Un policía agredido y patrulleros apedreados en operativo por picadas de motos
En la madrugada de ayer, un policía fue agredido y dos patrulleros apedreados, en el marco de un operativo por picadas en el Parque Independencia. Lo cierto es que la problemática de esta práctica ilegal en distintos lugares no da respiro y se torna cada vez más incontrolable. Los vecinos se dijeron cansados de llamar a la policía y dar aviso al Servicio 101 Emergencias, mientras que desde las fuerzas de seguridad admitieron que temen por la integridad física del personal.
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Según informó el jefe de la Seccional Primera, subcomisario Walter Cos, a El Eco de Tandil, el hecho se produjo en el marco de un operativo de control, en la puerta del Parque, a raíz de numerosos llamados al Servicio 101 Emergencias y una denuncia de un particular en la propia comisaría, por ruidos molestos.
En consecuencia, cinco policías -a bordo de dos patrulleros- se comisionaron en el lugar, pero rápidamente se produjo el desparramo de las motos. Sin embargo, uno de ellos no alcanzó a escaparse y fue interceptado por los policías que le solicitaron la documentación del vehículo.
En ese instante, aparecieron entre 30 y 40 personas que rodearon a los patrulleros y empezaron a arrojar piedras -una de ellas impactó en una ventanilla trasera de una camioneta policial Toyota Hilux, destrozándola por completo- y uno de los policías recibió un golpe de puño por parte de una de estas personas.
Producto del fuerte golpe en su boca, el oficial agredido, Jerónimo González, tuvo que ser asistido por personal médico, tuvieron que darle cuatro puntos de sutura, y tardará unos 10 a 15 días en recuperarse.
Inmediatamente, el personal policial se retiró del lugar y no hubo detenidos, aclaró el subcomisario Cos, quien informó que se encomendaron más patrulleros al lugar, pero al llegar “ya no quedaba nadie”.
Desde la policía, se planteó luego su preocupación por lo sucedido y alertó que, más allá de la presencia policial para impedir la práctica de las picadas, la problemática hay que discutirla y “ver cómo se puede resolver” definitivamente.
“Siempre la misma historia”
“Es siempre la misma historia”, admitió el jefe de la seccional Primera. Sostuvo que no sólo está preocupado por el daño material a los móviles, sino -sobre todo- por la salud e integridad física del personal.
Advirtió que en su mayoría se trataba de jóvenes de entre 16 y 18 años, y preguntó “dónde están los padres de estos chicos que los dejan hacer estas cosas”. También, detalló que había adultos a bordo de autos estacionados sobre la diagonal Illia, que van a observar las picadas como entretenimiento. “No lo entiendo”, dijo.
Frente a una problemática que se repite todos los fines de semana no sólo al pie del Parque Independencia sino también en otras zonas de la ciudad, Cos confirmó que se está en continuo contacto con el Municipio y se trabaja en conjunto, pero confesó que realmente es una problemática difícil de abordar.
Sin embargo, garantizó que seguirán trabajando en ese sentido. “De alguna forma hay que resolverlo”, apuntó.
“Cansados” de reclamar
Lo cierto es que la situación ya es “la misma de siempre”, advirtieron los frentistas consultados en la mañana de ayer por este Diario. Un patrullero recorría la zona alrededor de las 11 y también había agentes de la Policía de Prevención Local.
Los vecinos trataban de comenzar el fin de semana largo, luego de pasar una noche tratando de conciliar el sueño, pese a los ruidos molestos. Caños de escapes libres, gritos de quienes asisten a las picadas para observar y alentar a quienes corren, son ya moneda corriente los viernes, sábados y domingos.
Pero las quejas no son de ayer ni de hoy. En diciembre pasado los vecinos alzaron nuevamente la voz y se dijeron cansados de llamar al Servicio 101 Emergencias por picadas de motos, tanto durante el día como la noche, hasta entrada la madrugada.
Por otra parte, afirmaron que habían firmado un petitorio que iban a hacer entrega al intendente Miguel Lunghi, en reclamo de un mayor trabajo para solucionar este flagelo que representan las motos conducidas por jóvenes -mayores y menores de edad-, a alta velocidad, sin la documentación, con vehículos en dudoso estado, con escape libre o dispositivos para generar explosiones, y sin casco.
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