Perros y personas duermen en la Terminal
Señor Director:
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Mediante el 147 (reclamos) del Municipio, el día 30 de julio de 2017, he manifestado la problemática de perros y personas durmiendo dentro de la Terminal. De hecho, al hacer mi consulta por el 147 (reclamo 9039-17), está “desaparecido”, por lo tanto no puedo hacer un seguimiento del mismo. Esta “problemática” incluye, además, a Bromatología (por los perros) y Desarrollo Social (por las personas).
Me preocupan las personas, la salubridad y seguridad de las mismas, ya que hay un patio de comidas y mucha gente que ingresa y egresa de la ciudad.
A hoy no he tenido respuesta, ni siquiera observé avances en este problema. Lo veo a diario, ya que trabajo ahí. ¿Quién controla la concesión?
Los mismos perros son los que después muerden a la gente de los alrededores, coincidentemente con las quejas de vecinos.
Los funcionarios se preocupan más por esgrimir excusas que en buscar soluciones.
Muchas gracias al medio y a este espacio (miqueja@eleco.com.ar), es la única forma en que el Municipio escuche a la gente.
Atilio Turco
DNI 14.842.416
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Palabras de homenaje para Norberto Salgueiro
Señor Director:
Mucho se ha dicho en estos días homenajeando a Norberto Salgueiro, un hombre dedicado a la educación y una figura relevante de la cultura tandilense. La Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro lo recuerda como un hombre que eligió desde el comienzo, acompañar su trayectoria. El profesor Norberto Salgueiro fue primero alumno de la carrera de Ciencias de la Educación, luego profesor de la misma y más recientemente alumno del Programa de Postgrado en Educación.
Como él mismo lo recordara, ingresó a la carrera universitaria cuando ya era director de escuela primaria y rápidamente después, inspector, es decir que comenzó a estudiar cuando ya tenía una carrera profesional reconocida, un gran mérito. A la distancia, quienes fuimos sus alumnos podríamos decir que Norberto comprendió tempranamente la importancia de la formación teórica en un campo, el educacional, que por su complejidad requiere sin duda “estar al tanto”, ese “está al tanto” fue el comentario de los actuales alumnos de la carrera de Ciencias de la Educación que hicieron sus prácticas en las materias que el profesor Salgueiro tenía en el ISFD 10.
Norberto “estaba al tanto”, recibía a nuestros alumnos y ellos le reconocían su saber, su buen trato, su disposición a colaborar y especialmente una mezcla de riquísima experiencia con la actualidad de sus saberes.
Más recientemente, en el año 2015, Norberto decidió que era hora de retornar a la Facultad y se inscribió como alumno de la Maestría en Educación, fue un estudiante entusiasta, colaborador, dispuesto a debatir y siempre socializando su experiencia.
Vayan estas breves palabras para recordar con cariño a quien decidió, aun con los vaivenes trágicos de nuestra historia política, estar vinculado a la Facultad de Ciencias Humanas en toda su trayectoria, como alumno, como profesor y, a los 70 años y con un gran reconocimiento social, nuevamente como alumno. Vayan estas palabras de agradecimiento a quien, con su presencia, enalteció a esta institución.
Facultad de Ciencias Humanas
Unicén
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Agradecimiento
Señor Director:
Este escrito está destinado a hacer público el accionar de un ser maravilloso, un profesional excepcional, el doctor Julio Ramón Iborra.
La mayoría de los seres humanos, cuando estamos disconformes de algo, lo proclamamos a los cuatro vientos, en mesas de café, lo hacernos público, protestamos. Me hace acordar a cuando oramos, le pedimos a Dios, sea cual sea la religión, por lo que necesitamos, que estamos desesperados. Pocas veces agradecemos por lo poco o mucho que tenemos.
Aquí ocurre lo mismo; cuando alguien actúa como el Dr. Ramón Iborra lo comentamos pero no trasciende (la realidad es que todos deberíamos actuar así, comprometernos con honestidad e idoneidad con lo que hacernos). Esto es lo normal en países cultos, educados. Yo, Marta Noemí Niesi, DNI 4.785.142, quiero que trascienda.
Usted es nuestro médico (más de mi esposo que mío). Hace más de 30 años, muchas cosas han pasado y usted siempre ha estado, ha atendido a mi esposo en úlceras hemorrágicas, lo he llamado a las 3 de la mañana en días de invierno, y en menos de media hora ha estado en mi casa, revisarlo. Para puando yo llego con mi esposo a la clínica/sanatorio, ya todo ordenado para la internación y los estudios que hay que realizarle; ver los resultados e indicarle la medicación exacta. Y en tres días mi esposo en casa. Así con dos neumonías, así ocurrió hace unos cuatro o cinco años, ya no lo recuerdo. Eran las 3 de la mañana, mi esposo se retorcía del dolor abdominal, lo llamo, nunca teléfono descolgado, le comento los síntomas y me ordena una medicación para calmar el dolor, pero no tan fuerte como para taparlo. Era la madrugada de un sábado y me dijo a las 10 nos vemos en mi consultorio. Los dolores no cedían y a las 8 suena el timbre. Sábado, a las 8, día de invierno, ¿quién será? Abro y era el Dr. Iborra. ¿Qué hace?. “Me levanté, me afeité y pensé ‘voy a verlo’. Pasa, lo palpa y me dice internación, operación, vesícula. Yo, Ramón no sé de ningún cirujano. “Despreocupate” (llamó a la ambulancia y ordenó una habitación para internación y localizó al equipo quirúrgico. A las 10, estaban operando. Antes de entrar al quirófano, me dice: “Tranqui, yo no opero pero voy a estar en la cirugía”.
De todo esto que no es ni la mitad de experiencias de la vida que nos ha tocado vivir, siempre presente. La última fue el 4 de agosto, a las 15. Mi esposo cortando el césped, a las 17 totalmente mareado, vómitos, oído con zumbido, y no podía abrir los ojos porque todo giraba. Llamo al Dr. Iborra al consultorio y me indicó Reliverán; “cortamos los vómitos y dentro de una hora llamame”.
Pasamos una hora de terror; seguían los vómitos, mareos, náuseas, zumbido que lo dejó sordo del oído izquierdo. Vuelvo a llamarlo. “Internamos, despreocupate, doy la orden”. Llegamos ya todo pronto, hasta los estudios de urgencia que había que hacerle. Se le hace todo y por celular me responde “tranqui, todo bien”. A las 21 apareció y me dijo que mejor internado por tu tranquilidad y la mía. Medica para parar vómitos, mareos y el sábado “vemos cómo pasa la noche”.
El sábado a las 8 llegó y me dijo que todo daba bien y que “vemos cómo está hasta el mediodía”. Volvió a las 12 y le dio el alta y lo mandó a la cama con una medicación para no vomitar, para no marearse. “Esto no es para mí (muy honesto, pocos profesionales delegan al especialista) esto es para Fernando Monsalve (otro excelente profesional).
Lo llamé y me atendió el domingo por la noche y nos dio turno de urgencia para el lunes. Lo vio, le indicó estudios, pasó una semana y aparentemente fue un virus; va cediendo de a poco con gimnasia de cuello, de ojos, etc.
Así podría escribir un libro porque aunque tengo mis médicos especialistas, el Dr. Ramón Iborra es médico de mi esposo, pero a mí me atiende desde los controles anuales, la caída del pelo, las uñas encarnadas, es mi psicólogo, mi muro de lamentos. Hace años fui clienta de María del Carmen Heer (farmacéutica) amiga de toda la vida, por razones de estacionamiento dejé de ir a su farmacia, María lo entendió perfectamente. En alguna oportunidad me dijo: “Marta, en las farmacias nos enteramos de todos los aciertos y de todos los errores que cometen los médicos, te aseguro que en los años que tengo de farmacéutica nunca nadie tuvo un reclamo del Dr. Ramón Iborra, solo agradecimientos y reconocimientos por su idoneidad y su calidad de ser humano, sus pacientes lo aman”.
Nada más que decir. Dr. Julio Ramón Iborra, sol de mi vida, apodo que tanto tu señora como mi esposo lo saben y lo digo delante de ellos. Sos mi salvavidas, gracias.
Que todos los habitantes de esta ciudad sepan la calidad de médico que tenemos. Gracias Dr. Ramón Iborra, gracias por existir. Comprometido, solidario, idóneo y humano.
Marta Noemí Niesi
Ismael S. Cambronera
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