gobierno de Hamid Karzai, cuya legitimidad se vio comprometida por un controvertido proceso electoral, y por la enorme corrupción de su administración.
Según se pudo saber, las cuatro opciones que le presentaron a Obama iban de un aumento de 40.000 efectivos, la opción preferida por el general McChrystal, máxima autoridad militar en Afganistán, en su informe de finales de verano, a un ligero aumento de unos pocos miles de soldados. Más allá de estas diferencias, todas ellas pasan por dar una mayor importancia a las tareas de protección de la población afgana, en detrimento de la persecución y combate de los talibanes.
El vicepresidente Joe Biden, el jefe de gabinete, Rahm Emmanuel, y el presidente de la Comisión de Exteriores del Senado, John Kerry, son del mismo parecer que Eikenberry. En cambio, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario de Defensa, Robert Gates, son más bien cercanos a las tesis de los generales McChrystal, y Petraeus.
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