Orgullos excepcionales
Dijo la directora de Turismo, Susana Ugarte, que el cierre de La Posada de los Pájaros fue un ?cimbronazo? para el sentimiento de los tandilenses.
No es desacertada la alegoría de la funcionaria. Muchos de nosotros hemos sentido una suerte de orgullo propio cuando en otras ciudades nos nombraban las bondades de la Posada. Orgullo propio, en tanto y en cuanto, el concepto no signifique propiedad. Pocos tandilenses han podido disfrutar los beneficios de este spa y muchos de ellos ?diría la mayoría- lo conocen de lejos, desde la avenida Don Bosco.
Pero bueno, si nos sentimos orgullosos cuando nos enteramos que el bueno de Piquito Mónaco se va a casar con la linda de Luisana Lopilato ?matrimonio del cual pocos beneficios obtendremos-, por qué no sentir orgullo propio por La Posada.
Pero superado el ?cimbronazo? que describe Ugarte, bien podríamos sentarnos a pensar ?sobre todo quienes tienen la obligación de hacerlo- acerca de estas pretensiones de ser una ciudad turística, de los supuestos beneficios que conlleva para toda la comunidad. De lo quizás hemos perdido. De lo que tal hemos de ganar.
Escuchamos al administrador de La Posada decir que el nivel de ocupación había disminuido, que los equipos de fútbol ya no ven con buenos ojos venir a la ciudad porque las canchas de fútbol son un desastre. Hemos leído en esta misma página muchos comentarios de lectores que critican los niveles excesivamente caros de las tarifas por estadía en una cabaña o un hotel en Tandil.
Nos enteramos, a través del director de Planeamiento y Obras Públicas, Mario Civalleri, que el nuevo dueño de La Posada ya presentó tres proyectos de ampliación: dos fueron rechazados y el último está en estudio.
Llama la atención, en principio, que cuando la directora Susana Ugarte además de hablar del ?cimbronazo? dijo que el tema del posible cierre era ?incierto?, también debió decir que el Ejecutivo ya lo estaba manejando y que, en algún sentido, depende de él que la Posada continúe o no.
Digo que depende del Ejecutivo porque la cuestión es más o menos así: de acuerdo a lo normado en el Plan de Ordenamiento Territorial, oportunamente aprobado por el Concejo y refrendado por el Gobierno provincial, no se puede construir ni ampliar en el predio donde hoy funciona La Posada.
Es decir, si nos atenemos a la norma, cuando el propietario propuso ampliar las instalaciones, la respuesta debió ser no. Sin excepción. Caso contrario, mañana llegará un nuevo inversor que pretenderá construir en la sierra y habrá un antecedente de excepción.
Pero dijo Civalleri: ?por lo que significa la marca La Posada de los Pájaros para Tandil, hicimos una excepción para que amplíen hasta en un cincuenta por ciento de la superficie actualmente construida?.
O sea, la excepción ya está hecha. O sea, se permite hacer lo que no se puede, pero sólo un poquito. Y veamos cuánto era el mucho que proponía el nuevo dueño en su primer proyecto: 11 mil metros cuadrados construidos (actualmente es de 2500). Sigamos viendo: una inversión de 11 millones de dólares, trabajo permanente para 100 personas, ocupación de mano de obra local para la obra, sala de convenciones de las que no hay en Tandil y un nivel de infraestructura que actualmente no posee ningún spa, hotel o cabaña de la ciudad y la zona.
Tentador. Si nos ponemos orgullosos con la actual Posada, imaginémonos cómo nos pondríamos con la proyectada. Llevado a números: cuatro veces más orgullosos.
Como si Piquito además de Luisana, tuviera como prometidas a Pampita, Soledad Fandiño y Marcela Kloosterboer.
Claro que eso no está bien.
La ley es la ley. Aunque no tanto.
Tanto no, dijo la Municipalidad y permitió una excepción. Un poquito de lo no permitido. Dejando quizás la puerta abierta a futuras pequeñas excepciones, en tanto y en cuanto ?signifiquen? algo ?importante? para Tandil.
Tal vez sea sentido común, lo que aplicó el Municipio. Porque, vale decirlo, el nuevo dueño dijo que si no le aprueban este último proyectoo, se va. Cierra. Chau Posada.
Tal vez el Ejecutivo esté tratando de evitar el ?cimbronazo? del que habla Ugarte. Para que todos sigamos sintiéndonos orgullosos. Como si viéramos a nuestro Piquito con Luisana de una mano. Y Pampita, de la otra.
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