La magia del circo inundó el barrio La Estación con arte y muchas risas
Una carpa verde y violeta se alzó frente a la Estación de Trenes acercando el arte a grandes y chicos. A lo largo de tres semanas pasó por ella una gran cantidad de artistas de todas las ramas y estilos y casi 200 personas por función. Rodar por un sueño, en familia, haciendo realidad el circo en el barrio.
Hace casi un mes que en el barrio La Estación empezó a levantarse una carpa de circo, como aquellas que se veían frecuentemente hace años. Esta es verde y violeta, del grupo La Cirquesta (circo más orquesta), de La Plata, y albergó a una multiplicidad de espectáculos de diversos géneros, con artistas propios e invitados.
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Los artistas platenses decidieron conjugar diferentes lenguajes como circo, teatro, música, títeres, danza y plástica, de creación propia y colectiva. En ese rodar llegaron a Tandil, se instalaron y convocaron muchísimo público de todas las edades. Si bien compartieron su propio espectáculo, la particularidad de esta carpa se basó en que el show no fue siempre el mismo, cada función tuvo su particularidad generando las ganas de volver una y otra vez para ver algo nuevo.
Con una capacidad para 200 personas, las gradas y bancos fueron base para que las risas de grandes y chicos se hicieran una. Según los organizadores, seguirán sonando hasta cuando el circo ya no esté.
“Algo pasa en La Estación, algo se encendió”
La idea nació bajo el frío, cuando en las vacaciones de invierno Julia Esquivel, Matías Madrid, Juan Cruz “el Jota” Bernardo y Sebastián Irigaray fueron a armar esta misma carpa a la Ciudad de los Niños, en La Plata. Allí Matías, que es tandilense por adopción, pensó que esa misma magia debía trasladarse a estas sierras. “Seguro”, fue la respuesta de “el Jota”, que es parte de La Cirquesta y no dudó un minuto en contestar. Y la palabra es oro, se cumple.
A partir de ahí empezaron a gestionar para poder concretarlo y aunque no consiguieron contar con el apoyo de la Municipalidad ni de la Usina, sí consiguieron que Ferrosur les ceda el predio de Machado y 4 de Abril. “Siempre nos tiró la idea de estar en este barrio, con la Estación y las vías, por toda su historia y significado”, contó “el Negro” Madrid.
Y por estas tres semanas este lugar fue su casa, el hogar donde compartieron con un montón de tandilenses, arte, abrazos y malabares. “El circo es una gran familia”, aseguró.
Por su parte, “Jota” se mostró maravillado con el trato que recibieron por parte de la gente del Ferrocarril. “Fueron invisibles. Solamente se aceraron a ver si necesitábamos algo y luego nos dejaron manejarnos con total libertad”, contó agradecido.
“Javier Abad dijo que sí, sin pensarlo, luego pidió la autorización correspondiente y enseguida logró completar todos los trámites burocráticos necesarios”, resaltó Julia, que también sumó la actitud de los escultores que les abrieron sus brazos. De hecho, el reconocido artista Alberto Vinsennau prometió hacer una escultura para lucirla en el palo mayor de la carpa.
Entre vagones de trenes, rieles y escultores
“Las estacas son acariciadas por martillos de tierra y humo. La lona revolotea de saberse tan viva. Nosotros somos los teros. Cantamos anunciando algo nuevo”, escribió Matías mientras se levantaba la verde y violeta que se llenó de risas de niños, y no tan niños.
La carpa será parte del paisaje del barrio hasta hoy, con su última función, porque luego parte a Santa Teresita y seguramente los vecinos extrañarán verla al pasar por la zona. Tal como describieron los organizadores, es como una estrella que viene, pasa y se va.
“Nosotros somos los teros. Cantamos anunciando algo nuevo. En la Estación de Trenes se encuentra una muchachada que quiere ser parte de un circo. Compartir y aprender. Los truenos, las lluvias. Escuchar las gotas acariciar la lona. Cerrar los ojos y dormirse de nuevo. Somos las aves que pasan, dejan sus cantos y vuelan a nuevos cielos. La carpa nos cobija de los malos pensamientos. El circo de la muchachada que se siente familia y sueña con ser cielo y viento. El Río y el Chango (un niño y un perro salchicha) son los timoneles de este gran momento. Suena el tren. Nos reímos y respiramos aires nuevos”, continuaron las palabras de Madrid.
Los responsables de la risa
Así, con hasta tres funciones por día, se encendió el encanto. Estuvo la gente de A Contrapelo, una murga estilo uruguaya que hizo latir y bailar con sus tambores tan coloridos. También los acróbatas de A Tempo, que mostraron sus destrezas en un dúo perfecto y luego se destacaron en consonancia con los virtuosos de Proyecto Mondo.
Además, se contó con la presencia de Muruya, donde la artista juega a ser tanguera, pero su torpeza no le permite ni usar tacos ni ropa elegante y mucho menos mantener su cabellera en orden. Por su parte, Manic Freak, un pequeño payaso, compartió su espectáculo multipremiado, siendo un excéntrico, un fenómeno, un individuo que disfruta del vértigo, un enamorado del desequilibro.
Y así se sucedieron las maravillosas propuestas, donde también estuvieron los Impromondo, la música de Irrutia y Amigos, Julieta De La Canal, y De Casorios que lo hizo a beneficio del Ciane. También tuvieron el honor de presenciar la puesta del titiritero local, Eugenio Deoseffe con “Lupa, mundos para ver de cerca”, una pieza de humor sumamente atrapante.
Todo lo logrado fue a pulmón, autogestionado, con mucho esfuerzo y alegría. Hubo contratiempos, pasaron cosas lindas y no tanto, pero al juzgar por la expresión de los entrevistados, todos salieron ganando y con el corazón lleno. Y para los niños, una de las partes preferidas sucedía sobre el final del show, cuando podían ser parte y protagonistas al ser invitados a bailar al centro del escenario.