Los jóvenes del rescate en la excantera contaron la difícil experiencia y celebraron que todo salió bien
Pasados los momentos de tensión que se vivieron el jueves en un sector de la excantera Los Nogales, detrás del Monte Calvario, los dos jóvenes que cumplieron un rol fundamental en las tareas de rescate recordaron la experiencia.
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Agustín Nervi y Pedro Redolatti dialogaron con El Eco de Tandil y revivieron aquel momento, el estrés sufrido y la satisfacción de haber cumplido con una buena acción que permitió liberar a un joven que quedó imposibilitado de ascender y retomar el sendero.
Como se informó en estas páginas, un adolescente que recorría el cerro junto a otros dos debió ser rescatado al quedar atrapado a unos 20 metros del suelo en una pared de piedras que se erige cerca del tanque de agua ubicado en la zona.
El episodio se registró alrededor de 18.30 del jueves y demandó además la intervención de personal del Cuartel Central, de la ambulancia del Hospital “Ramón Santamarina” y de la Policía Local.
Sin embargo, la presencia de dos personas que habían accedido al cerro para practicar escalada deportiva fue fundamental, ya que encararon rápidamente una acción que no admitía margen de error ni de tiempo.
El hecho hoy se suma como una anécdota más, pero que resulta necesaria para concientizar sobre la importancia de llevar adelante esta práctica con las medidas de seguridad necesaria.
La vivencia fue de “mucho estrés” ya que hicieron algo que “nunca habían hecho”, y si bien alcanzó un final feliz, admitieron que quedará pendiente un aprendizaje en rescate para contar con los elementos necesarios frente a situaciones de esta naturaleza.
La situación
detectada
La jornada estaba por concluir para estos dos jóvenes que practican esta disciplina cuando una situación protagonizada por dos chicos les llamó la atención y los obligó a permanecer allí un rato más.
Mientras se disponían a abandonar el predio donde funcionaba la cantera, ya con la caída del sol, observaron el modo en que los chicos comenzaban a descender por la pared en una maniobra que les pareció extraña y peligrosa dadas las características del lugar y la falta de equipos.
Al emprender el ascenso nuevamente para retomar por el sendero, notaron que uno de ellos avanzaba y otro, complicado, presentaba mayores dificultades para continuar por el camino trazado por su compañero.
“Nos fuimos alejando pero nunca dejamos de mirarlos. En un momento les pregunté si podían volver y uno me dijo que no, que eso estaba intentando. El otro avanzó un poco más en el trayecto, en forma horizontal, y subió”, recordó Redolatti.
Al ver la situación, los potenciales rescatistas le transmitieron tranquilidad al menor y le sugirieron que no se moviera. “Fuimos a buscar todas las cosas y subimos”, contaron, mientras dos chicas que los acompañaron dieron aviso al Cuartel Central de Bomberos.
El rescate
Ya en la parte superior del perfil de la cantera, eligieron una piedra para atar la cuerda que les permitió acceder hasta el sector en el que el joven quedó varado y allí fue que decidieron que Agustín Nervi era quien debía hacer el descenso.
Si bien el material utilizado era de su propiedad, Redolatti sostuvo que su compañero “tiene más conocimientos” en ese sentido, lo que le otorgaba mayor tranquilidad a la compleja situación.
Sin luz natural “bajé y Pedro se quedó arriba, hasta que alcancé a llegar al chico”, que a esa altura gritaba que sus brazos “no aguantaban más, algo que sabemos muy bien qué se siente”, repasó Nervi, en una reacción que sumó más nerviosismo y adrenalina, pero que demandaba tranquilidad en el accionar.
Pese al miedo que presentaba el chico, en todo momento intentaron transmitirle calma y que aguantara un momento más. El tiempo corría y ya no quedaba más margen.
“Llegué hasta donde estaba, le dije que se quedara tranquilo. Le pasé dos vueltas de cinta plana tubular por debajo de la axila y después lo até a mi arnés, y ahí me calmé yo. Después le pasé otra cinta más entre la entrepierna y la cintura”, detalló.
Asegurado, ambos avanzaron en forma lateral unos dos metros hasta alcanzar una repisa, punto que estaba incluido en el recorrido del otro menor que logró ascender por sus propios medios.
Al llegar a ese lugar el rescatista le colocó el arnés y juntos ascendieron. “Le pregunté si quería bajar o subir. Y finalmente subimos”, recordó. Unos metros más abajo del sendero se ubicó Redolatti, que acompañó el proceso hasta la llegada de los uniformados, que colaboraron con las tareas.
“Era algo que nunca había practicado”, reconoció Nervi, y describió que el menor se sostenía solo con sus manos mientras parte de su torso descansaba sobre una roca para distribuir su peso. “Los pies no los apoyaba”, alertaron.
Medidas de
seguridad
La escalada deportiva, actividad que realizan ambos jóvenes desde hace algunos años, utiliza un sistema de seguridad que consiste en la colocación de anclajes (“chapas”) en la pared que permiten ampliar las posibilidades de ascenso y sirven para asegurar a los escaladores.
En Tandil el entrenamiento de esta disciplina se efectúa en sitios que ya se encuentran debidamente preparados.
“Escalamos con todo el equipamiento”, que consiste en un arnés, una cuerda, mosquetones, casco y zapatillas especiales (elementos que se encuentran homologados), en un deporte que realizan a conciencia como hobby.
Desde su perspectiva consideraron que los menores que sufrieron el incidente jugaban como si conocieran el lugar sin tomar demasiada conciencia del riesgo o de las posibles consecuencias.
Sin embargo, e independientemente del aprendizaje que seguramente representó para ellos, consideraron que resulta imprescindible tomar los recaudos necesarios si se desea practicar este estilo.
“No hay otra posibilidad”, coincidieron, y destacaron que “el miedo te lleva a utilizar el equipamiento” para garantizar la seguridad de quien realiza esta disciplina deportiva.
Para finalizar opinaron que sería importante fomentar este deporte a nivel municipal y alentar la creación de espacios para su práctica en predios públicos y privados.
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