Violentaron una reja y una persiana, y robaron dinero y mercadería de un almacén
La despensa Al Paso, situada en la avenida de Juan B. Justo y Fragata Sarmiento del barrio de Villa Laza, fue blanco de un robo, por primera vez en seis años desde que abrió sus puertas al público. Entre las 21.30 del martes y las 7.30 de ayer, delincuentes forzaron la reja y persiana que resguardaban la puerta de ingreso y se alzaron con una gran cantidad de golosinas, cigarrillos, fiambres, además de dinero de la caja registradora.
Aún consternada por lo sucedido, su propietaria, Mariela Cruz dialogó con El Eco de Tandil mientras observaba el caos que habían dejado los malvivientes en varios sectores de su local. Contó que el día anterior había cerrado a las 21.30 y ayer, a las 7.30, se levantó de la cama para ir a trabajar como todos los días y se encontró “con esto”.
Fue a abrir la puerta junto a su hijo y se dieron cuenta de que la persiana estaba rota, y de que algo había pasado. Entraron, vieron todo el desorden y se percataron de que se habían robado golosinas que había ido a buscar el lunes, algo de dinero en efectivo de la caja registradora -unos 300 pesos- el celular para las cargas virtuales y todos los fiambres, entre otros elementos.
Sobre los delincuentes, Cruz lanzó que “no son de acá muy lejos porque sino cómo saben levantar la persiana, que la reja está atornillada. Es gente que se junta acá y que seguimos juntando acá en la esquina, el vecino les vende alcohol por el portón y estamos siempre en la misma historia, pero si no se corta de raíz…”.
Habiendo llamado a la policía, aseguró que iba a hacer la denuncia pero confesó que si ella se entera quiénes fueron ella misma les da “un palo en la cabeza, sean de 15 ó 16 años; porque soy buenísima, me quieren todos acá en el barrio, pero yo me saco como cualquiera”.
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“Ya estamos
cansados”
La comerciante lamentó que le “revolvieron todo. Es más, se tomaron un Gatorade, se comieron una empanada y se fueron. Se ve que tendrían hambre”, ironizó.
Advirtió que los vecinos “ya estamos cansados, es siempre el mismo grupo que se junta en esta esquina. La policía viene y no pasa nada, ya sabemos quiénes son. No hay que dejar que se junte gente en las esquinas, no hay que venderle alcohol, hay que cortarlo de raíz”.
“Si uno vende alcohol y el otro no, entonces ¿qué controla Inspección? Después de las 21, a nadie inspeccionan. Acá no se controla nada, entonces, ¿para qué uno va a trabajar y va a pagar los impuestos si nadie va a controlar nada?”, cuestionó.
Arriesgarse
“trabajando”
Por último, planteó el riesgo que significa trabajar sin seguridad. Contó que su hijo de 19 años también la ayuda a atender el negocio, y pueden ir y robarle. “Entonces, uno se está arriesgando trabajando. ¿Quién nos cuida? Porque yo estoy trabajando, no soy una ladrona, no tengo problemas con nadie del barrio, ¿qué hay que hacer? Dedicarse a nada, a vivir del Estado, que me den, que me den… Yo no”. u
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