Restituir humanidad, una disputa en el campo de la cultura
La cárcel es un lugar absolutamente deprimente. Si alguien quiere imaginársela, debería poder componer un espacio y un tiempo sin lugar para sentirse humano, un lugar donde los condicionantes y las determinaciones externas son tales, que se pierde la humanidad.
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El arte entonces, se cuela por las ranuras, por los intersticios, por las rendijas. En la cárcel el arte se encuentra agazapado en un encuentro con la música, con un lápiz que dibuja por ahí, en las canciones entonadas en encuentros religiosos, en estridentes sonidos que se escuchan desde los pabellones.
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