Tradicionalistas defienden las jineteadas y afirman que el caballo tiene una buena vida sin maltrato
Luego de que desde la Protectora de Animales de Tandil salieran a cuestionar que en las jineteadas se maltrata a los caballos, tradicionalistas salieron a defender estos folclóricos festejos populares tan arraigados en la cultura y aseguraron que el reservado de jineteada tiene una buena vida y que solo trabaja como máximo 3 horas en sus 25 años de vida.
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Ignacio Besteiro, ex jinete y animador de jineteadas, explicó que el caballo de jineteadas, también llamado reservado, ha ido “evolucionando” con el correr de los años.
“En las primitivas jineteadas era el caballo que no se podía domar, que era realmente muy malo, se lo dejaba reservado especialmente para los espectáculos de jineteada. Hoy en día si bien quedan algunos de esos, se cría especialmente caballos para la jineteada. Hay líneas genéticas, hay criadores de muchos años que han seleccionado yeguas que no sirven para otra cosa que no sea para corcovear, es decir para la jineteada”, indicó en diálogo con El Eco de Tandil.
El reservado es conocido por “por su carácter, se ha creado una raza muy fuerte, muy resistente, que nada los doblega, son difíciles para educar o adiestrarlos entonces son especiales para la jineteada y hay padres que dan hijos buenos para eso, y madres seleccionadas especialmente”.
Buena
vida
Besteiro argumentó que para defender el caballo de jineteada toma variables que se pueden medir y que son comparables con otras disciplinas o con otro tipo de animales.
En ese sentido, aseguró que “la mayoría de la gente que juzga a la jineteada lo hace por lo que ve, en el peor de los casos 14 segundos que es la categoría más larga, pero que también pueden ser de 8 o 12 segundos, dependiendo la categoría. Eso es un domingo cada tanto”.
Y aclaró que “después tiene todo el resto de la vida, toda la antesala de lo que no es la jineteada que en primer lugar es de los pocos caballos que vive en libertad, a diferencia de cualquier otro caballo de deporte, trabajo o lo que fuere”.
“No tiene cautiverio, el caballo de la jineteada vive suelto, en un potrero grande, comiendo buen pasto, con agua. Tiene atención veterinaria de control, tienen algunos un poco de vareo para estar bien físicamente pero nunca se los monta ni se los ensilla ni se los trabaja”, clarificó.
En libertad
En ese contexto, remarcó que el reservado vive libre, que tiene una vida media de 25 años, que se ata por primera vez a los 4 años y se jubila alrededor de los 20.
“Entonces son 16 años de jineteada si se quiere, en el peor de los casos que le tocara trabajar todos los domingos de esos 16 años y si le tocara la categoría más larga que son los 14 segundos trabajaría menos de 3 horas en toda su vida. Entonces lo que la gente interpreta como maltrato, serían 3 horas en 25 años”, señaló.
Y agregó que “no existe ningún otro caballo que trabaje ese tiempo”.
Sin maltrato
Asimismo, enfatizó que se ha avanzado mucho en la jineteada, en el sentido de que “se ha profesionalizado mucho el tema porque antes había cierto maltrato, hoy en día se revisan las espuelas que no lastimen, el rebenque para que no sea bravo, pesado, hay veterinarios en todas las fiestas por si algún caballo necesita atención”.
“Se ponen en condiciones las instalaciones, se busca que los caballos cuando no están siendo montados, estén a la sombra, que no se lleven a las jineteadas yeguas que estén preñadas o con potrillos al pie, porque eso sí sería un maltrato”, manifestó.
Una pasión
Aseguró que “los dueños de estos caballos son realmente apasionados y convencidos de que lo hacen de alma y corazón y no ganan un peso”.
Pero si se suspendieran las jineteadas todos esos caballos irían a “parar al frigorífico” porque “están comiendo pasto que podría comer una vaca que daría un ternero por año, lo cual sería más redituable. Son caballos que no sirven para otro fin, entonces tendrían un fin trágico porque todas las personas que arriendan un campo lo hacen con fines económicos”.
Respecto a las afirmaciones de referentes de la protectora sobre la cantidad de caballos muertos en al jineteada, argumentó que no es algo común, sino que hay algún caso muy aislado.
“Hace 11 años que animo jineteadas y dentro de ese tiempo vi en dos oportunidades morir un caballo en una fiesta. No tengo el dato preciso pero en Jesús María van 53 años del evento, se jinetean 10 noches, son 90 caballos por noche, y que yo sepa solo han muerto dos caballos en todos esos años, como puede suceder en un campo, en cualquier deporte, no es común”, manifestó.
Además, resaltó que las personas que desarrollan la jineteada como hobby son “fanáticos” y que “todos los que tienen caballos de jineteada los llevan con un jinete que lo monta y ya no hay una rivalidad entre el caballo y el jinete, que el dueño del reservado quiere que lo tire y el jinete quiere pegarle al caballo, sino que es un binomio que trabaja para hacer el mejor puntaje posible, que el caballo pueda corcovear y lucirse y el jinete no golpearse y lucirse también, y ganan entre los dos un premio a medias”.
Los tropilleros, que son los que tienen caballos de jineteada “cargan su caballo en su tráiler con su camioneta para montarlo en una fiesta y volverse la mayoría sin premio, se vuelven contentos porque salieron con su caballo y es su hobby”.
Longevidad
También destacó la longevidad de los caballos de jineteada que llegan a los 28, 29 años y jubilados de la jineteada “se sueltan para que vivan sus últimos años en paz y mueran en el potrero, que también debe ser la única disciplina en la que se hace”.
Aseguró que caballos de 27 o 28 años están en “perfectas condiciones, sin sobrehuesos, sin lesiones en las patas que es donde a los caballos viejos más se les nota el trabajo que han tenido y es por el escaso tiempo que han trabajado a lo largo de su vida, al estar siempre parados caminando, un poquito retozando y comiendo y trabajando solo 3 horas en 25 años, están intactos”.
“No es lo mismo un caballo de trabajo que se lo ensilla a la mañana y se lo trabaja hasta la tardecita llevando una persona al lomo todos los días de su vida que en un caballo que nunca hace nada y se le suben unos segundos un domingo cada tanto”, señaló.
Seguridad
En cuanto a las medidas de seguridad para los caballos, afirmó que se controlan las espuelas y rebenques.
“Se ha avanzado un montón y seguro que hay mucho más para avanzar, yo creo que hoy en día haya grupos de veterinarios en jineteadas dando su aporte es un avance grandísimo. Los jinetes que antes eran gauchos de campo hoy son deportistas y los caballos son criados especialmente para eso. Todo ha evolucionado para el bienestar animal y tiene que seguir evolucionando”, sostuvo.
Y concluyó que “el reservado de jineteada, según mi humilde entender, es el caballo que mejor la pasa”.
Promueven una ley de
resguardo de las tradiciones
Besteiro aseguró que en el ambiente de las jineteadas hay gran preocupación porque muchas organizaciones buscan prohibirlas, lo cual consideró se debe al desconocimiento de lo que verdaderamente es este festejo popular que está arraigado en la cultura, como así también la falta de información de cómo viven los animales realmente.
Por tal motivo, en el Congreso se ingresó un proyecto de ley que busca resguardar las tradiciones y en ese marco, proteger las jineteadas. El mismo fue impulsado por agrupaciones tradicionalistas.
“Nos gustaría que la gente se acerque a nosotros porque hay muchos desconocimiento de lo que es la jineteada. Creo que cuando la gente vea cómo vive el reservado y no esos 8 segundos solamente, le va a cambiar la cabeza al ciento por ciento”, manifestó.
Consideró que al intentar prohibir las jineteadas se atenta contra la tradición del gaucho porque “hay muchas cosas alrededor, todo el folclore de la fiesta, otro tipo de destrezas que no son jineteadas y que se festeja la tradición del gaucho”.
Además, subrayó que “la jineteada genera empleo a animadores, payadores, sonidistas, jinetes, tropilleros, apadrinadores, veterinarios, transportistas equinos, artesanos, vendedores ambulantes, empresas publicitarias, radios, programa de televisión”.
Asimismo “los pueblos del interior siempre están esperando las fiestas por el movimiento de hotelería que genera cuando hay un encuentro grande. Entonces genera un ingreso para el pueblo”.
También enfatizó que las jineteadas generalmente se realizan a beneficio de escuelas rurales, cooperadoras o instituciones que lo necesitan.
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