Robaron en un kiosco céntrico al que entraron por el hueco de un extractor
El caso fue confirmado a El Eco de Tandil por el damnificado, Mariano Guerras, quien aportó un dato que no es menor y que grafica la planificación con la que se ejecutó el golpe: los delincuentes ingresaron por el hueco de un extractor que había sido retirado para su reparación. Además, fueron violentados hierros que sujetaban al aparato retirado.
“Había un extractor que hace un tiempo se sacó para reparar. Llegaron por los techos y se ven serruchadas todas las patitas”, sostuvo el comerciante y añadió que “me desvalijaron todo”.
Consultado acerca del botín, Guerras dijo que “encontraron bastante plata que tenía para el pago a los proveedores, además de mucha mercadería muy vendible, especialmente todos los cigarrillos, pilas y linternas”.
El titular de Mutiservicio Las Cabañas recordó que ya ha sufrido tres robos, a lo que se suman dos atracos a mano armada, por lo que no dudó en exclamar: “Estoy podrido”.
Es que en el lugar se habían adoptado todas las medidas de seguridad que parecían lógicas, al punto que “al ventiluz que tengo en el techo le soldé, barrotes y rejas. Hice de todo”.
En el lugar por el cual ingresaron los delincuentes “quedaban las tres patas de acero. Allí iba a ir un aire acondicionado, por lo que no se volvió a poner el extractor. Entraron por un agujerito chico”, dijo Guerras.
El delito fue cometido entre la una y las siete de ayer, en tanto que en local hay una cámara de seguridad “pero no es infrarroja por lo que no sirve de nada”, admitió el damnificado.
Sin embargo, en una casa lindera por la que se estima que pueden haber pasado los delincuentes hay una cámara con tal tecnología y se procuraba dar con las filmaciones para tratar de orientar la investigación.
“Ha sido más de uno por la cantidad de cosas que sacaron y no sabemos si salieron por ahí o por el frente, ya que es un zaguán que podés salir desde adentro, pero no ingresar desde afuera”, comentó el comerciante.
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En tren de especulaciones, Guerras planteó que la llegada hasta los techos de su local se pudo haber concretado tras ingresar por obras existentes en la calle Chacabuco.
“Si hubiera sabido que podían hacerlo por ahí, hubiera cubierto ese espacio”, se lamentó el comerciante.
Admitió que “pensaba que lo único que podían hacer era arrancar la chapa de un techo, pero jamás pensé que entrasen por un extractor que se sacó para reparar”.
Admitió que “es un golpe duro. Vendiendo caramelitos masticables va a costar recuperarse”.
Con desazón, Guerras lanzó: “Ya no sé si quiero seguir con el negocio. No quedan ganas. Hace nueve años que estoy acá y el 23 de mayo me pusieron un revólver en la cabeza”.
“No sé si tengo ganas, es muy riesgoso. Hasta que no te peguen un tiro no van a parar estos tipos”, exclamó, a la vez que recalcó no saber qué otras medidas de seguridad puede adoptar “que no sea pagar a un policía para que se quede parado en la puerta las 24 horas. No sé qué hacer. Vivo enfrente…”, culminó.
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