Relojes y campanas históricos de la Municipalidad recuperaron su funcionamiento
Guillermo del Valle, oriundo de Jesús María, Córdoba, fue el encargado de reparar y poner nuevamente en funcionamiento el reloj histórico que el Palacio Municipal tiene en su fachada, al igual que los que se encuentran en su jardín.
Explicó que hace doce años que se dedica a arreglar relojes grandes y que, en su paso por Tandil hace algunos años, visitaron el campanario de la Iglesia Santísimo Sacramento y lo invitaron a revisar el del Palacio Municipal. Seguidamente, confeccionaron un proyecto para ponerlo en valor y en marcha otra vez, aunque quedó pendiente la refacción de las campanas y del reloj francés de tres caras.
Recibí las noticias en tu email
El reloj que se encuentra en el frente del edificio fue donado por la comunidad francesa en 1923, en el marco del centenario de la ciudad. El trabajo que se llevó en él incluyó la incorporación de una máquina electromecánica que en su origen estaba asociado a un reloj patrón, que hoy está colocado en el despacho principal, que ordenaba su funcionamiento. Sin embargo, este sistema ocasionaba problemas mecánicos y de funcionamiento, ya que había que realizar un sinfín de maniobras para poner el reloj nuevamente en hora luego de un corte de energía eléctrica. Por este motivo se decidió quitar la máquina y tratar de repararla, se fabricaron agujas nuevas respetando el mismo estilo de las originales y se agregaron los números que faltaban en el cuadrante.
“Son raros los relojes de tres caras, porque generalmente tienen cuatro o veintiuno”, aseguró el especialista. En su último viaje, activó junto a su equipo las campanas del reloj y colocó nuevas máquinas, para sustituir las máquinas a pila que tenían. Esta nueva tecnología permite que los relojes estén controlados por GPS y tengan siempre hora satelital.
Gracias a estos trabajos, dos campanas suenan a los cuartos de hora, y la campana mayor, fundida en París, al marcar la hora. Advirtió que funcionan hasta la medianoche y retoman a las 8 de la mañana para mantenerse en silencio durante las horas de descanso.
“El trabajo nuestro llena mucho porque vamos a los pueblos y ponemos en marcha los relojes que hace veinte años no funcionaban y la gente nos viene a agradecer que escucha las campanas de vuelta”, concluyó el relojero cordobés.
Este contenido no está abierto a comentarios