Perdidos en el tiempo
Como una figura a la medida de la actualidad argentina, Cristina Kirchner llegó tarde a la foto del G-20, reunido en Washington para tratar la crisis mundial imperante.
Ya había sido impuntual, en mayo, durante otro encuentro de esas características. Su obsesión por la estética requiere de tiempos y costos especiales. Hasta ahí no sería tan grande el problema. Sí se agrava cuando su tendencia a la demora, matizada con torpes negaciones, se traslada a sus actos de Gobierno.
Los botones de muestra surgen en los meses perdidos hasta poner en marcha su gestión, épocas de resolución 125 y de dilapidación de oportunidades internacionales hoy añoradas. Se extienden a los caprichos con el Indec y los Moreno, la valija y ese empecinamiento pertinaz en retardar decisiones cantadas.
El gobierno K nunca atacó las causas de nada. Ergo, se ha basado en determinaciones espasmódicas en su intento por tapar el sol con un harnero. La última, por ahora, tiene que ver con su iniciativa de reestatización de las AFJP, un nuevo manotazo de ahogado ante la necesidad de hacer caja. Lo que se perdió con la soja, saldrá de los jubilados, parece ser la lógica recaudadora pingüina.
Pues bien, no pocos especialistas habían anticipado la crisis interna producto de políticas erradas. Cristina y Néstor les respondieron con sorna. Lo mismo que cuando se produjo el crack fronteras afuera. La presidenta se vanaglorió de pilotear un país preparado para resistir sin sobresaltos. Se equivocó de nuevo.
Entre el jazz y el tango, hoy Argentina baila al ritmo de una orquesta típica de otros tiempos, con parate e incertidumbre generalizados, suspensiones y despidos en el centro de la pista.
Por estos lares ya se padecen, y mucho, idénticos males. En las últimas horas, la CGT y el Frente para la Victoria le obsequiaron el Ejecutivo comunal el traje de bombero. Algo iluso, y hasta injusto en el planteo de delegar responsabilidades que en parte les son propias, quien oficia de oficialismo en Nación y Provincia pretende que el Municipio apague un incendio que amenaza con alcanzar grandes proporciones. Sólo que en el Presupuesto, Miguel Lunghi no tiene ni para mangueras.
Habrá que aguzar el ingenio entonces, bajar los dedos acusadores y trabajar en conjunto para capear un temporal que ya está azotando.
Con juntar las manos en señal de contrición por la demora, al estilo Cristina en Washington, no alcanza. Porque las necesidades básicas no pueden esperar… como la foto.
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