?Picu? López pidió declarar frente a nuevos testimonios incriminantes
Tras aquel “lapsus” que tuvo más de espectáculo mediático que algún aporte sustancial a los hechos en juzgamiento, fue hora de encaminar el juicio hacia otro de los hechos endilgados al acusado, quien incluso pidió realizar una declaración espontánea (ver aparte).
Ahora, más precisamente a mediados de febrero de 2011, López sería protagonista de un violento suceso que puso en vilo a una familia entre amenazas y agresiones. Con un condimento: el padre de la familia es un policía, con quien “Picu” tuvo más “encuentros” (entre aprehensiones, persecuciones, etc.), que con cualquier otro afecto, al decir de ambos protagonistas a lo largo de sus testimonios.
Se trató de efectivo Carlos Nicolás Guzmán, quien por aquellos días revestía funciones en la Seccional Segunda y actualmente está de licencia bajo un tratamiento, trastorno de salud que también padecía cuando sucedió el encuentro con López.
El uniformado, frente a los jueces Pablo Galli, Gustavo Echeverría y Carlos Pocorena, relataría con precisión lo vivido el 20 de febrero, cuando salió de su casa alquilada en calle Roselio al 80 (Las Tunitas), junto a su esposa y su pequeña hija de tres años y se topó con el “famoso” Picu, quien le comenzó a increpar y amenazar por cuestiones del “pasado”. En efecto, el testigo reconocería varios encuentros con López desde su rol de policía, quien lo aprehendió como persiguió en varias oportunidades por hechos delictivos varios, cuando el acusado era menor de edad.
Detalló que las amenazas constaron de avisos de que iba a matar a él y su familia, mientras se acercaba y tomaba un palo de metal que estaba en el montículo de escombros en la vereda e intentó agredirlos.
Frente a la agresión, el policía, que estaba de civil, optó por regresar al hogar en resguardo de los suyos. Una vez disipada la violenta presencia, se trasladaron a la casa del progenitor, donde minutos más tarde recibiría el llamado del propietario de la vivienda donde residían (vivía en el fondo de la casa principal) que le avisaba sobre el regreso de “Picu”, quien siguiendo con su furia rompió varios vidrios de la propiedad.
Fue entonces que el policía decidió realizar la denuncia que motivó la instrucción e imputación que ahora se ventiló, por lo que el fiscal Damián Borean, frente a la versión de la víctima (luego se sumaría los dichos de la esposa) anticipó que la acusación sería más gravosa que la primeramente presentada. De aquí en más hablaría de amenazas agravadas.
Guzmán reconocería varios altercados de similar naturaleza con López, a partir de haber intervenido en aprehensiones varias, pero que en esta oportunidad había sido más delicada, ya que estaba su pequeña hija en el medio y las amenazas fueron para todos.
Admitió al respecto que los anteriores episodios no los denunció porque también consideraba que al ser menor de edad -Picu-, “no iba a pasar gran cosa”.
A preguntas del fiscal sobre su sensación frente a las amenazas, el policía dijo sentir mucho miedo porque lo creía capaz de cumplir con sus dichos.
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La testigo repitió lo expuesto por su marido, incluso agregando que ella notó como que “Picu” tenía más poder que su esposo cuando éste no llevaba el uniforme.
Entre las amenazas sufridas, reseñó que habló de prender fuego la casa y que los iba a matar a todos.
“Sentí mucho temor”, contó la mujer, quien además señaló que tras el incidente no quería salir de la casa por miedo a nuevos episodios e incluso a la hora de hacer algún mandado lo hacía acompañado de otra persona.
Coincidió en que ya habían tenido otros virulentos encuentros, pero que esta vez había sido peor porque López no tuvo reparos en tomar el hierro e intentar agredir a su esposo en medio de amenazas cuando estaba ella con su niña, que frente a la escena lloraba desconsolada.
La testigo recordaría que “Picu” siempre estaba muy violento y que tenía atemorizado a todo el barrio, de hecho fue uno de los motivos por lo que ellos resolvieron mudarse.
Fiel a su estilo, el defensor Castaño buscaría hacer trastabillar a la deponente, incluso pretendiendo que le respondiera sus problemas personales que los llevaron a mudarse, además de la amenazante presencia de López, intención que fue abortada por el propio Tribunal.
El juez Galli precisamente le haría un nuevo llamado de atención al letrado, cuando éste le dijo a la mujer si conocía la actuación de su esposo como policía, para luego decirle que “tendría que tenerle más miedo a su marido que a López”.
También desde el ministerio público alertaría sobre presuntos insultos propinados desde el público para con la testigo, provenientes de los familiares del acusado que vienen siguiendo el juicio. Empero, el juez Galli dijo no haber escuchado aquellos dichos aunque igualmente dijo estar alertas a que nada atentara contra el bienestar de la víctima que estaba prestando su declaración.
Sin más, la nueva -cuarta- audiencia llegaba a su desenlace, con el aporte de un par de testimonios que acreditaron los daños producidos en la vivienda, quedando pendiente el hijo de la propietaria, quien habría llamado a Guzmán sobre el incidente. Se trata de Orlando Reyes Chilla, actualmente alojado en la unidad penitenciaria acusado del asesinato de Silvio Souto (26) en El Cerrito meses atrás. u
El incidente, según “Picu”
Con sus limitaciones a cuestas a la hora de expresarse, López contaría una versión diametralmente opuesta, refiriendo a sus malas relaciones con la policía y, específicamente, con el testigo en cuestión, a quien incluso lo acusó de incidentes varios, entre ellos golpizas y el hasta de haberle colocado el arma en la boca un día antes del episodio en debate.
Según “Picu”, él pasaba obligadamente por la cuadra de la vivienda de Guzmán, siendo que vivía a la vuelta y que en muchas oportunidades había tenido problemas con él, como con otros uniformados que lo tenían siempre en la mira.
En medio de un relato confuso, primero dijo que venía de un asado, aunque luego se corrigió y aclaró que iba al asado, aunque no recordaba dónde ni con quién era. También admitiría que había consumido algo de alcohol esa tarde.
Sobre el encontronazo, puntualmente referiría que fue Guzmán el que le lanzó un ladrillazo sin más, que pegó contra su espalda, aunque le provocó una excoriación menor. Agregaría más datos: según él, el policía tenía un arma con la que le disparó varias veces.
Mezclando con otros presuntos incidentes, contaría que el día anterior fue bajado de un colectivo por el propio Guzmán, quien lo apuntó con el arma e incluso se la llevó a la boca, amenazándolo. También reseñaría sobre otras aprehensiones con golpizas varias de las que Guzmán y otros efectivos siempre protagonizaban contra él, ya casi como una diversión.
“Me detenían, me pegaban y después me largaban si no tenían nada contra mí”, afirmó, a la vez que con ayuda de su abogado recordó que en una oportunidad lo quemaron con un cigarrillo.
Cuando lo aprehendían -según Picu- lo primero que le decían los policías era que “les diera la plata, la droga y el arma”.
López, a su modo, buscó instalar en la sala que Guzmán no era el hombre temeroso que se mostró en la audiencia, sino que siempre lo insultaba, lo prepoteaba y maltrataba. “Siempre me insultaba donde más me duele: insultaba a mi mamá”, dijo.
Retornando al incidente en debate, acotó que en aquel incidente con Guzmán no estaba ni la mujer ni la hija.
Sobre los daños en la vivienda, dijo que los vidrios ya estaban rotos antes de aquel episodio.
Frente a versiones encontradas, el Tribunal invitó a la defensa a realizar un careo con el policía y buscar allí despejar dudas y aclarar las contundentes contradicciones de ambas versiones. Castaño prefirió obviar la instancia para no “revictimizar al testigo”.
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