Reconocido profesional sufrió un intento de secuestro virtual
En primera persona, la víctima (prefirió guardar reserva de su identidad) relató la padecido.
“No me lo contaron, me ocurrió a mí, una noche de este mes de septiembre, a las 3.55 para ser más preciso. En pleno sueño, suena mi teléfono particular y obviamente me despierto, pensando que como habitualmente ocurre, era de la compañía de seguridad, avisando que se había activado la alarma del Estudio, generalmente por haberse abierto por un golpe de viento, una ventana mal cerrada.
Ni bien atiendo y digo el clásico `hola´, surge una voz de mujer que de manera `angustiada´ me dice: Papaaa, papaa, tienes que ayudarme, “papá, papaá, tienes que ayudarme…
Debo confesar que en esa voz no reconocía a ninguna de mis tres hijas mujeres y pienso que ello ocurrió porque estaba de alguna manera alertado por un familiar mío, que había pasado por un trance similar, de manera que superado el impacto del primer momento, también fingiendo una voz `angustiada´, pregunto: “Quién sossss, quién sosssss”, a lo que nuevamente me dice: Papaaá, papaá, tienes que ayudarme, papaá, papaá, tienes que ayudarme, y continuando con una fingida angustia, pregunto: “pero, quién sosss ¿Florencia?”, a lo que luego de un silencio e insistir de mi parte en preguntarle quién era, me responde: “Sí, sí, Florencia”.
Huelga decir, que ninguna de mis hijas se llama Florencia, lo cual me ponía de manifiesto que me encontraba ante un típico secuestro virtual, al que frustré colgando el auricular, y gracias a que como dije anteriormente, había sido advertido por este familiar, que pasó un muy desagradable momento, pues confundió la voz de su hija e inadvertidamente había proporcionado a los delincuentes su nombre, agravado todo en que no podía comunicarse con ella, pese a sus intentos por lograrlo.-
Es por ello, que creo necesario comentar mi experiencia, alertándolos y dar a conocer el “modus operandi” de estos siniestros personajes, para que en el caso de recibir este tipo de llamado, en primer lugar, guarden la calma. En segundo lugar no brinden nombre real alguno, y por el contrario sugieran otro para descubrir la trampa.
Resta decirles, que esa noche, fueron realizados otros llamados en el edificio donde vivo y otras partes de la ciudad, y que en algún caso lograron el cometido, obteniendo dinero de sus víctimas, que debieron dejar en un lugar determinado por los delincuentes.
Pero mucho más allá del dinero que pudiere haberse entregado, todos quienes recibieron ese llamado, hasta que descubrieron el ardid, vivieron momentos de verdadera angustia, de dolor e impotencia, que no resultó nada agradable, ni -como solemos decir- para serle deseado al peor de los enemigos”.
El profesional relató el suceso simplemente apunta a poner en alerta y que cualquier ciudadano se convierta en víctima de semejante canallada y para que recomienden a tus hijos que en todo momento atiendan sus celulares y/o teléfonos, cuando se los llama. E incluso que cuando deban apagarlo, te comuniquen tal circunstancia. “¡No me lo contaron, me ocurrió a mí!”, cerró.
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