Tras perfeccionarse en Perú, la artesana Andrea Arcas cierra un año lleno de logros
La artesana es de Buenos Aires pero desde hace poco más de 14 años vive en Tandil. Dejando atrás sus estudios de actuario en la Facultad de Ciencias Económicas, decidió dedicarse de lleno a su verdadera pasión: tejer.
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Una vez que llegó a la ciudad, encontró en los talleres de la Unicén la posibilidad de formarse. Primero hizo un curso de hilado de lana con Matilde Hansen; luego con Paula Resolía tomó un taller de guardas aborígenes y así fue que comenzó a dedicarle cada vez más tiempo.
Hoy, en diálogo con El Eco de Tandil, hizo un repaso de esos primeros años como tejedora y un balance de lo que fue este 2017 para su crecimiento profesional.
-¿Cómo llegaste a hoy?
-Hace 9 años que decidí dedicarle más tiempo a mis tejidos y comenzar a hacer ferias y a encontrarme con la textilería tradicional. La tejeduría lleva mucho tiempo e intento hacer el proceso completo de hilar la lana, teñirla y tejer. Por tal motivo es que cuando quiero vender las piezas, se traslada el valor por lo que no se puede ir a cualquier feria.
En el 2013 gané una beca en el Fondo Nacional de las Artes. Desde ese entonces, tomo una beca de capacitación y perfeccionamiento con Jorge Mari y Betty Taranto, autores de un libro que es el ABC del telar mapuche. Eso me dio un gran empujón y evolución en mi trabajo.
-¿Cómo fue tu 2017?
-Un año de mucha evolución en lo laboral. En primer lugar, en enero fui invitada por la Comisión de Folclore de Cosquín a participar de la Feria Augusto Raúl Cortázar. Es una gran feria de artesanía pero no solo por la cantidad de gente que pasa por ahí, que es muchísima, sino por el nivel de expositores. Lo que se busca en esa feria es que sean artesanos al cien por ciento; por lo tanto todos hacen un trabajo de transformación de la materia prima y de respeto por los recursos. De esa forma, se nivela el trabajo de todos; no es que sean mejores ni peores sino que es prácticamente todo artesanal.
Con este arranque en Cosquín, logré mi primer premio adquisición; por lo tanto ellos te pagan la pieza, se la quedan y forma parte del Museo del Artesano de allí. Está buenísimo que la pieza de uno esté exhibida en otra provincia; sobre todo teniendo en cuenta que yo hago textilería de Buenos Aires. Yo uso el telar mapuche como herramienta para los trabajos pero siempre busco recrear la textilería de la provincia.
Luego estuve invitada en la Fiesta Nacional del Caballo en Bragado; ya hace tres años que participo en la Feria Ganadera de La Rural por lo que mis trabajos son expuestos, junto con el de otros alumnos, en la Arandu una talabartería de Buenos Aires; también están las piezas en nuestros caballos en Palermo. La Asociación Criolla Argentina me invitó a Azul a exponer en el Día Nacional del Gaucho que se celebró en La Rural de dicha ciudad.
Realmente fue un año en el cual pude mostrar mis trabajos en lugares muy buenos. Además estuve dando talleres aquí en Tandil, más precisamente en el Ipat. La verdad es que no es fácil ser artesano tradicional, pero uno hace lo que le gusta y no te ves haciendo otra cosa; por lo tanto el trabajo no solo pasa por tejer sino también por mostrar lo que hacés.
-Todo eso sumado a una capacitación que tomaste en Perú hace pocas semanas…
-Sí, del 8 al 11 de noviembre. Es el tercer encuentro que se hace en Cuzco que no se realiza regularmente. Allí participan tejedoras de Perú e invitan a otras de América del Sur como es el caso de Bolivia, Chile y Argentina, pero también este año estuvieron presentes de Afganistán, India, entre otros países.
Es un encuentro muy importante porque para nosotras el tejido precolombino es base, entonces estar en la cuna fue maravilloso. El intercambio fue bellísimo y, a pesar de no poder comunicarme con algunas por el idioma, con el solo hecho de verlas trabajar alcanzó para hacerse entender. De esa forma pudimos aprender muchísimo sobre tintes, técnicas textiles y cómo va cambiando la materia prima de acuerdo a la zona en la que vive cada una; lo mismo sucede con los colores y los dibujos. Realmente fue mucha información para cuatro días y los talleres fueron muy fructíferos para todos.
-¿Y de acá en adelante?
-Este año casi termina pero ya estamos invitados nuevamente a Cosquín así que es un placer y una gran emoción. Yo voy como invitada de la Comisión de Folclore y me incluyen en la carpa de Artesanos Originarios y Tradicionales; por lo tanto no solo es exponer sino convivir y compartir con artesanos de distintos lugares del país. Este año llevo a una de mis alumnas del taller de Benito Juárez que teje divino y, aprovechando que me ofrecieron la posibilidad de invitar a alguien, me parece muy buena opción para que ella pueda conocer cómo es la feria.
-¿Se quedan todo el tiempo que dura Cosquín?
-En realidad el festival es una semana, o 9 lunas, pero la feria dura 15 días ya que abre una semana antes y ese es el tiempo que estamos exponiendo. Es en la segunda quincena de enero así que invitamos a todos los que anden por Córdoba para que no se la pierdan. Siguiendo con tu pregunta de lo que se viene, realmente hay varios proyectos pero no todos están cerrados. Creo que si el 2018 es la mitad de lo que fue este, va a ser un gran año.
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