Running: ¿qué pasa con el apto médico en Tandil?
En Tandil, de los 52 fines de semana que tiene el 2016, en 42 se corre. Entre pruebas de calle, de aventura y correcaminatas, en 52 de los 366 días de este año habrá una competencia. Así se desprende del calendario atlético que dio a conocer a principios de año la Dirección de Deportes de la Municipalidad. Auspiciadas por grandes marcas deportivas, a beneficio, en memoria de, organizadas por instituciones locales como colegios o agremiaciones o clásicos como la Tandilia, la oferta es amplia y tentadora. De 5 kilómetros, de 10, media maratón, 42 kilómetros, en pareja, con hijos y hasta con perros. Tandil, sin dudas, se convirtió durante los últimos años en un paraíso para corredores.
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En pleno auge del running, en diciembre pasado y mediante la modificación de la Ley 139, en la Ciudad de Buenos Aires se estableció la obligación de presentar un apto médico para aquellas carreras de más de 5 kilómetros. ¿Qué sucede en la ciudad serrana? ¿Por qué es fundamental contar con la revisión de un especialista?
La voz de los protagonistas
Hace tres años que Diego Cardoso corre. Entrena por hobby, aunque de vez en cuando se anota para participar de alguna competencia. Este año disputó la OSDE Cruce Tandilia en la categoría 42 K y se quedó con el cuarto puesto de Caballero de 35 a 44 años. Para poder participar le pidieron un certificado de aptitud física sellado por un cardiólogo. Para firmar el papel, con fecha actual, el médico le realizó un electro y una ergometría. Es la primera vez, resalta Diego, que le exigen que el médico sea cardiólogo.
“Creo que está bien que te pidan un apto médico, pero también creo que en general no tiene la rigurosidad que debería tener: todos lo consiguen. En la OSDE pidieron que sea de un cardiólogo, y eso hizo que sea un poco más correcto que otras carreras donde cualquier médico clínico te firma el apto y competís sin hacerte los estudios pertinentes”, explica el corredor, aunque inmediatamente aclara sus reparos al respecto: para él, no debería ser obligatorio. “Cada uno debería ser responsable por lo que sucede. Que te pidan un apto es una formalidad, porque al final firmás un deslinde y si te pasa algo es responsabilidad tuya. Lo ideal sería que la misma organización evalúe a todos. O que ellos te manden a un lugar y que cualquier cosa que pase, se hagan cargo”.
“Nunca me había hecho una ergometría, y que me la realicen para el apto médico me resultó útil. Ahora sé que tengo que cambiar un poco el entrenamiento”, cuenta Carolina Canales, participante de la misma competencia en los 10 K. Carolina también rescata que esta vez el pedido del apto fue más exigente, aunque para ella sí es correcto que sea obligatorio. “Me dio más seguridad. Además, te obliga a hacerte un control que nunca hacés y te quedás más tranquilo. Si lo tenés que hacer por tu cuenta, quizá no lo hacés”.
La ordenanza, un trabajo en progreso
Lourdes Martínez es profesora de educación física de la Dirección de Deportes y Coordinadora de Adultos Mayores. A cargo del profesor Carlos Illero, director del área, el equipo de la Dirección trabaja junto a distintas organizaciones en el armado de las carreras que se llevan adelante en la ciudad. El equipo, además, realiza hace algunos años el calendario atlético anual junto con las entidades que participan de los eventos. Si bien en la ciudad no existe una ley que reglamente aspectos como los aptos médicos en las carreras, desde la Dirección se está trabajando en una ordenanza que se encuentra en el Concejo Deliberante y que, prevén, contemplará entre otros aspectos temas relacionado a la salud de los corredores.
“En el Municipio estamos trabajando en una ordenanza. Es muy difícil llevarla a cabo porque hay que encontrar cuál sería la figura de coordinador, de inspector… Hoy en día, por ejemplo, al organizador de la carrera se le pide que la semana previa al evento presente en la Dirección de Deportes la póliza contratada”, explica Martínez. Y agrega que “además se solicita un servicio médico el día de la carrera, es decir, una ambulancia. Ha pasado que el director de Deportes no ha dejado largar una carrera porque no veíamos la ambulancia”, recuerda la profesora.
Además de cubrir los aspectos referidos a la salud, con el proyecto se busca reglamentar otros aspectos que también hacen a la seguridad física de los participantes. “La ordenanza contempla, entre otros puntos, la parte de control de tránsito, que es algo que también tiene que ver con la seguridad exclusiva del que participa”, cuenta Martínez.
“Se trabaja no solamente desde el certificado médico. El Municipio acompaña desde otros lados, la seguridad es más grande. El Municipio, por ejemplo, le da a la organización los puntos a tener en cuenta al momento de realizar una carrera, desde la utilización del espacio público hasta dónde colocar los puestos de hidratación”.
“Creemos que en Tandil se está trabajando bien -concluye Martínez-. Falta llevar adelante la ordenanza, porque si no hay algo que está legitimado dentro de una ordenanza o una ley no podemos salir a controlarlo”.
Ante el furor del running y desde su lugar de profesora de educación física, Martínez señala la importancia del entrenador dentro del cuidado de la salud de los corredores: “No hay que olvidarse, al momento de entrenar, tener un equipo médico atrás que te dé la autorización para hacer actividad física, una dieta saludable y profesionales del deporte y de la salud. Es importante trabajar con un profesor de educación física. Buscar un profesional”.
Atletas vs. amateurs
Dentro de los organizadores de carreras en la ciudad se encuentra la Asociación Tandilense de Atletismo. Además de fiscalizar muchas de las pruebas de calle que se realizan en la ciudad, cuentan con su propia prueba: la Tandilia.
Carlos Masilla, su presidente, opina que si bien es positivo y necesario que para participar de una carrera se pida el apto, es diferente el caso del corredor asiduo que pertenece a un grupo o institución al caso del corredor eventual. En la Tandilia, explica, se pide el apto médico, aunque en el caso de las entidades que trabajan con grupos liderados por profesores (como la Unicén) o los clubes afiliados, son ellos los que se encargan de pedir los certificados.
“Esto del apto médico ya viene desde hace muchos años atrás. Ahora se le da más importancia pero cuando se corrían pruebas de 300, 400 atletas se pedía igual, sobre todo porque muchas veces tenías atletas de afuera que no sabías en qué condiciones estaban. Acá hace 30 años, a través de la Dirección de Deporte, se ponían médicos y se hacían revisaciones que eran gratuitas. O se hacía a través del Hospital. Después no se pudo seguir por un tema de masividad en las competencias, entonces se comenzaron a usar los deslindes”, recuerda.
Mansilla resalta el caso de aquellos que corren, durante el año, en diez u once pruebas. “No le podemos estar pidiendo todos los meses un certificado”, aclara, y propone la realización de una base de datos que cuente con la información médica y los aptos de los grupos de corredores que participan periódicamente de las pruebas locales.
“Durante seis meses o un año, ese apto nos sirve. Y todo aquel que sea nuevo que lo vaya presentando. Eso es lo que se pretende, que todo aquel que está realizando una actividad que por lo menos una o dos veces al año tenga un control. No sólo por la parte organizativa sino por el hecho puntual del cuidado de su persona”, sostiene.
A la hora del apto para prevención, Mansilla se centra en el caso de los amateurs. “Normalmente la gente que está dentro de un contexto de deporte está más cuidada. El tema es aquel que entra porque le gusta el contexto y no se da cuenta no corre en llano, que en diez kilómetros quizá hay tres de altura y de esfuerzo, y en ese punto es donde no se toma la dimensión real de la carrera”. En consecuencia, el cuidado de la salud, para Mansilla, es una responsabilidad de todos: “De parte del Municipio de lo que pueda otorgar en este tema de salud, de parte de quienes organizan la prueba y en qué contexto pueden ayudar y la responsabilidad propia del atleta”.
La cuestión: ¿previene una muerte súbita?
¿Cualquier persona puede calzarse zapatillas y salir a correr? ¿Qué debe incluir un apto médico? ¿Sirven para prevenir y reducir los casos de muerte súbita en el deporte? ¿Deben ser obligatorios?
Para comenzar a desentrañar la cuestión, Luis Cicco, médico cardiólogo de la Clínica del Corazón, se apoya en el Consenso Corazón y Deporte al que llegó la Sociedad Argentina de Cardiología a fines de 2007. Allí, los especialistas analizan cada deporte según los grupos etarios, si es realizado de forma recreacional o competitiva y sugieren, para cada caso, cuáles serían los controles predeportivos pertinentes.
Por ejemplo, para las carreras de fondo (que incluyen los 1.500, 5 mil y 10 mil metros), a personas sanas hasta los 60 años se les recomienda un examen clínico más un electrocardiograma, en pacientes con bajo riesgo de entre 36 y 60 años se le suma una ergometría y en mayores de 60 exámenes de acuerdo a la patología y al criterio médico. Finalmente, en pacientes de alto riesgo no se recomienda la práctica salvo a menores de 35 que lo realicen de forma recreativa con todos los controles y estudios que el cardiólogo considere pertinente.
Además, el informe presenta otro cuadro que arroja la evaluación sugerida para los grupos etarios y según actividad física. Al tratarse de un consenso, se desprende que no existe un criterio unificado. De hecho, hay países que solicitan más estudios y otros que no son tan estrictos. En lo que sí no duda Cicco es en que “toda persona que va a realizar actividad deportiva debe tener un control”. ¿Qué debe incluir el apto médico entonces? Teniendo en cuenta todas las variables, Cicco explica: “Sí o sí en todas las evaluaciones predeportivas, sea el ejercicio que sea, hay que realizar es el interrogatorio médico, la revisación física y la auscultación más el electrocardiograma. El punto salta y es complicado a partir de ahí en adelante”.
Otro de los puntos centrales a la hora de pensar en la relevancia del apto médico es la posibilidad de muerte súbita según el grupo etario. Según explica Cicco, debajo de los 35 es bajísima. Si bien existen, son casos raros. “Son tan raros que la pregunta es qué estudio tenés que hacer para poder encontrar un pescado en el medio del mar. ¿Justifica escanear todo el mar para encontrar un pescado? Desgraciadamente no se puede hacer”. Por ese motivo se vuelve fundamental el electro y el interrogatorio, en pos de buscar antecedentes familiares. En cambio, a partir de los 40 las chances aumentan considerablemente. “La enfermedad vascular es el 33 por ciento de la mortalidad del mundo. Y gran parte de ese 33 por ciento son los eventos coronarios, el infarto y todos sus derivados. Eso ¿dónde arranca? A partir de los 40 años”. En consecuencia, el punto está en focalizar en este tipo de pacientes.
“Los aptos son útiles y pueden ayudar a prevenir, pero no siempre. Y que haya normalidad absoluta en todos los estudios no quiere decir que no puedas tener un episodio. Lo que sí es claro es que cuando pasás todos estos escalones médicos llevados a cabo por gente idónea se achica muchísimo la posibilidad de que se escape algo grande. Es importante hacerlo siempre. De acuerdo al tipo de entrenamiento que vas a hacer hay consensos que te exigen escalones más abajo o más arriba en cuanto a nivel de complejidad, pero hay un escalón que es indiscutible: el interrogatorio, el examen físico y el electrocardiograma. La ergometría está en casi todos. Después, de ahí en adelante, ya es un criterio del médico cardiólogo”.
Además de resaltar la importancia de la presencia de ambulancias en las carreras, Cicco puntualiza en lo fundamental de la resucitación cardiopulmonar (RCP). “Cuanto más RCP sepamos, mejor. No porque vayamos a cambiar el mundo, sino porque las personas son las que están al lado de los que se mueren, y son los que los sostienen hasta que llega el sistema avanzado. Y saber llamar y que el centro sepa venir no es una cosa menor, esa llamada telefónica realizada a tiempo multiplica por cuatro la posibilidad de sobrevivir porque es la que te conecta con el desfibrilador, con el hospital. Si tenés el sistema bien aceitado las chances de sobrevivir son mucho más altas. Y eso tal vez salva mucho más vidas que 20 mil estudios que puedas hacer en la calle. Ojo. No digo que son excluyentes. Las dos cosas son muy importantes, no hay que olvidarse de esto”.
Antecedentes locales
El 22 de junio de 2014 Pablo Esteban Pérez, un electricista tandilense de 39 años, murió tras sufrir una descompensación pocos kilómetros antes de llegar a la meta de la carrera Salomon K21 Tandil. Según datos oficiales, se trató de un caso de muerte súbita.
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