Los dos nuevos nanosatélites argentinos ya están operativos
Buenos Aires (Télam) – La empresa argentina Satellogic lanzó sus dos nuevos nanosatélites y, tras establecer contacto y confirmar su operatividad, anotó “un hito más” en su plan de concretar “una constelación de 300” naves alrededor de la Tierra, comentó el CEO y fundador de la firma, Emiliano Kargieman.
“Salió todo perfecto, el cohete nos dejó en la órbita indicada, en el momento indicado, y unos 40 minutos después pudimos establecer contacto con los dos satélites”, comentó Kargieman en diálogo con Télam.
El lanzamiento tuvo lugar a las 4.51 desde la plataforma china de Jiuquan, a bordo de un “Long March”, un cohete con capacidad para llevar varias toneladas de equipo.
Así, los dos nuevos integrantes de la “Constelación Aleph-1”, Ada y Maryam, ya orbitan la Tierra y demoran 93 minutos en completar cada vuelta al planeta.
Kargieman explicó que ya se pudieron revisar los datos recibidos por “las primeras seis órbitas” de Ada y Maryam desde la estación terrestre de Troll, ubicada en la Antártida, una de las dos que monitorean el curso de la constelación de satélites que maneja esta empresa aeroespacial de origen nacional.
“Estamos operando con dos bases, una en la Antártida y otra en el Ártico, porque la órbita de los satélites hacen que pasen mayor cantidad de veces por encima de esos puntos”, explicó el empresario.
Ada y Maryam, nombrados así en homenaje a Ada Lovelace (la “madre” de la computación moderna, autora del primer algoritmo ejecutado por una máquina,) y Maryam Mirzakhani (la primera matemática en ganar la prestigiosa medalla Fields), poseen una masa de 40 kilos y miden apenas 80 centímetros de alto.
Equipados cada uno con tres cámaras, entre las que se encuentran una hiperespectral con una resolución de 30 metros y otra multiespectral con una resolución de un metro, los nanosatélites aportarán mejoras incrementales de performance y de procesamiento de imágenes a los seis satélites que la empresa ya tiene en órbita.
Junto con “Manolito”, “Tita”, “Fresco”, “Batata”, “Milanesat” y “Capitán Beto”, los otros miembros de la constelación, Ada y Maryam proveerán servicios comerciales a las industrias agropecuaria, de gas y petróleo, y de infraestructura, entre otras.
El objetivo para este grupo de nanosatélites, que Kargieman busca llevar a 300 hacia el final de la década, es construir una plataforma de sensores alrededor de la Tierra para medir fenómenos globales en tiempo real.
Y dada la creciente cantidad de información que recogen las sondas, Satellogic cerró a finales del año pasado una alianza con Microsoft para utilizar la inteligencia artificial de la gigante estadounidense en el procesamiento de los datos que llegan del espacio.
Si bien no se trata del primer lanzamiento, Kargieman sostuvo que vive estos momentos con “nervios y ansiedad”, pero que Satellogic cuenta con “un equipo que hizo un trabajo espectacular”.
“Estoy increíblemente orgulloso. Son momentos cúlmine que resumen años de trabajo pero además son el comienzo de la vida de Ada y Maryam. La verdad es que estamos todos tan concentrados que nadie se atrevió a abrir una botella de champagne”, relató el líder de la empresa.
Ahora que se estableció la comunicación y ya se hizo el seguimiento activo de las primeras órbitas “los técnicos y directivos pueden empezar a pensar en dormir pero solo para después seguir con el trabajo”.
“Nos enorgullece hacerlos desde acá, saber que los diseñamos y que los operamos desde acá. Yo no tengo duda de que se puede hacer ciencia y tecnología en Argentina, construir cosas valiosas. Si logramos ser ejemplo de esto, será otro objetivo cumplido”, sentenció Kargieman.
Inteligencia artificial
Recibí las noticias en tu email
Satellogic, la empresa de origen argentino que puso en órbita sus dos nuevos nanosatélites (Ada y Maryam), emplea inteligencia artificial de Microsoft para procesar los los datos de sus imágenes espaciales, de manera de entregar a sus clientes el “conocimiento digerido”.
En noviembre pasado la firma local selló una alianza con la gigante tecnológica para utilizar sus algoritmos de “machine learning” (aprendizaje automático, una rama de la inteligencia artificial) y de big data, con el fin de procesar el creciente volumen de información que obtiene desde 2013, cuando “Capitán Beto”, su primer nanosatélite, llegó al espacio.
Estas sondas, que desde ayer son ocho -y llegarán a ser 300, según los planes del CEO de Satellogic, Emiliano Kargieman- envían “imágenes de cada metro cuadrado del planeta, con mucha resolución y mucha riqueza de datos”.
“Generamos una enorme volumen de datos y necesitamos la capacidad de procesar todo ese volumen para extraer datos, que es lo que tiene Microsoft”, explicó el empresario al anunciar aquella alianza.
Una vez que esos datos se reciben desde el espacio en las estaciones terrenales que Satellogic tiene en distintos lugares del mundo -la principal está en Noruega, cerca del Polo Norte-, se transmiten a Azure, la nube de Microsoft.
Así, los clientes de Satellogic -que van desde organizaciones dedicadas a la optimización de la industria agropecuaria hasta otras que monitorean actividades petroleras- reciben la información “digerida”.
“Lo que empezamos a hacer en 2010 fue construir la tecnología que nos permitiera desarrollar satélites mucho más baratos” y más rápido, recordó Kargieman, ya que los nanosatélites que fabrica la empresa (un poco más pequeños que un lavarropas) cuestan entre 100.000 dólares y un millón.
Pero el objetivo de la empresa no es fabricar satélites sino construir una plataforma de sensores alrededor del planeta para medir fenómenos globales (como el intercambio energético de la Tierra con el espacio, la concentraciones de gases de efecto invernadero o las fuentes de emisión de esos gases) en tiempo real.
Esa reducción de gastos se complementa con el uso de Azure, lo que le ahorra a Satellogic desarrollar sus propios algoritmos, servidores y demás componentes informáticos que provee la empresa estadounidense.
Ambas compañías, según Kargieman, se proponen con su alizanza tener “la capacidad de escalar esto a escala planetaria y distribuirlo llegando con mucha capilaridad a todo el mundo”.
Satélites en órbita
La historia satelital en Argentina, que escribe un nuevo capítulo con el lanzamiento de “Ada” y “Maryam”, comenzó en enero de 1990, cuando el cohete Ariane dejó en órbita al Lusat 1, proyectado y construido por la filial argentina de la Asociación Mundial de Satélites de Radioaficionados (Amasat) para proveer comunicaciones entre sus socios.
Entre los intentos experimentales de aquellos años también se cuenta el SAT-1 Víctor, desarrollado en el Centro de Investigaciones Aplicadas del Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba, que llevaba a bordo dos cámaras para tomar imágenes de la Tierra, una baliza en VHF, un transmisor-receptor en UHF para telemetría y telecomando y otro para la bajada de las imágenes.
Estas experiencias se realizaron mientras la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) elaboraba el Plan Espacial Nacional, un programa de carácter estratégico para desarrollar en el país conocimiento y tecnología para el sector.
Producto de ello fue la serie SAC (Satélites de Aplicaciones Científicas), encargados por la Conae y construidos por la empresa estatal rionegrina Invap. que hasta ahora realizó cuatro misiones en cooperación con agencias espaciales internacionales.
El objetivo de éstas era obtener información del territorio argentino para actividades productivas como agricultura, hidrología, geología, clima, vigilancia del ambiente, manejo de recursos naturales y cartografía.
El primero en ser lanzado fue el SAC-B, en 1996, pero fallas en el cohete estadounidense que lo transportaba no permitieron eyectar al satélite una vez en órbita.
Por eso, el SAC-A en diciembre de 1998 debe ser mencionado como el que inauguró formalmente la carrera argentina en el espacio.
El SAC-C, lanzado en noviembre de 2000, fue el primer satélite argentino de observación terrestre y se mantuvo operativo durante 13 años.
En junio de 2011 fue lanzado el SAC-D Aquarius, con el que por primera vez se midió la salinidad superficial de los océanos, y que aportó además datos sobre el clima y la atmósfera.
La última misión de los satélites de la serie SAC concluyó en 2015.
Durante la primera década del nuevo siglo, investigadores de la Universidad Nacional del Comahue desarrollaron un satélite con objetivos educativos llamado Pehuensat-1, que se desplegó el 10 de enero de 2007 a la mañana, a bordo de un cohete desde una base aeroespacial de la India.
Ese mismo año comenzó a fabricares el ARSAT 1, el primero de tres satélites geoestacionarios de comunicaciones proyectados entre Invap y AR-SAT, que fue lanzado en 2014 para dar servicios de televisión, telefonía, transmisión de datos e Internet al país y a Chile, Uruguay, Paraguay y la Antártida.
El ARSAT-2 fue lanzado el 30 de septiembre de 2015 para transportar señales de radiofrecuencia en banda Ku y banda C para telecomunicaciones, y funciona como un complemento del ARSAT-1, extendiendo su espectro y cobertura al resto del continente americano.
En tanto, de los satélites construidos por Satellogic, los primeros tres -Capitán Beto, Manolito y Tita- contaron con financiación del Ministerio de Ciencia y colaboración de Invap.
“Fresco”, “Batata”, “Milanesat”, así como los flamantes “Ada” y “Maryam”, completan la lista de los satélites que Argentina ya puso en el espacio.
En tanto, la Conae prepara el nuevo satélite de observación Saocom 1A, en fase final de construcción en Invap, cuyo lanzamiento se espera para agosto próximo en un cohete Falcon 9 de la empresa Space X.
Le seguirán el Saocom 1B, en 2019, mientras que está en fase de desarrollo el Sabiamar, otra nave de observación en conjunto con Brasil, con lanzamiento previsto para 2020.
Este contenido no está abierto a comentarios