Crecen las construcciones naturales en la ciudad pero el Municipio se niega a legitimarlas vía habilitación
Construir casas con paredes de barro, arena, arcilla y paja ya está autorizado en varias localidades del país. Sin embargo en Tandil, donde crece cada vez más la elección de este tipo de edificaciones, no está dentro de la lista. De acuerdo a la experiencia de varios interesados en dicha habilitación “el Municipio se niega a discutir una ordenanza de aprobación de la construcción natural”.
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En los últimos seis años comenzó un trabajo lento pero firme de distintos grupos de ecologistas, arquitectos e ingenieros civiles que investigaron y llevaron a la práctica distintas técnicas alternativas de construcción de bajo impacto ambiental. La labor comenzó a florecer: cada vez hay más ciudades que cuentan con una ordenanza que habilita, reglamenta y promociona métodos de construcción sustentable realizadas con tierra cruda, paja encofrada, entramado de cañas, muros de neumáticos, relleno de botellas de plástico y terrazas verdes, entre otros materiales.
Jorge Spivak, constructor natural y facilitador de Biodanza, contó que hubo varias instancias a nivel local para lograr una aprobación. “La primera a nivel público fue por parte de la Asociación de Docentes por la Vivienda, ellos consiguieron en su momento un terreno para cien maestros en zona de La Movediza, y dentro de ellos habían diez que querían hacer construcción natural”. Como estos docentes requerían de créditos para poder emprender la obra, necesitaban que el sistema de edificación estuviera aprobado; entonces prepararon un proyecto de ordenanza junto con un arquitecto, pero se lo rechazaron.
“En el 2009 cuando comencé a construir mi casa, no había legislación aprobada en ningún lado”, contó. La más cercana a concretarse era la del Bolsón, más adelante llegaron las aprobaciones en toda la provincia de Río Negro, en Bahía Blanca, en Mar del Plata, Olavarría y Ayacucho, entre las de Buenos Aires. “En ese transcurso me contacté con un maestro mayor de obras y un arquitecto, para hacer los planos, porque tenía un fin turístico”. Jorge aspiraba a que la vivienda esté habilitada como casa de barro, porque le interesaba sentar precedente.
En principio le dijeron que si, pero cuando llegaron los planos se encontró con que no hacían referencia alguna al tipo de construcción, finalmente lo incluyeron y así se aprobó. “Sin embargo, sobre el final de la obra, cuando quise hacer los trámites de habilitación me la negaron. La paradoja es que quién me ayudó fue el arquitecto Jorge Migliorini, hoy director de Obras Privadas del Municipio”, aclaró.
Falta de voluntad
Según sus palabras, la excusa de la Intendencia para no habilitar este tipo de construcciones se basaría en que no están sistematizadas, ni bajos normas IRAM. Pero el caso es que las fabricaciones en adobe, barro o cualquier material natural es difícil de sistematizar.
“Es un tipo de vivienda que requiere de cierta predisposición para aprobarla”. Se habla de una falta de voluntad política, porque en los demás lugares de la provincia donde se ha admitido la normativa, no pidieron estos detalles. Sin ir tan lejos, en el caso de Ayacucho por ejemplo, hasta se ha formado una cooperativa adobera municipal luego de aprobar la ordenanza, incluso sin tener experiencia ni casos de este tipo de viviendas en el lugar. De hecho se han brindado planes Procrear para las mismas.
Así lo confirmó Silvia Gómez, que hace más de diez años da talleres de construcción en adobe en Tandil y la zona, y estuvo como capacitadora de un grupo de personas que cobraba un subsidio del estado allí por 2014 cuando se habilitó la normativa en la localidad vecina. “La ordenanza está buenísima, porque no solamente legitima la construcción natural, sino que además el Municipio se comprometió a proveer asesoramiento y adobe a los que quieran edificar en barro”, detalló Silvia Gómez.
“En mi interpretación en este Gobierno municipal prima lo estético, y para ellos la construcción natural no está asociada con el perfil de ciudad que quieren”, apuntó Spivak. Pero cada vez hay más ciudades alrededor que lo han conseguido y la esperanza gira en torno a la posibilidad de que salga una ley provincial.
Aún se puede encontrar en la red social facebook un grupo que se había armado en su momento llamado “Ordenanza para la construcción natural en Tandil”, pero ante las rotundas negativas se dispersó. Jorge cuenta que también han intentado acercándose al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el personalmente viajó a La Plata para conseguir información en el Instituto de la Vivienda. “Es una cuestión política, si hay mucha gente haciendo fuerza quizás se pueda lograr algo, pero yo no volví a insistir”, dijo desanimado.
El hecho de que no haya ordenanza tampoco permite que se fomente la construcción de viviendas sociales. Ambos especialistas coincidieron en que “sería buenísimo para este fin, porque una de las principales ventajas es que es mucho más barata que la edificación convencional. Lleva mucho menos materiales y permite la autoconstrucción, lo que avalaría a los sectores más vulnerables a tener su propia casa, si se organizara y se les ofreciera capacitación”. Otra vez, haría falta la predisposición del sector público, que tendría que conseguir los técnicos y brindarles el apoyo, ya que hay gente que utiliza estos materiales pero sin saber como hacerlo y eso, como en cualquier tipo de construcción, trae problemas y errores. “Este tipo de casa cuando están bien hechas son excelentes, con muchísimas cualidades”, remarcó Spivak.
Los comienzos en Tandil
Esta movida en Tandil comenzó en el 2008, ese año vino el maestro Jorge Belanko, nacido en la Capital Federal pero que vivió parte de su infancia en Córdoba, y que actualmente reside en El Bolsón, Río Negro. Trajo sus conocimientos y los contagió. A partir de ahí mucha gente, como Jorge y Silvia, comenzó a construir, a querer informarse, buscó seguir el camino de la capacitación en Permacultura.
Si bien no hay un número exacto, la paradoja es que a pesar de todo las construcciones en barro siguen creciendo en la ciudad. “Creo que ya deben llegar a cien las casas. Solamente en la zona de La Porteña, donde vivo yo, hay alrededor de seis. Si no fuera por la falta de regulación habrían más, ya que hay gente que no se anima a encarar el método por no tener habilitación”, aseveró Spivak.
El barro, las manos, la casa
El adobe es una de las técnicas de construcción más antiguas y populares del mundo. Su uso ha sido registrado a más de miles de años en las más variadas zonas y climas del planeta. Sin embargo, fueron surgiendo nuevas técnicas y materiales para la construcción de viviendas que han hecho que el barro se deje de lado, hasta llegar al punto de desconfiar en su funcionalidad.
“Teniendo en cuenta la historia de la humanidad, no hace muchos años que se construye con materiales rígidos como el cemento”, acertó Silvia, “antes se trabajaba con barro y otro materiales naturales, pero la gente se olvidó”.
Es que para comienzos de este siglo la casa de barro era vista como un viejo rancho, una vivienda precaria o solo posible en zonas rurales. Pero el tiempo le dio una revancha a este generoso material, y sobre todo a la humanidad entera. Hoy el barro deja de pensarse como un material de construcción primitivo y se ofrece como una alternativa sustentable y sofisticada para la edificación de un hogar.
“Son materiales nobles, que no contaminan, que no deterioran el lugar, entonces a nivel ecológico y sustentable es ampliamente mejor”, enumeró la capacitadora. El barro siempre está a mano, es reciclable, antisísmico, con baja energía incorporada en su empleo, incombustible y aporta una climatización natural al ambiente.
“Las técnicas están mejorando, se ha incorporado arena a la mezcla, por ejemplo, que ayuda a que sea más resistente”, reveló. Además detalló los beneficios de temperatura y humedad: “Son frescas en verano y cálidas en invierno, sin necesidad de invertir mucho en calefacción. Sobre todo se destacan en temporadas húmedas porque sus paredes permanecen secas”.
Esta técnica tienen la gran virtud de que se puede llevar adelante entre todos los miembros de la familia, es común ver en los diferentes talleres a los niños pisando el adobe, mientras los padres van subiendo las paredes, encuadrando alguna abertura o moldeando el barro. “Yo creo que eso se siente, las manos y la energía hacen que luego el hogar sea mucho más cálido y acogedor”, entusiasmó Silvia.
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