Vivir las plazas, una de las opciones veraniegas
Ya sin tanto calor, a la tardecita y especialmente a la sombra de los añosos árboles de la plaza del centro, como se le dice habitualmente, muchísima gente disfrutaba de lo que quedaba del domingo. Y es que desde hace muchos años el vecino comenzó a entender que estos espacios abiertos son suyos y comenzó a recrearse en ellos, llevado sus sillas de playa y hasta mesitas y una vez bien acomodados merendar o matear. Además del bello paisaje natural con una singular mezcla de aromas y colores está el otro, el conformado por la gente y sus actividades. Así vimos ayer por la tarde dos grupos murgueros, ensayando con vista a los carnavales. Uno de Las Tunitas; el otro, de El Tropezón. Concentrados en el ritmo y sus instrumentos eran los encargados de ponerle música a la plaza. Sobre la glorieta los pibes jugaban y gritaban con sus vocecitas chillonas. También los perros eran parte de la fisonomía dominguera, haciendo contrapunto a puro ladrido con los murgueros, corriendo a los ciclistas o a la vera de una familia esperando a puro movimiento de cola, una galletita.
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También las risas juveniles y las charlas se daban en rueda de mates y quién sabe cuántas confidencias, cuánto amor nuevo o enamoramiento habrá acontecido ayer en ese lugar donde el aire libre invita a los amores de verano.
El colorido vibrante y los stands súper atractivos en cuanto a artesanías y manualidades, ubicados en la esquina de Rodríguez y Pinto, esperan a los turistas especialmente, ya que Carmen Volpi nos cuenta que “el tandilense no viene a comprar, salvo cosas muy puntuales como sahumerios, por ejemplo. Es el turista el que se acerca y compra. Se inclina por recuerdos de la ciudad, algo que identifique a Tandil”.
También hace referencia a las ventas y veraneantes: “En años anteriores se vendía muy bien, pero las ventas bajaron. Tenemos menos stands a esta altura del año porque muchos artesanos se van a hacer temporada a la costa o a los festivales que se realizan por todo el país”.
Los artesanos de la plaza están todos los días aunque su fuerte son los fines de semana, sábados y domingos de corrido de 9 a 22, con veinte puestos.
Qué se encuentra en ese recorrido, desde artesanías en madera, bijouterie, artículos en cuero, macramé, porcelana fría, hiloramas, amigurumis (muñecos tejidos), tejidos, mates y bombillas en metal, cuchillos, pinturas sobre cubierto, figuras geométricas, cuadros tallados.
“Las que compran plata son las mujeres cuando se enamoran de algún anillo”, nos dice Carmen.
En uno de los stands encontramos toda una serie de caleidoscopios y no podemos ceder a la magia de mirar por el visor para retroceder a la niñez cuando era un juguete mágico.
Y dejamos el espacio abierto y a sus huéspedes que son muchos -ya no solo los jubilados sentados bajos los tilos- disfrutando del aire libre, el verde, la tardecita, porque para los tandilenses las plazas son una linda opción a la hora de la recreación veraniega.
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