Un gran despliegue policial limitó los disturbios de los chalecos amarillos en Francia
El gobierno de Emmanuel Macron desplegó un operativo de seguridad que incluyó, entre otras medidas, las detenciones preventivas de los manifestantes. En total, más de 200 personas fueron aprehendidas en las calles de Francia. La protesta también apuntó contra las millonarias donaciones para restaurar Notre Dame, que no aparecieron para atender los problemas sociales.
El gobierno francés logró ayer limitar notablemente la cantidad de disturbios que suelen producirse en las protestas callejeras sabatinas de los “chalecos amarillos” mediante la aplicación de la nueva doctrina de seguridad, en particular las detenciones preventivas, que alcanzaron a dos centenares de manifestantes.
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En medio de la Pascua cristiana, con un lunes festivo por delante en Francia, los “chalecos amarillos” habían dado un ultimátum al Ejecutivo de Emmanuel Macron, quien debió retrasar el anuncio de las medidas para calmar su ira el lunes último a causa del incendio de la catedral de Notre Dame.
La cita de los manifestantes se había dado en París, ciudad donde desde noviembre último se escribieron las páginas más violentas del movimiento protestatario.
En ese contexto, el despliegue policial de ayer fue inmenso y desde primera hora de la mañana se hicieron casi sistemáticos los registros de toda persona que se acercaba a lugares sensibles.
Más de 10 mil personas fueron cacheadas, casi 200 detenidas y la mayor parte de ellas llevadas a dependencias policiales, algo que permite la nueva normativa aprobada por el actual gobierno.
El final de la manifestación parisina estaba fijado en la céntrica plaza de la República. Mientras que los primeros minutos se desarrollaron con normalidad, con cánticos en contra de Macron y llamamientos a la revuelta popular propios de los “chalecos amarillos”, a medida que se aproximaban al final crecía la tensión.
Como novedad, los manifestantes incorporaron críticas a las grandes fortunas del país que prometieron donaciones millonarias para restaurar Notre Dame y a quienes reprocharon no tener la misma generosidad con los problemas sociales del país, reseñó la agencia EFE.
“Gracias por acordarse de Notre Dame, pero no se olviden de Los Miserables”, se leía en una pancarta que recordaba dos de las más célebres obras de Victor Hugo.
Disturbios
En los aledaños de la plaza de la República, grupos de radicales comenzaron a destruir mobiliario urbano y escaparates comerciales, además de incendiar varios vehículos.
Las fuerzas de seguridad respondieron lanzando gases lacrimógenos y pelotas de goma para dispersar a los violentos, lo que generó disturbios y enfrentamientos.
Una vez reunidos todos los manifestantes en la plaza de la República, los antidisturbios pudieron controlarlos, a pesar de que hubo algunos enfrentamientos.
El resumen fue que la jornada se saldó con menos disturbios que el pasado 16 de marzo, algo que fue aplaudido por el presidente de la asociación de comerciantes de París, François Palombi.
“Nos congratulamos de que, por fin, el gobierno se haya tomado en serio el asunto”, declaró a la televisión BFMTV, y destacó que las constantes protestas de los “chalecos amarillos” y los actos violentos asociados han provocado un hundimiento de sus ventas.
Como en París, en el resto del país también registraron manifestaciones pacíficas, sólo alteradas por algún disturbio puntual.
Cifras oficiales y próximas medidas
El Ejecutivo, que había previsto la llegada a la capital de unos dos mil radicales violentos, se congratuló del funcionamiento de su dispositivo de seguridad.
Según sus datos, casi 30 mil personas se manifestaron en todo el país, la mayor parte en la capital, lo que supone cifras muy similares a las de los últimos días.
Macron tiene previsto develar el próximo jueves las medidas adoptadas para responder a las demandas de los “chalecos amarillos”.
Tras haber anulado el pasado lunes el discurso por el incendio en Notre Dame, lo hará en una conferencia de prensa en el Elíseo, la primera en solitario desde que accedió al cargo hace casi dos años. (Télam)