“Quereme así piantao” se renueva para seguir su labor de inclusión social y laboral
El proyecto que nació hace tres años, en el seno del área de Salud Mental, se mudó al centro cultural La Compañía y cambió el servicio de cafetería por la elaboración de panificados que distribuye entre sus clientes. Es una apuesta terapéutica de inclusión socio laboral para repensar el lugar que se le da al tema en la sociedad y proveer herramientas concretas para el desarrollo de la autonomía y capacidades de los pacientes.
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“Quereme así, piantao, piantao, piantao, trepate a esta ternura de locos que hay en mí. Quereme así, piantao, piantao, piantao, abrite los amores que vamos a intentar la mágica locura total de revivir”. La popular letra de “Balada para un loco” escrita por Horacio Ferrer, y que Piazzolla inmortalizó con su música, se convirtió en el nombre y la reivindicación de un proyecto que, desde que se gestó, ha instalado una nueva manera de entender la salud mental y la inclusión.
“Quereme así piantao” es un dispositivo terapéutico de inclusión socio laboral que depende del área de Salud Mental y Comunitaria del Sistema Integrado de Salud Pública. Nació hace tres años como un servicio de café con elaboración y venta de productos de pastelería artesanal, constituyendo una propuesta innovadora para derribar prejuicios y paradigmas sobre la salud mental, y ofrecer una alternativa real de trabajo para las personas que lo necesiten. El café fue gestionado y atendido por pacientes coordinados por integrantes del equipo de Salud Mental. Con esta iniciativa, Tandil se convirtió en una ciudad pionera en este tipo de emprendimientos, ya que sólo hay experiencias similares en la Ciudad de Buenos Aires y en Italia.
En 2015, el actual director nacional de Salud Mental, Luciano Grasso, dio el puntapié inicial para comenzar a gestar este proyecto basado en la inclusión y los lineamientos de la Ley de Salud Mental.
Después de muchos preparativos y capacitaciones, la idea vio la luz el 9 de noviembre de 2015 en una casa de té ubicada en Mitre al 500. Luego de una mudanza al espacio de Macanudo, sobre Rodríguez frente a la plaza principal, hace apenas unas semanas concretó el traslado a las instalaciones del centro cultural La Compañía (Alsina 1242), espacio que los albergará en esta nueva etapa. Ahora deja de lado el servicio de cafetería y apuesta a la elaboración de panificados, con la finalidad de perfeccionarse y crecer cada vez más. El centro cultural se convirtió en el lugar ideal porque además de poseer unas excelentes instalaciones y patio, cuenta con una cocina apta para la elaboración de alimentos.
En la actualidad, cuatro pacientes forman parte del dispositivo, Pablo Ricardo, Natalio Collová, Miguel Cuevas y Luis Echeverría; y hay seis más que se encuentran atravesando un proceso de capacitación para poder sumarse al trabajo diario. El equipo está encabezado por Walter Ríos, licenciado en enfermería y coordinador del área de Salud Mental y Comunitaria; las psicólogas Nieves Mansilla y Constanza Funes; y la profesora de teatro, Florencia Berrutti.
La experiencia del proyecto
El Eco de Tandil se acercó hasta la casona de la calle Alsina para conocer un poco más sobre el nuevo rumbo que tomó el proyecto y conversar con quienes hacen posible que esto suceda.
“Hace poco que estamos acá, pero la idea es hacer alguna feria, varieté, el espacio se presta para hacer diferentes cosas y proyectos. Hacemos hincapié en fortalecer el emprendimiento en panificados; pan, pizzas y pizzetas. Al no tener el servicio de cafetería, impulsamos esta parte que es lo que más rinde y salió de la inquietud de ellos el querer trabajar y aprovechar el tiempo de esta manera”, explicó Nieves. Entre sus clientes fijos se encuentra el jardín de infantes del colegio Nuestra Tierra, para quienes una vez por semana elaboran los panificados.
“Acá es espectacular, la gente te trata muy bien, el lugar es hermoso. Yo por el café dejé todo, me hace bien, es una terapia para mí, me hace bien a la mente, a todo, aparte tengo compañeros que valen oro”, relató Pablo Ricardo, uno de los trabajadores del emprendimiento, quien recalcó la importancia de poder compartir su experiencia con otras personas y vincularse con los demás en eventos y ferias, más allá de la cuestión económica que les permite subsistir.
“Son importantes los espacios de encuentro para poder explicar de qué se trata, que la gente nos conozca, nos llaman de distintos lugares para conocer sobre el trabajo que llevamos adelante”, señaló Walter.
Para poder impulsar las acciones y gestionar toda la parte operativa existe una asociación civil que lleva el mismo nombre y está abierta a toda la comunidad, así como también lo está el proyecto, al cual es posible ingresar a través de una entrevista de admisión que se efectúa luego de la derivación del profesional tratante.
El origen
La premisa fundamental que guió la conformación de “Quereme así piantao” se sustentó en la idea de pensar una alternativa para generar fuentes de trabajo genuinas, para que los pacientes puedan desarrollar sus potencialidades y producir algo útil para ellos.
“Arrancó con Luciano Grasso y un grupo de psicólogos voluntarios, muchos apoyaron este proyecto, la primera comisión trabajó a pulmón, fue difícil en cuanto a lo administrativo y pensar el proyecto que no tenía muchos antecedentes”, rememoraron.
Al comienzo, recibieron apoyo del sector público y privado, colaboradores y vecinos para instalar el tema en la ciudad, el cual fue el primer objetivo. Quienes motorizaron la génesis y posterior materialización del proyecto, se propusieron generar un espacio productivo, donde se pueda ejercer el derecho al empleo, a la sociabilidad y a ser ciudadanos, para lograr mayor autonomía y toma de decisiones en las personas.
“En un principio, para el afuera, la propuesta parecía una locura, porque es algo muy innovador que pretende cambiar un paradigma de la salud mental. Hoy está aceptado, se empieza a reconocer esta línea de trabajo, y también hubo gente que apoyó desde el primer minuto”, manifestó Florencia.
Un largo camino no exento de cambios transitaron durante estos años y gracias a la flexibilidad que promueven, son capaces de adaptarse a todas las modificaciones y usarlas a su favor. Para la psicóloga, el cambio se dio de acuerdo a las demandas del equipo y del contexto, y el lugar en el que se hallan hoy es algo que no se imaginaron al principio.
“En línea con lo que te pasa en la vida y socialmente, el último cambio surgió por el cambio social, la gente ya no iba a tomar café tanto como antes, el lugar en el que estábamos tenía la misma problemática. Surgió la posibilidad de llegar a este lugar para adaptarnos a las posibilidades que tenemos de desarrollarnos, eso habla de un rumbo que es flexible y permite crecer como ciudadanos”, refirió el coordinador.
Según expresaron, los procesos de salud y enfermedad también descansan en poder tomar la oportunidad de hacer otras cosas sin quedarse encasillado en un solo frente haciendo siempre lo mismo, y esa es la clave de perdurar y crecer a través del tiempo.
En primera persona
Miguel transmite mucha alegría y es visible su compromiso con el proyecto y sus compañeros. En el diálogo, al que se agregó después de amasar las exquisitas pizzetas que vendieron en la jornada, expuso que tuvieron una etapa de transición, “primero trabajamos bastante fuerte en el café, después hubo un período de escasez y de ahí que surgió la intención de incorporar la producción de panificados, teníamos que ver cómo nos reconvertíamos de acuerdo a nuestras ideas y posibilidades reales, está bueno querer lo que uno hace”.
Por su parte, Pablo Ricardo contó que luego de las numerosas capacitaciones laborales que tuvieron para formarse como recursos humanos de excelencia, no sabía que iba a terminar trabajando en un proyecto de este calibre y que iba a representar todo lo que es para él.
“Arrancamos en Mitre, pasamos a Macanudo y ahora estamos acá, hicimos tres trayectos, dejando grandes recuerdos en cada lugar, más cosas positivas que negativas, yo rescato más lo positivo, lo negativo te suma y resta a la vez, lo positivo siempre suma. Los cambios que hemos tenido lograron consolidarnos como equipo y grupo humano”, aseguró.
Con muchas expectativas puestas en su futuro, deslizó que le gustaría estudiar carpintería para trabajar de lo que prefiere y dejar su marca en este espacio. Uno de los pilares del dispositivo es alentar el la emancipación de cada uno de los pacientes que pasan por allí, para que puedan dedicarse a proyectos personales y desarrollar plenamente sus capacidades. De hecho, inicialmente fueron siete las personas que lo integraron, y tres se apartaron para dedicarse a proyectos personales.
El primer paso es lo más difícil
“Al comienzo iba con miedo con la bandeja, capaz tardaba mucho tiempo porque tenía miedo de que se me cayera, veía esas películas en la que a los mozos se les caen las bandejas y ruedan con todo, entonces pensaba qué hacía si se me caía la bandeja encima de alguien, hasta que me acostumbré y me encantó. Lo difícil es dar el primer paso, en todo me parece, ¿no? Siempre es complicado, pero una vez que sorteás eso, descubrís que todo es distinto y mejor, capaz, que lo que uno pensó”, compartió Miguel, y su rostro se iluminó al pronunciar cada palabra.
Para él, lo trascendental radica en rescatar las experiencias positivas. “Yo tengo esa debilidad, me gusta que las cosas buenas se repitan, desde ya que hay que hacer algo para que eso pase. Si te quedás instalado en lo feo, te desmoronás y no te dan ganas de hacer nada”, dijo.
La amistad y el compañerismo son grandes impulsores y sostenes del motor, por eso subrayaron que aprendieron mucho de lo que es la solidaridad y Miguel manifestó que eso le gustó mucho “porque no estaba acostumbrado, en otros lugares tenía que competir con los demás, entonces es una vida desgastante y no te deja nada. Sé que en el café tuvimos esos lazos de ayuda, compañerismo, de no pelearnos ni mirarnos con cara fea, si tenemos un problema, tratar de hablarlo con las chicas y no metérselo a alguien que no tiene nada que ver”.
“Subite a mi ilusión”
Se había configurado el proyecto hacia los panificados y con la idea de contar con un espacio con otras posibilidades, necesitaban una cocina autorizada para la elaboración de alimentos, porque el café los limitaba a lo gastronómico. Hubo varios ofrecimientos de diferentes entidades y la comisión de La Compañía les abrió las puertas para que utilizaran sus instalaciones.
“Fue muy fuerte esto de cómo nos abrieron las puertas y el entusiasmo que mostraron. Tienen una línea de trabajo muy similar a la nuestra, es un centro cultural, y otro tema importante es el barrio
En el café estábamos en el centro, edificios públicos, comercios, el contacto con la gente era de paso, acá la idea es habitar un barrio, tiene sus particularidades tener vecinos, está en otra sintonía”, aseveraron los profesionales a cargo, cuyo norte apunta a empezar a trabajar como una empresa social.
“En línea con lo que dice la ley, aspiramos a desarrollar emprendimientos socio laborales, y la empresa social tiene un peso importante en esto, ahora estamos con el apoyo del Municipio, que siempre apostó por nosotros en muchas cuestiones, pero no queremos vivir de un subsidio, pretendemos que sea autogestivo”, defendió Walter.
Basados en un espíritu de trabajo cooperativista, por fuera del dispositivo terapéutico delineado para que esté la palabra del que cura -como en el modelo médico hegemónico- y la palabra de un otro que acepta el tratamiento, la práctica que llevan adelante se sostiene en que jamás se oculta nada a los que están trabajando y las decisiones se toman en asambleas de las que participan los miembros de la comisión, el equipo terapéutico y los trabajadores.
“Cuando se cortó una beca del Ministerio de Trabajo, por la que cada uno tenía su ingreso, tuvimos que empezar otra etapa. Nos quedamos sin ese subsidio, se hizo una asamblea, se contó lo que sucedía y se pensaron alternativas. Ese día fue muy importante porque ellos mismos decidieron qué querían y podían hacer para desarrollar las potencialidades de cada uno”, resignificó Walter Ríos.
Para saber más del proyecto y seguir las novedades, es posible consultar las comunidades virtuales que mantienen a través de la página de Facebook (Quereme así piantao) y de Instagram (Quereme así piantao Tandil). Los interesados en colaborar, pueden sumarse a la comisión, o como socios voluntarios, o bien solicitar pedidos de panes y pizzas al (0249) 154-273482 para ayudar a que puedan continuar gestionando su espacio de trabajo, en el marco de una propuesta que los ayuda a reconstruir la subjetividad y pensar un futuro posible.