Un grupo de mujeres se sumó a una constructora para trabajar en carpintería, yesería y pintura
Un grupo de ocho mujeres trabaja en la construcción de los proyectos de viviendas multifamiliares que lleva adelante la empresa Syasa, en rubros como carpintería, yesería y pintura. En momentos de gran movimiento en las obras, comparten las jornadas laborales con decenas de hombres que las ayudan con las tareas más pesadas. Reconocen que la gente se sorprende porque eligieron un oficio reservado para el sexo masculino, pero no lo cambiarían por ningún otro.
Recibí las noticias en tu email
El Eco de Tandilconoció a tres integrantes de este equipo, María Antonella Prituluk, Valeria Reynoso y Laura García, en la obra del Desarrollo Palermo Norte, ubicado sobre avenida Actis. Por estos días llevan adelante tareas de yesería y pintura, dos de los rubros en donde la prolijidad es muy valorada y se luce el toque femenino.
Sacrificio
Cuando se acortan los plazos para la entrega de las unidades habitacionales, estas mujeres pasan más horas en la obra que en sus casas. Llegan a las 6 y se van cerca de las 20, de lunes a lunes, sin fines de semana ni feriados. Es que los días de verano permiten alargar las jornadas laborales, lo que redunda en horas extra y mejor salario.
Laura García, de 37 años, se sumó a la empresa hace dos años. Se acercó tras la recomendación de una compañera. “Me encantó”, dijo sobre el desafío que asumió y contó que antes había trabajado en una carpintería, donde pintaba y confeccionaba muebles.
“Los chicos son muy copados, los varones. Hay mucho compañerismo. Somos mujeres, pero ellos están todo el día atrás nuestro, llevando y trayendo esto y lo otro. Necesitamos un tarro de pintura de 20 litros y lo traen”, destacó.
Durante el día en la obra “compartimos todo. Estamos todo el día acá adentro, entonces compartimos más que con nuestras familias. Te conocés, saben cuando venís enojada. Somos como una familia”.
Por este motivo, cuando alguno arranca la jornada con mal semblante, enseguida le cambian el humor a fuerza de chistes y cargadas. “No queda otra que aflojar, porque estamos todo el día juntos”, afirmó la más antigua en el grupo.
Laura es integrante del sector de carpintería. Por su rol, se suma cuando el proyecto está a mitad de camino. “Cuando llegué acá todo era tierra levantada, pozos y barro. Ver esto ahora… es decir ‘mirá todo lo que hicimos’”, dijo orgullosa desde el patio de una nueva ala del complejo Palermo Norte.
La elección y la familia
Con 24 años, Antonella comenzó a trabajar cuando la obra ya estaba en pleno avance. No tenía conocimientos ni experiencia, ya que como carnicera “lo mío era el cuchillo”. Como ocurre en el rubro, le enseñaron sus compañeras más experimentadas. Hoy su función específica es pintar las viviendas y la disfruta.
Por su parte, Valeria Reynoso tiene 40 años y tres hijos: dos varones de 17 y 13 y una nena de 4 años. “Soy la única que se va de casa temprano”, contó entre risas a la hora de explicar el modo de compatibilizar su particular trabajo con la familia.
Además, explicó que tiene otro empleo al que puede llevar a su pequeña niña para poder compartir más tiempo con ella, aunque de 6 a 15 está en la obra. Este ritmo provoca que muchas veces sienta el cansancio físico porque “se trabaja mucho, pero seguís, no hay drama”.
Por otra parte, confió que la gente se sorprende mucho cuando cuenta que se dedica a la construcción. “Se quedan muy asombrados, más que nada los hombres. Yo anduve en varios rubros asociados a los varones; fui parrillera y también llamaba la atención”, relató.
Pero las tres coincidieron en que no les importa lo que piense el resto y están bien predispuestas a contestar todas las preguntas. Sumado a ello, ninguna cambiaría de empleo porque disfrutan de estar al aire libre y compartir junto a un equipo que se lleva realmente muy bien.
“De pintora trabajé cuando tenía 20 años y ahora, volver a trabajar en esto me encanta. Me gusta”, resaltó Valeria entusiasmada.
Laura tiene dos hijos y el mayor también está integrado a la empresa constructora, situación que la ayuda para estar más cerca de la familia y hace mucho más llevaderas las jornadas de más de doce horas.
Bendito tú eres
Federico Guajardo coordina el trabajo de las obreras de la construcción. “Es la primera vez que trabajo con una mujer en una obra, que veo trabajar a una mujer adentro de una obra”, reafirmó como si aún no saliera de su asombro.
Agregó que “al principio no podía creer ver mujeres adentro de una obra. Después se volvió normal” y bromeó: “Ellas tienen beneficios, salen más temprano que todos los varones”.
Por otro lado, valoró que “trabajan bien. Pintan mejor que los hombres, son detallistas”, aseguró y manifestó que el toque femenino lo encuentra en la prolijidad. Pero además se encargan de acomodar las herramientas antes de terminar la labor.
“El tema de la pintura es detalle. Por ahí estoy con un varón trabajando y me reniego. Ellos quieren terminar”, describió Laura. Y Antonella agregó que “si no hay que hacerlo dos veces, porque viene el encargado o el patrón y tenés que volver a hacer todo”.
Diariamente lucen su ropa de trabajo y los cascos reglamentarios, además de la sonrisa en los rostros bronceados por el sol del verano y los cabellos desordenados por el viento. Se ven felices, haciendo camino en un mundo de hombres y dejando sus huellas en una actividad que les cambiará la vida a las personas que convertirán esas casas en verdaderos hogares.
Este contenido no está abierto a comentarios