Familiares de los residentes del geriátrico clausurado pidieron “detención y prisión automática” para la dueña
Marcharon desde la residencia hasta la Municipalidad exigiendo Justicia por el maltrato que sufrieron sus abuelos. Se dirigieron mediante nota al Intendente de Tandil y al fiscal que lleva adelante la causa, Marcos Eguzquiza, pidiendo apoyo en su reclamo. Una de las nietas, detalló que al retirar a su abuela la encontró desnutrida, con moretones y sin higienizar. Lo último que había ingerido la mañana anterior era un vaso de agua con un alfajor.
Ayer por la tarde, familiares de los once adultos mayores que fueron rescatados del geriátrico San Gabriel, también conocido como “Las Flores”, ubicado en 11 de Septiembre al 900, tras haber detectado abandono, violencia y maltrato a los abuelos, marcharon clamando Justicia.
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El grupo, conformado principalmente por nietos de los residentes, se congregó alrededor de las 14 en las puertas del hogar clausurado y marcharon por avenida Marconi hasta la Municipalidad, con la intención de dejar una carta al intendente Miguel Lunghi y hacer llegar una nota al fiscal que tiene a cargo la causa, Marcos Eguzquiza.
Al frente, los manifestantes expusieron una pancarta con la foto de la dueña del lugar, Florencia Leiva, para quien exigieron la “detención y prisión automática, por maltrato y abandono de los abuelos”.
Además, en conversación con este Diario, brindaron detalles de la crueldad por la que atravesaron los alojados, en qué situación los encontraron al momento del desalojo y cómo se encuentran ahora que están en otro sitio.
Inspección, desalojo y clausura
Cabe explicar que el pasado viernes 25, la residencia de adultos mayores ubicada en la dirección mencionada, debió ser inspeccionada, evacuada y luego clausurada por las denuncias de irregularidades sobre el funcionamiento y las condiciones en las que vivían once adultos mayores en el establecimiento. Según contó una de las nietas de los damnificados, ellos pudieron conocer lo que estaba sucediendo gracias al aviso de una de las trabajadoras del lugar.
La decisión fue adoptada por la Dirección de Fiscalización Sanitaria de la Provincia ante los informes emanados desde el Municipio y, según se conoció, el geriátrico contaba con la habilitación municipal en trámite, pero no tenía la autorización provincial.
Al parecer la grave situación se viene acarreando desde hace siete años, de hecho aseguraron que hay unas 17 denuncias penales en la Fiscalía, aunque ninguna ha avanzado. Asimismo, desde la comuna aseguraron que durante agosto y septiembre, se realizaron inspecciones y elevaron los informes a los entes provinciales.
Ante este contexto los familiares se acercaron y retiraron a los abuelos de la residencia, constatando finalmente el lamentable estado en el que estaban, con desnutrición, descuidados de sus medicaciones, sucios y sin elementos para la higienización diaria.
Este relato fue respaldado por algunos vecinos que ayer, poco antes de realizarse la marcha, revelaron que reiteradas noches se escuchaban gritos e incluso observaron que el personal no cumplía con las medidas preventivas correlacionadas con el coronavirus.
Por otro lado, los colindantes también advirtieron a los familiares haber visto movimiento durante estas últimas noches, donde una camioneta se llevaba muebles y cosas del lugar, rompiendo con la restricción de la faja de clausura, que fue puesta nuevamente.
“Detención y prisión automática”
Mediante dos documentos, las familias de los adultos mayores que se encontraban alojados en la residencia geriátrica “Las Flores”, se dirigieron al Intendente de Tandil y al fiscal que lleva adelante la causa, Marcos Eguzquiza, exigiendo la detención y la prisión automática de Florencia Leiva, dueña de dicho lugar.
En los textos, piden colaboración y apoyo ante su reclamo por el maltrato tanto físico, verbal y psicológico que dicha persona le causó a los adultos mayores que tenía a su cargo hasta el pasado viernes.
“Hacemos este pedido por varios motivos relacionados al caso, como por ejemplo: falta de alimentación y desnutrición en varios de los abuelos; falta de higiene y capacitación a la hora de los cuidados esenciales; falta de insumos tanto de limpieza, como de higiene, y medicinales; falta de capacitación médica a la hora de algún inconveniente, entre otras”, enumeraron y garantizaron contar con pruebas suficientes para afirmar dicha acusación.
Asimismo, detallaron que el establecimiento no contaba con las necesidades básicas, ni calefacción ni agua caliente, tampoco tenían el lugar en condiciones para ser un hogar de cuidados u atención de adultos mayores. Dicho sitio, agregaron, carecía de una habilitación correspondiente.
“Lo que las familias pedimos es que la señorita ya nombrada anteriormente, sea detenida y vaya a prisión por el motivo ya mencionado, y que se disculpe por el daño causado, tanto a los adultos mayores, como a la familia de estos”, concluyeron.
El relato de una experiencia triste y dolorosa
La abuela de Mailén Tolosa tiene 92 años, fue rescatada la semana pasada y salió con un índice de diabetes que alcanzaba los 315 mg de glucosa, presentaba desnutrición, escaras en los talones de larga data y presentaba un derrame en el ojo que le generó una suba de presión.
Ella había sido alojada apenas en junio de este año y en pocos meses el deterioro de su persona fue notable. Además, pudieron constatar que mantenían a la mujer amenazada, ya que cuando la visitaban podían solamente verla por la ventana, por prevención del Covid-19, pero ella siempre se apresuraba a decir que estaba bien. Sin embargo, al encontrarla el día del retiro, la vieron débil.
“Una vez que la sacamos, le empezamos a preguntar y lo único que había desayunado a la mañana anterior fue un vaso de agua con un alfajor”, lamentó. La realidad que iban develando era cada vez más drástica, porque hasta descubrieron que los fármacos ansiolíticos que debían tomar de noche, les eran suministrados de día, asimismo le descubrieron moretones en la cola, que todavía no supieron producto de qué.
Según contó la nieta, ellos abrieron los ojos a la situación a raíz de la denuncia de una de las empleadas del lugar, que hizo referencia a los maltratos y manifestó cansancio a la falta de insumos de higiene. “Nos dijo que saquemos a la abuela cuanto antes porque no estaba habiendo comida al mediodía”, relató.
Eran los mismos trabajadores del asilo los que se ocupaban últimamente de comprarle té y de llevar elementos de higiene personal desde sus casas para poder bañarlos, porque de lo contrario no les quedaba más opción que lavarles el pelo con detergente.
Afortunadamente, aunque lamentando los malos momentos que pasó, la abuela de Mailén fue trasladada a otro geriátrico y según su nieta “es otra”. “En unos días volvió a caminar, cuando hace una semana se manejaba en silla de ruedas y decía no tener fuerzas”, reveló.