Pasa por el diván María Elba Argeri
-Más allá de su prestigio académico algunos la caracterizan en la ciudad con una palabra que ya se la precisaron en otra entrevista: quilombera, ¿es así?
-Bueno, ja, ja, sí. Depende de cómo se mide lo que es hacer quilombo. Hacer crítica social genera quilombo. En otro tipo de sociedad “quilombo” es un planteamiento filosófico llevado al diálogo pero en esta sociedad genera resistencia porque es una sociedad cerebro plano.
-Contundente. ¿Es una convicción que surge de la investigación histórica?
-Una certeza que tengo a diario. Me disgusta, pero todo lleva a un único pensamiento, a que te alejes de aquello que te va a generar preguntas. Ser “quilombero” es saber preguntar. Una pregunta es más importante que mil respuestas. Porque una vez que alguien hace la pregunta, muchos pueden responder.
-Otra crítica habla de que usted ama las teorías conspirativas. En demasía para una historiadora.
-¡No es conspiración! Es darle vueltas hasta encontrar el agujero del mate. Para muchos será conspiración.
-Sostiene, por ejemplo, que el hombre no llegó a la luna…
-Yo no sé si llegó o no, lo que sí que la pisada del hombre en la luna la filmaron en un estudio, creo que fue Stanley Kubrick. ¿Será? No lo sé, no puedo aseverar nada, en cambio cosas que son más próximas sí, por ejemplo, que el sistema de fracking contamina.
-Justamente no hace mucho protagonizó un alboroto ante esa posibilidad. ¿Sigue latente ese riesgo?
-No está frenado del todo. El día que el barril de petróleo levante de nuevo, va a volver. ¿Conspiraciones? Mire, en la década del 70 yo les decía a los amigos “esto es una estrategia continental (los golpes militares) y decían “uh, estás loca, ya empezás con las conspiraciones”. Saqué un mapa y les señalé cada país: 71 aquí, 73 allá. Pasaron los años y se supo perfectamente del Plan Cóndor. Hoy ni uno de ellos piensa que estoy loca.
-“Si un economista te explica algo tres veces y no lo entendés, seguro que te está cag…”, decía Jauretche. Usted cree que cuando hablan de “sustentable” están haciendo algo similar, ¿no?
-Sustentable es una palabra fashion, es una moda, un cuento de Heidi desde la postura científica. El siglo XXI es el siglo del gran relato de las mentiras. Es una “ciencia” entre comillas, porque una ciencia donde las hipótesis las decide el mercado no es ciencia. Y eso que llaman tecnociencias es una truchada que genera un montón de tontos. Es más, lo puedo demostrar: hace 100 años la gente era más inteligente.
-¿Cómo probarlo?
-¡Basta un ejemplo! Si usted se para ante un majestuoso edificio hecho a principios del siglo XX puede saber quién fue el arquitecto, pero ¿y los albañiles? ¡Eran artistas! sabían por la experiencia directa, hacían esas volutas, esos vidrios cincelados… Hoy el grupo que formamos como sociedad es mucho menos inteligente.
-¿Es vegetariana?
-A rajatabla no.
-Es difícil ser consecuente con la prédica…
-Ser ecologista no es plantear la eternidad de las cosas sino plantear el ciclo vital. El ecologista trucho, fashion, cree que las cosas son eternas y que puede haber un crecimiento extremo, siempre, en la misma línea, como los que plantean el crecimiento económico, ¿qué es esa locura de crecer?, si un perro sigue creciendo, creciendo, se va a convertir en un elefante y luego en 50 elefantes. No es así. Todo tiene un ciclo. Y si no entendiste el ciclo no entendiste nada. No pasa por ser vegetariano, pasa por entender ese proceso.
-“Entre un cable del teléfono y un árbol en Tandil eligen un cable”, suele decir.
-Sí. Acá es normal eso. ¿Por qué no colocar los cables por otro lado sin matar? Eso es inteligencia.
-Otra más: “entre una baldosa y un árbol prefieren cortar un árbol”.
-Sí. Y después en el verano ves a esos mismos poniendo su auto apilado bajo el árbol del vecino porque lo necesitan para la sombra. Con un diseño planificado de la ciudad podés colocar cables y árboles.
-Los que se vienen a vivir a Tandil no entienden por qué no se separan los residuos en cada casa.
-Ahhhh, ¿y eso no lo puede preguntar en el Municipio? Mire, una cosa es cómo manejar una ciudad para que sea lo más agradable para vivir y otra que el modelo de ciudad se imponga sobre la naturaleza. Ese es el meollo. En Tandil la estamos pifiando, lejos, eh.
-¿Por?
-Todo el mundo espera una ciudad de 500 mil habitantes o más; eso la está embarrando. Ya una persona nacida y criada en la ciudad sin contacto con el área rural entiende a esa área como el modelo de la ciudad y quiere sacar el rinde del rinde del rinde y echa un herbicida que destruye todo. Nuestra mirada del mundo es heredera de las guerras del siglo XX, sobre todo de la Segunda. La agenda científica actual nace entre los años 20, 30 y 40 y la síntesis es muy simple: los alemanes perdieron la guerra pero los nazis no, la ganaron.
-¿Y el manejo dentro de la propia ciudad?
-¿La ciudad? (Levanta la voz) Pero si está demostrado, ¡los arquitectos del siglo XVII lo sabían: más de tres pisos es una locura! Y acá cada vez hay más y perdés el sol, hacés un efecto invernadero en verano, más frío en invierno, una locura. Hay que hacer un reequilibrio, un regreso a las formas aldeanas rurales donde todo el mundo pueda vivir bien. Yo no quiero volver a la caverna, pero al siglo XIX qué lindo, ¿no?•
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Preguntar, el antídoto contra el cerebro plano
-En su mayoría sus pensamientos rompen los modelos establecidos. Le debe ser difícil plantear sus opiniones sin que la tilden de loca o que se genere un alboroto.
-No. Ya no. Porque llegué a un punto en el que puedo establecer un diálogo a partir de lo difícil.
-¿Cómo es eso?
-Ese es mi gran aprendizaje. Desde muy chica, cuando tenía un problema no paraba hasta tener una respuesta (o una contradicción a esa respuesta). Pero de joven no sabés dialogar, yo lo aprendí envejeciendo: la clave está en la pregunta. Ahora cuando puedo vislumbrar de qué se trata, en mi diálogo coloco la pregunta y por ahí la buena fortuna me hace variar la respuesta que yo tenía y entonces se establece un diálogo.
Igual no voy a negar que es difícil porque hoy tenés un pensamiento único y la pérdida de la filosofía. Un cerebro plano en lugar de haber interrogantes y no mirar la totalidad.
-Dice que la matriz del mundo actual es nazi, ¿en Tandil también entonces?
-¡Si!, con toda la certeza del mundo, aunque no guste. Lo digo en la Universidad: la agenda es nazi, porque la vida nuestra está signada por eso. O sea que hay que hacer otra vida, hay que cambiarla, porque vivimos con un pensamiento superficial. Hace 80 años por ejemplo la derecha hacía unas cosas, la izquierda otras, ¡hoy hacen todos lo mismo! En conclusión: hay que repensar la vida.
Ficha Personal
-Estudió primaria y secundaria en SAFA
-Cursó la carrera de Ciencia Política en la Universidad del Salvador pero abandonó.
-Se graduó en Historia en la Universidad Nacional del Centro
-Entre 1987/1989 se radicó en Francia: obtuvo el diploma de Estudios Avanzados en La Sorbona.
-Luego hizo el doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid
-Hasta 2002 dictó clases en la Facultad de Historia de la Unicén.
-Dictó clases en la Facultad de Derecho, en Azul y en el Centro Universitario Regional Zona Atlántica de Viedma (Universidad Nacional del Comahue) y en las facultades de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad de La Pampa.
-Actualmente dicta las materias “Introducción a la Ciencia Política y Derecho Constitucional” y “Estado y Ciudadanía” en la Facultad de Humanas de la Universidad Nacional del Centro.