La dura historia de una familia que vive sin electricidad ni agua desde hace 15 años
Detrás del barrio Smata, tomando la calle Pierrone comienza un camino donde las casas desaparecen y las dificultades para avanzar se van acrecentando, sobre todo en días de lluvia como el de ayer, y tras pasar una tranquera se llega a la casa de Ema Ibarra y su familia, un lugar completamente olvidado. A pesar de estar a solo unos metros de las viviendas emplazadas a un lado del barrio Smata, esta familia vive en condiciones sumamente precarias, sin contar con ningún servicio básico.
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Ema Ibarra accedió a dialogar con El Eco de Tandil y contar su difícil historia, ya que vive hace 15 años sin electricidad ni agua con sus cuatro hijos en la vivienda emplazada en la que sería la calle Bulewski, si es que existiera una arteria que llevara al lugar. Pero no la hay, simplemente porque esta familia se encuentra aislada del resto de Tandil porque ningún funcionario se acordó nunca de ellos.
Y mientras tanto, se acostumbraron a vivir así, en situaciones extremadamente precarias. “Nos acostumbramos, no nos queda otra”, expresó Ema con los ojos llenos de lágrimas.
Sin luz
ni agua
Ema Ibarra explicó que por diferentes razones nunca obtuvieron respuesta para que les hagan llegar los servicios de agua y electricidad.
En cuanto al agua, les dicen que es porque están distanciados del barrio (que se encuentra a unos 300 metros) y la luz, les plantean diversas dificultades como que la línea está lejos, o que el número del campo no coincide con el papel del contrato que habían hecho.
“Me dice el dueño que se fijen porque es un campo que tiene los papeles bien, en regla, pero no nos quieren conectar la luz”, lamentó.
“Estoy
acostumbrada”
Ema Ibarra vive desde hace 15 años en ese mismo lugar. Sin ningún servicio. Con un farol a gas se iluminan.
“Me manejo porque ya estoy acostumbrada porque soy del norte, pero mis hijos no quieren, todos los días me dicen ‘mami no podemos vivir así’”, contó.
Su marido cuida los animales que hay en la chacra, y ella se ocupa de la casa y trabaja afuera también. De sus cuatro hijos, tres viven con ellos, de 17, 15 y 12 años. La mayor vive hace unos años con su pareja.
“Ellos quieren tener luz porque se aburren aquí, cuando está el día como hoy no se puede hacer nada. Esta es la única casa que no tiene electricidad”, afirmó.
Intransitable
Además de todas las dificultades con las que conviven cotidianamente por no contar con servicios, se le suma que el camino es intransitable la mayor parte del tiempo.
En un día como el de ayer, en el cual llovió poco, no pueden ingresar o salir vehículos porque se encajan y solo es posible acceder caminando, con botas de goma por supuesto.
Si llueve un poco más, la casa queda rodeada de una laguna, y es imposible salir. Quedan aislados del mundo, más aún de lo que lo están habitualmente.
“No viene nadie del Municipio, sé que han andado por el barrio pero nunca llegaron aquí. Y no van a llegar tampoco porque no tenemos una dirección, un número, nadie nos ubica”, sostuvo y estimó que la calle podría ser Martineta o Bulewski, aunque no lo saben con precisión.
“Me acostumbré a vivir así, no queda otra. Nos tenemos que acostumbrar”, expresó con tristeza.
Las dificultades
cotidianas
El estado del camino les trae otras dificultades también. Es que llaman al garrafero y no puede ir porque no se puede ingresar con vehículos.
“Con el tema del camino no entra nadie. No se puede pasar, casi no se puede pasar caminando, en vehículo, menos”, expuso.
Lo mismo sucede con el aguatero, que desde junio no ingresa al lugar porque las lluvias han deteriorado el camino por completo y no puede entrar con el camión.
“Desde junio que estoy sin agua, un hombre venía a ponerme agua en unos tanques pero cuando empezó a llover no pudo entrar más con el camión, porque si entra se encaja y no hay quien lo saque. Obras Sanitarias no los deja entrar cuando el trayecto no está firme”, explicó.
Para tener agua, deben ir diariamente con bidones a la casa de algún vecino para pedirle agua.
“Mi hijo tiene que ir a la casa de la hermana a pedirle permiso para bañarse. Estamos abandonados”, lamentó.
“No puedo
tener nada”
“Lo principal que necesitamos es luz y agua, porque con el resto yo me arreglo. Gracias a Dios para comer nunca nos falta”, aseguró.
Por otra parte, contó que en verano el tema de los alimentos es muy complejo porque “no puedo tener nada, agua fresca para los chicos no puedo tener, carne no se puede comer porque se pudre, se come pero en el día y tampoco puedo ir todos los días a comprar de a puchitos”.
“Tengo que cocinar para el momento, no me puede quedar un platito de comida porque a la noche no se puede comer, se echa a perder, no puedo tener nada”, lamentó.
Y recordó que hace tiempo, cuando sus hijos eran pequeños, allá por el año 2005, el intendente Miguel Lunghi les dio “una mano”. “Nos dio una heladera que era a gas, en ese tiempo mis hijos eran chiquitos y tomaban vitaminas así que sí o sí las tenía que tener en un lugar fresco, Lunghi me mandó la heladera con la secretaria. Pero era de las heladeras viejas y al tiempo no anduvo más, 2005, 2006”, explicó.
También expresó su preocupación si algún día necesitan una ambulancia, porque ningún vehículo puede entrar con el camino en esas condiciones, además de la oscuridad que hay de noche y el hecho de no haber ningún tipo de señalización para llegar.
Seguridad
También se les presentaron inconvenientes con el tema de la seguridad porque en diversas oportunidades les han robado vacunos y caballos de los que cuidan.
“Hace poco carnearon 5 o 6 caballos. Como no hay luz, aprovechan que no los vemos de noche pero andamos penando, cuando torean los perros tenemos que levantarnos y ver qué pasa, pero igualmente mucho no podemos hacer. El dueño hizo la denuncia pero no pasó nada”, afirmó.
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