Una mujer y su hijo autista soportan día y noche a sus vecinos que ponen la música a altos decibeles
Hace una década que las familias aledañas atraviesan la incómoda situación, y una vecina encarnizó el reclamo general. Vive llamando a la Policía, se dirigió a las comisarías, a Protección Ciudadana y demás dependencias y aseguró no recibir soluciones definitivas. Reveló que su hijo necesita cada vez más medicación, no pueden dormir y, además, los vecinos linderos lo agreden.
Una ciudadana que vive por Azcuénaga al 300 se contactó con El Eco de Tandil para dar a conocer el padecimiento que atraviesa junto a su hijo “S”, de 38 años y con autismo, optando como último recurso por la divulgación del asunto ante la falta de soluciones reales por parte de las autoridades.
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Según explicó, la pareja que viene en la casa lindera se pasa día y noche con la música en alto, pero llega un momento en que el volumen es tan alto que no les permite dormir aunque cierren todas las puertas y ventanas de su hogar.
Esto sucede hace diez años y en todo este tiempo, tanto ella como otro de sus hijos y demás vecinos se han ocupado de llamar incontables veces a la Policía e incluso se han dirigido a la comisaría Primera y a la Oficina Municipal de Información al Consumidor, desde donde fueron derivados a Protección Ciudadana.
En un momento, a modo de solución, un conocido le sugirió que venda la casa, lo que resultó un disparador para analizar. “¿Hasta qué punto ellos son dueños de todo?. Yo no estoy haciendo nada y debo ser la que se vaya?”, dijo cargada de una sensación de injusticia.
En este sentido, insistió con que ella está haciendo las cosas bien, yendo siempre por la vía legal y evitando ponerse a la altura de los vecinos linderos, que como si fuera poco el ruido molesto, se encargan de amenazar y agredir verbalmente principalmente a “S”. “Una vez le quisieron pegar, te das cuenta de que no están lúcidos”, opinó.
En tono preocupante, la mamá contó que a su hijo le han ido subiendo la medicación por su trastorno a raíz de este problema. De hecho, fue la psiquiatra que lo trata quien le sugirió que realice una denuncia formal.
“Ahora los insultos cesaron porque ‘S’ vive encerrado, pero la música sigue”, lamentó.
No les importa ni la Policía
“Como ciudadana común, que respeto a mis vecinos y pago mis impuestos exijo respuestas”, exclamó Mónica, de la cual se preserva el apellido e imagen, ya que en otras ocasiones los denunciados han arremetido contra ella y su hijo. Lo dijo de mañana, mientras de fondo sonaba el parlante en la casa de al lado, todavía en decibeles considerables.
“Con el correr del día el volumen va subiendo y se hace imposible aguantar”, sostuvo.
Extrañada por la capacidad que tienen de sortear la ley, contó que cada vez que se acercan los patrulleros deben colocar las sirenas y “hasta patean la puerta” para que les abran, pero no lo hacen. De todas maneras, se quejó porque las pocas veces que los han atendido, los oficiales solamente piden que bajen la música.
Cabe destacar que los ruidos molestos se contemplan como una contravención, o sea que es una infracción a las normas de convivencia urbana, de menor gravedad que los demás delitos. En estos casos, no existe la posibilidad de allanamiento, sólo advertencia al denunciado o clausura del espacio, cuando no se trata de una vivienda.
Los pasos seguidos
“La música está a todo lo que da. Sinceramente los vecinos ya hemos hecho la denuncia miles de veces tanto a policía como a direcciones municipales, y no nos dan ni un ápice de atención”, se quejó Lautaro, el otro hijo de la mujer, que además aseguro que en la misma cuadra hay otro chico con autismo padeciendo la situación.
Además, el hombre también envió a El Eco Multimedios varios videos con el estridente sonido de fondo, del otro lado del muro, a modo de prueba.
Por otro lado, Mónica manifestó que el resto del vecindario está compuesto en su mayoría por gente mayor “que tiene miedo”, alguno incluso le reveló haber visto cómo se incrementa el movimiento de motos por la noche. “Yo estoy actuando con valentía”, determinó.
Como mencionó anteriormente, fue la psiquiatra que trata el autismo de “S” quien le sugirió que realice una denuncia formal.
De acuerdo a sus palabras, hace un año aproximadamente la recibieron en Protección Ciudadana tomando sus datos y convocándola una semana después para declarar ante un abogado y dos psicólogos. En ese mismo encuentro, Mónica presentó documentación médica a modo de prueba para constatar que la situación está haciendo sufrir a su hijo. A partir de allí, dijo no tener más noticias del caso.
Tal como manifestaron de Protección Ciudadana, ese tipo de casos siempre son derivados a Inspección General. Sin embargo, desde dicha oficina no cuentan con un legajo en el que conste tal asunto.
Finalmente, tanto desde la comisaría como desde las oficinas municipales mencionadas han evidenciado ante este Diario interés en la cuestión, poniéndose en actitud de seguimiento para encontrar una solución al tema.