Siempre hay un motivo para brindar
Dicen que el pediatra que hace ya mucho trabaja de intendente y parece estar encaminado a jubilarse en el mismo cargo, mientras impartía órdenes acerca de dónde ubicar el imponente árbol de Navidad en el hall del palacio municipal y ubicar la mejor postura del Papá Noel en el balcón del edificio, comenzó a vociferar su enojo para con alguno de sus colaboradores.
Una vez más, siente que no ve el esfuerzo que impera la gestión. En el medio, sabe que se aproximan unos días de furia cuando se conozcan los números del presupuesto pensado para el año por venir, con incrementos de tasas que forman parte ya del folclore a la hora del costo político que deberá asumirse frente a los contribuyentes. De todas maneras, está todo calculado: vendrá el tiempo del Tandil Brilla y con él los malos humores se disiparán al son del ruidoso como colorido espectáculo en la cima del Parque Independencia.
Por lo pronto, anoche el brindis en Colina de los Robles, el reducto elegido por el radicalismo para celebrar el final de año que se fue y el por venir, que, se cree complejo teniendo en cuenta el escenario electoral previsto.
Por lo demás, el tránsito de la administración no encuentra obstáculos precisamente para levantar las copas y sonreír. La luna de miel con el sindicato municipal está pautada y no habrá campamento veraniego en la Plaza. Enfrente el justicialismo se entretiene empeñado en autoflagelarse por sus miserias locales como foráneas, que empujan a sus actores a acomodarse según dicte su conciencia, convicción o su economía doméstica.
Sin el acecho de algún actor o fuerza política con capacidad de destronarlos de donde están, el lunghismo se aboca a encontrar sus propios desafíos que hacen a la demanda ciudadana para con su gobierno.
Así, emprendió gestiones por asuntos que ayer prefería negar. Un plan de viviendas que dará solución habitacional a un grupo de vecinos con capacidad de pago, como el acuerdo arribado con Nación por el Procrear son motivo para brindar.
La siempre inquietante, inmanejable inseguridad forma parte de los asuntos pendientes por atender. Para ello dice el oficialismo haber invertido en combustible para patrulleros, iluminación, corte de pastizales y las “benditas” cámaras de seguridad. Si hasta retomó aquella idea obviada como la conformación del foro de seguridad, espacio que si es bien entendido y trabajado aporta a la causa de un flagelo delicado, aunque se corre el riesgo de transformarse en una mera mesa donde nostalgiosos cooperativistas policiales y frustrados uniformados hacen catarsis.
Y si de asuntos asumidos se trata, no se puede desconocer la propuesta anunciada extraoficialmente en la semana, que hace al transporte escolar, por lo cual el presupuesto destinará una partida para el boleto gratis para buena parte de la comunidad educativa.
Hasta ayer resonaban aún los redoblantes y tambores de estudiantes que por años fue copando el recinto deliberativo buscando, sin suerte, que no se aprueben incrementos del boleto estudiantil.
¿Por qué ahora sí y no antes? ¿Cómo el presupuesto ahora puede afrontar ese costo económico y antes no? Son interrogantes que podrán responderse una vez la propuesta lunghista se plasme en papel y se eleve al Concejo para su tratamiento. Por lo pronto la iniciativa política está y parece responder a las expectativas que hasta ayer demandaba una buena parte de la comunidad.
Lunghi y compañía tienen buenos motivos para brindar, entonces, cierran un año complicado de manera airosa, sin mayores sobresaltos a no ser por las denuncias mediáticas sobre las desprolijidades de siempre que hacen a una gestión cuestionada en la materia.
Habrá que ver si aquellas presuntas anomalías tienen un cauce penal que los comprometa de verdad. De ser así, la indigestión del festejo para cerrar el año puede ser preocupante, a una resaca casi letal.
Recibí las noticias en tu email
Este contenido no está abierto a comentarios