Comerciantes de la zona de Metalúrgica advirtieron que el cierre de la fábrica se hace sentir con fuerza
Los propietarios de negocios que están frente a la fábrica no solo notan una baja en las ventas, sino también poco movimiento. Con tristeza, recordaron aquellos momentos de apogeo en los que la calle Figueroa se llenaba de bicicletas al mediodía y se armaba el arbolito de Navidad en el emblemático tanque.
Tras el cierre de la emblemática fábrica Metalúrgica Tandil el barrio ya no es el mismo. Aquellas calles que años atrás se llenaban de operarios que salían de la planta situada en Figueroa al 500, hoy parecen desoladas, como si les hubieran arrebatado su esencia, su alma. El poco flujo de gente que circula por el lugar da cuenta de lo que significaba la fábrica para la barriada y para los comerciantes, que ven disminuidas sus ventas.
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En diálogo con El Eco de Tandil, Bibiana Dacosta explicó que “a la mayoría de los comercios que estamos cerca nos afecta porque si bien ellos tenían su propio comedor, siempre venían a buscar cigarrillos, galletitas, un montón de cosas y en esta necesidad que tenemos todos de trabajar se nota mucho más”.
Dacosta tiene su despensa frente a Metalúrgica Tandil hace 18 años y recordó que “los buenos años de ellos fueron buenísimos para mí”.
“Cuando mermó el personal a nosotros también nos bajó el trabajo. Acá hay muchos talleres y pocas casas y nosotros trabajamos con ellos así que me afectó el cierre de Metalúrgica, como el de otros talleres de esta zona. A los que estamos dentro de las fábricas nos afectan mucho estos cierres porque acá no hay muchas casas”, afirmó.
Por su lado, Mauricio Urso aseguró que “se nota que hay menos movimiento. Hace unos años era mucho el movimiento y había más vida en el barrio”.
Recuerdos del esplendor
Verónica Adamoli nació y se crió frente a Metalúrgica Tandil. Ahora hace 9 años que tiene su kiosco en Figueroa al 500 pero su familia es la única que sigue viviendo frente a la fábrica de los que residían allí desde antes de la existencia de Metalúrgica Tandil.
“Al mediodía es cuando más se nota, en ese horario a mí se me amontonaba la gente porque ellos tenían comedor pero igualmente venían a comprar”, recordó.
Además, remarcó que “no eran solamente los chicos que trabajaban ahí, porque acá a la vuelta donde tenían carga y descarga estaban los camioneros que venían, los de fábricas más chicas que trabajaban con Metalúrgica que venían a comprar, y ahora se siente, más allá de la baja en las ventas que hubo por la situación económica”.
“De lunes a viernes se trabaja pero los fines de semana se muere el barrio, antes había movimiento permanente por todo lo que movía Metalúrgica”, señaló.
Rememoró con nostalgia aquellos momentos de esplendor de la planta, cuando ella era pequeña. “A las 13 cuando tocaba el silbato de Metalúrgica mi abuela nos sacaba afuera para ver la calle llena de gente en bicicleta que salía de trabajar y en la vereda estaba repleto de trabajadores corriendo para ir al baño para ser los primeros que agarraban agua caliente”, recordó.
“Era un mundo de gente, que ahora el último tiempo daba tristeza ver salir de a 3 o 4, yo que vi la Metalúrgica cuando funcionaba bien. Recuerdo cuando hacían el arbolito de Navidad en el tanque”, rememoró.
Y aseguró que “yo nací con la fábrica en frente y por más que hubo otras, Metalúrgica Tandil es la que representa a la ciudad, es un emblema. Dios quiera que dejen el tanque porque es un símbolo que representa a la ciudad”.
Por último admitió que “tenemos miedo de que lo ocupen porque semejante fabrica que tiene tantos recovecos, túneles, y dicen que hay un piso más abajo, o que ocurra un accidente como sucedió tiempo atrás en la fábrica que está en Pujol (Metan), con el chico que se cayó del techo”.