Solimanto, la pasión y el título que festeja Tandil
Cinco meses después de aquel primer contacto entre jugadores y entrenadores, Tandil disfruta su consagración.
Solimanto repasó la reciente campaña, repartió elogios y expresó toda su confianza en el cuerpo técnico que afrontará la fase Nacional en Misiones.
-¿Cuál fue el objetivo original de la selección?
-Se planteó juntar a los mejores jugadores. Primero nos contactamos con todos los técnicos de los clubes, que nos pasaron sus listas. Armamos el cuerpo técnico, primero con Fabio (Argüeso), después Alejandro Rodrigo, Manuel (Aguirre) y el Chino Ríos que se sumó porque Facundo (Solimanto) tenía que trabajar en la escuelita. Empezamos a trabajar con más de cincuenta pibes, después quedaron treinta y cuatro y se empezó a formar el equipo que queríamos. También quedaron afuera chicos de muy buenas condiciones.
De entrada nos propusimos jugar 4-4-2, porque estos torneos son cortos y sirve estar bien armaditos atrás.
-¿Al equipo lo fuiste encontrando con el correr de los partidos?
-Sí, el nivel fue mejorando mucho con la competencia. Pero a pesar de eso, entre las formaciones del primer y el último partido hubo solamente dos cambios. En el transcurso del torneo se hicieron movimientos, hasta que encontramos lo mejor. Ya en la última parte, la formación salía de memoria, salvo algún cambio imprescindible.
-Tampoco tuvieron demasiados suspendidos, eso es importante y elogiable.
-Esta clase es una raza aparte, son unos pibes extraordinarios. Todos, los que se fueron quedando en el camino y los que llegaron hasta el final. En los primeros entrenamientos estaban los de Santamarina por un lado, los de Independiente por otro… Los fuimos mezclando en los trabajos y eso hizo funcionar mejor el grupo.
-¿Cómo hiciste para incorporarle a ese grupo la idea de defender a la selección de Tandil?
-Yo a la selección la amo, para mí Tandil es lo más grande que hay. Haberme puesto esa camiseta, haber sido campeón provincial, haber perdido la final contra Tucumán en el campeonato Argentino cuando tenía 19 años, son todas cosas que me marcaron mucho. Esa vez del ’76 lloré dos días seguidos por no poder ganar el título.
Tratamos de transmitirles ese sentimiento a los chicos y lo asimilaron enseguida.
-Es muy destacable eso, cuando muchos opinan que los jóvenes no toman compromisos con seriedad.
-No sé si en todos los aspectos son así, o si creyeron en nosotros y nos siguieron con todo. Pero en cinco meses mostraron una pertenencia con la selección que es realmente admirable.
-¿Te sorprendió algún jugador en particular?
-Yo a estos chicos los he visto crecer y jugar en el baby. Después un poco los fui perdiendo, pero a todos los conocía bastante. Me puede sorprender la habilidad que tiene Juan Alvarez. Pero después en el despliegue, las ganas, la técnica, sabíamos lo que buscábamos y todos estuvieron a la altura. De dieciocho partidos ganamos doce, empatamos tres y perdimos tres.
-¿Cada jugador también va cambiando, más a estas edades?
-Sí, fueron evolucionando muchísimo físicamente, mentalmente y en los conceptos del juego.
-¿Qué aportó cada uno de los integrantes del cuerpo técnico?
-Manuel Aguirre hacía todos los trabajos en cancha. Fabio Argüeso, conceptualmente está muy cerca de Manuel. Alejandro Rodrigo trabajó muy bien con los arqueros y el Chino Ríos se metió en el grupo como uno más de ellos. Es un muchacho que tiene mucho carisma para eso.
Los cuatro tenían la posibilidad de opinar y eso también sumó mucho. Los elegí porque tienen años en primera división, es obvio que tenía que aprovechar esos conocimientos y esa experiencia.
Y después Crespito Larrocea está siempre, una fiera.
-¿Hubo, al principio, las dificultades que suelen aparecer en todo trabajo?
-Hubo algunos chisporroteos por un tema de comidas, pero después se acomodó todo y marchó muy bien. Es cuestión de hablar. Yo soy medio cabrón, a veces me enojo cuando no se hacen bien las cosas, pero al final se salió adelante y estoy muy agradecido a todos. A Pichín Salas que es un fenómeno, a Jorge Pérez que fue uno más de nosotros, a Testa, a Mohuapé que estuvo en la primera etapa, al Tano Donvito que viajó un par de veces, a Ricardo Quiroga que siempre nos atendió muy bien. Mucha más gente apoyó, es para agradecerles.
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-¿Cuáles son los motivos por los que no vas a viajar?
-Tengo que atender la escuelita de fútbol, así que se harán cargo del equipo los otros cuatro integrantes del cuerpo técnico. No tengo dudas de que van a hacerlo de la mejor manera.
-¿Te costó tomar la decisión?
-Muchísimo. Es como criar un chico y tener que largarlo solo. Pero tiene cuatro padrinos que se van a encargar de llevarlo. Y los chicos van a responder como lo hicieron siempre. Es un grupo responsable y cumplidor, con un gran capitán como Joaquín Thomas.
-¿Eso nace de ellos o hubo que poner límites?
-En los primeros tiempos, hubo que marcar el camino. Un chico faltó a un entrenamiento y lo sacamos, aunque venía siendo titular. Otro fue a jugar por los Bonaerenses y pasó lo mismo. Así todos fueron dándose cuenta de la forma en que debían manejarse.
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