En la procesión de San Cayetano además de pan y trabajo, pidieron ayuda para ser “un pueblo Santo”
Con la presencia del obispo Salaberry, los tandilenses peregrinaron con sus espigas de trigo para renovar la Fe. Aunque siempre hay para agradecer, los creyentes dijeron que en esta oportunidad necesitan pedir por conseguir y conservar la fuente de trabajo. Las intenciones contemplaron a los desocupados, explotados y desamparados y oraron por empleos dignamente remunerados.
A 470 años del fallecimiento de San Cayetano, como cada 7 de agosto la Parroquia del Barrio 25 de Mayo fue el epicentro de las celebraciones en honor a su Patrono. Vecinos de toda la ciudad se acercaron con sus espigas de trigo y estampitas del Santo para participar de la tradicional procesión y renovar su fe.
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“Estamos vivos y vivimos amarte es nuestro destino aunque este viaje es distinto sólo hay un solo camino, llegar a vos…”, fue el canto con el que empezaron a transitar la tradicional procesión, encabezada con la imagen del Patrono del Pan y el Trabajo, seguido por la efigie de la Virgen María. En la primera línea, el obispo Hugo Manuel Salaberry y el párroco Horacio Gómez fueron acompañados por el intendente Miguel Angel Lunghi y el jefe de Gabinete Julio Elechiribehety, seguidos por un centenar de fieles que se congregaron para agradecer sus favores.
En una tarde gris, pero templada, los creyentes se encaminaron desde el interior de la Parroquia por San Francisco hacia Nigro, luego por Independencia y doblaron en Ijurco para regresar nuevamente por San Francisco al templo donde se llevó a cabo la misa central. A lo largo del trayecto, los peregrinos se fueron alternando la posta de la carga de los santos, compartiendo su peso y oraciones. El mensaje principal y reiterado a lo largo de toda la peregrinación a través del micrófono fue: “San Cayetano, ayuda a la Argentina para ser un pueblo Santo”.
En las intenciones pidieron por los desocupados, explotados y desamparados, para que puedan tener un empleo dignamente remunerado. Además, oraron por todos los que buscan trabajo para mantener a su familia.
Mientras los altoparlantes emitían las oraciones y cantos religiosos, a medida que avanzaba la marcha los vecinos del barrio se asomaban a sus ventanas o veredas para acompañar al Santo en su día.
En el recorrido, además las peticiones se alzaron para orientar a los gobernantes en el buen camino y alcanzar así políticas públicas que reestablezcan la dignidad de la vida humana.
“Padre del pueblo condúcenos por el camino de salvación, que en nuestra Patria reine la paz”, entonaron con tranquilidad y devoción los feligreses.
Ya en el último tramo, mientras ingresaban a la iglesia para participar de la misa, palmas y entusiasmo, cantaron a coro: “Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten tus ganas de vivir. Donde falte la esperanza, donde falte la alegría, simplemente por no saber de ti”.
En conversaciones con El Eco de Tandil, la mayoría de los feligreses contaron que habitualmente se acercan al templo en la fecha porque “siempre es momento para agradecer”, aunque en esta oportunidad coincidieron que la realidad los congrega para “pedir por el trabajo”, ya sea para conservarlo o conseguirlo. Además, advirtieron de la necesidad de que “los gobernantes puedan pensar con claridad porque la situación está cada vez más complicada”.
Humildad y servicio
A lo largo del recorrido de la peregrinación, hicieron un repaso por la vida del Santo homenajeado. Contaron que Cayetano provenía de una familia rica, sin embargo decidió dejar todo, repartirlo entre los necesitados para asemejarse a su Cristo en la pobreza. Por lo que invitaron a los fieles a seguir el ejemplo de austeridad y entrega del Santo para con sus semejantes.
San Cayetano de Thiene, sacerdote italiano fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, más conocido como patrono del pan y del trabajo, es muy querido por el Papa Francisco y seguido por millones de argentinos. Este hombre a los 35 años fue ordenado sacerdote y, según relataron, en un momento de su vida tuvo la visión de que María le dejaba al niño Jesús en sus brazos. En esta instancia estimularon a los presentes a dejarse guiar por la “madre santa”.
Dijeron que su amor y respeto por la Santa Misa fue tan grande que, para celebrarla por primera vez, pasó tres meses preparándose lo mejor posible. “Cuando el día llegó, quedó sobrecogido por el don tan maravilloso del que no se consideraba digno”, señalaron.
Un día dedicado a la Fe
En la Parroquia durante toda la jornada ofrecieron una diversidad de actividades acordes. Así hubo servicio de Santería a disposición, distribución de panes bendecidos y agua bendita, además los creyentes tuvieron la posibilidad de anotar sus intenciones para que sean leídas durante la celebración de la misa. Asimismo se realizó la celebración del Sacramento de la reconciliación, el rezo del santo Rosario y se ofrecieron bendiciones.
A parte de la ceremonia central, luego de la procesión, hubo misas en el templo parroquial en diferentes horarios de la mañana y tarde.
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