Necrológicas
V ALBERTO RUIZ
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Allá por 1931 nació Alberto Ruiz. Desde muy joven tuvo que pelearla desde abajo cómo todo hijo de inmigrante, incursionando por muchas actividades, pero ninguna lo atrajo tanto como la producción de papas. La ambición de crecer de aquel muchacho lo llevó a conseguir su propia “chacrita”, unos pocos surcos, con herramienta prestada, muy distinta a la que se usa hoy en día. Entre trabajo y trabajo conoció a Cándida, una mujer de fierro. Se dice que detrás de todo hombre hay una gran mujer, pero ella no estaba detrás, sino firme a la par. La solía llamar “tractorcito”, y hoy aún se pregunta si eso era un insulto o un cumplido. Juntos construyeron un hogar y poco después nació su primer hijo: Jorge. Más tarde llegaría el segundo varón: Gustavo. Su inquietud y perseverancia lo llevó a progresar y formó su empresa familiar junto a sus hijos, quienes siempre lo acompañaron, con éxitos y fracasos, pero nunca bajando los brazos. La perseverancia, el sacrificio y el valor por el trabajo son valores que pudo transmitirles a sus hijos y con ellos a sus nietos: José, Juan y Julia.
Siempre les dio todo, las monedas (que en ese momento sí tenían valor, y los nietos se hacían sus festines); les enseñó a manejar, los llevó de vacaciones a lugares lejanos, dedicó cada domingo a acompañarlos en el Agrario, y a pesar de ser unos troncos, para él éran los mejores. Los hizo fanáticos de su Academia querida y tuvieron la suerte de compartir algún título. También hubo infinidades de pescas, cosa que le encantaba. Siempre fue la bandera de la perseverancia, del optimismo, el jefe de la familia. La vida lamentablemente le dio golpes y golpazos, mucho dolor, pero siguió de pie por sus nietos que lo apuntalaron. Siempre confiando en ellos, apoyándolos en todo lo que emprendieron.
“Don Ruiz, un hombre de bien, sencillo, bondadoso y de gran corazón. Sus nietos lo vana extrañar ‘abu’ Alberto, pero saben que de donde esté, siempre es cerca y los vas a guiar, en especial a Benicio, ‘su nene’ que muy bien cuidará de tu tractor y de tus bastones a los que usaba como caballito.
Lamentablemente este gran hombre partió el 27 de marzo de 2020, con 89 años y nada más y nada menos que con 64 años de casados. “¡Gracias por tanto abu!, siempre estarás en nuestros corazones”, lo despidieron.
V OSCAR FRANCISCO BONNAT
“Papi” como le decían cariñosamente sus hijas, había nacido en Chillar el 3 de enero de 1933 y contaba con 87 años cuando falleció.
Hijo de Carmen y Fermín que le dieron dos hermanos Chelo y Negro y una hermana del corazón Carmencita. En María Ignacia (Vela) pasó su niñez, luego en la Colonia Mariano Moreno transcurrió parte de su vida donde trabajó arduamente en las diversas y sacrificadas tareas que demanda la vida de campo. Amaba el fútbol, hincha fanático de San Lorenzo y en su juventud con algunos vecinos integró el equipo de La Colonia.
A los 30 años conoció a María del Carmen, quien fue su esposa (f) y madre de sus tres hijas: Cecilia, Susana y Rosa.
Compartimos momentos inigualables que da la vida en el campo y que les dejó hermosos recuerdos que con el paso del tiempo se hacen valorar aún más.
A fines del año 1975 decidieron radicarse en Tandil para dar la posibilidad a sus hijas de continuar los estudios. Este cambio en su vida lo vio obligado a cambiar de actividad y se dedicó al comercio y con su famoso rastrojero verde recorría los barrios más alejados llevando frutas, verduras, quesos y huevos a los vecinos que esperaban cada semana su llegada. Lo mismo hizo viajando a Azucena donde llevaba además otras cosas que la gente de campo le pedía y él accedía gustoso.
Poco tiempo después tuvo la posibilidad de tener su propio mercadito; “CE RRO SU” lo llamó haciendo honor a sus hijas. Situado en Montevideo y Montiel, fueron varios y felices años de cariño hacia y por parte de los vecinos del barrio que lo extrañaron mucho cuando decidió vender el negocio por problemas de salud y también por haber sufrido varios asaltos a causa de la gran inseguridad en esos tiempos.
En esos momentos ya tenía la compañía de algunos de sus nietos Gabriela, Enzo, Anita, Silvina, Francisco y Valentina. Más tarde llegaron sus bisnietos Ezequiel, Jazmín y Anselmo quienes alegraron muchos momentos de su vida.
Ya en la tranquilidad de su hogar, tuvo la constancia de salir todos los días a caminar por diferentes calles y paseos de la ciudad.
Hace casi dos años, la vida se llevó a su compañera y su salud que ya no lo acompañaba, no le permitió salir más a caminar como solía hacerlo comenzando a perder la movilidad. Permanecía en su hogar con los cuidados necesarios, acompañado de su familia y de Lidia, quien lo atendía con dedicación y cariño, hasta que en la madrugada del 7 de abril “Día de La Zamba” -música que él amaba-, escuchando zambas en la radio su corazón dijo hasta acá llegué y despacio, tranquilo, como fue su vida, partió a reunirse con Dios y sus seres queridos.
“Fuiste un trabajador incansable, muy querible, no te quejabas de nada, no tenías enemigos, te conducías con cautela, muy reservado y pacífico, con un corazón noble y alegre, con grandes valores y sobre todo un gran patriota.
Papi gracias por todos los años que estuviste a nuestro lado. Te vamos a extrañar mucho como a nuestra mami. Tus hijas”.
V CARLOS FEDERICO PELTIER
Carlos Federico Peltier, nació en Rivadavia (Mendoza) el 12 de mayo de 1944. Hijo de María Dolcemáscolo y de Martín Peltier, tuvo tres hermanos: Teresa, Bautista y Gloria. Vivió en una familia sencilla, unida, que se reunía en mesas largas, donde había olor a comida casera. En su infancia creció junto a sus padres, hermanos, abuela, tíos y primos. Cursó estudios primarios junto a sus hermanos. A la edad de 13 años comenzó a trabajar en una bodega de vinos para sustento propio y para colaborar con la economía familiar. En un comienzo trabajó como empleado, luego como repartidor. A los 17 años conoció a Marta Paredero con quien se casó y fruto de ese amor tuvieron tres hijos: Viviana, Marcela y Carlos. Su economía tenía que incrementarse por lo que decidió estudiar enología y técnico electrónico una de sus pasiones, a pesar de terminar de noche, amaba arreglar televisores y radios junto a su padre. Así pudo tener su casa y mantener a su familia.
A los 30 años por motivos de trabajo le ofrecieron junto a su amigo Lucio trabajar en Tandil. Costó mucho separarse del resto de su familia, dejando padres, abuela, hermanos, tíos, sobrinos, amigos. Pero su espíritu de progreso hizo que venga a esta hermosa ciudad con la que el tiempo terminó queriendo y cosechando compañeros de trabajo y amigos. Llevó adelante en un comienzo la bodega Paso del Portillo, empresa que creció y se trasladó a la Ruta 226 con el nombre de COPEVIT. También se agrandó su familia, y un 4 de mayo de 1984 llegó para alegría de todos, su cuarto hijo Juan Pablo. Al tiempo la bodega cerró sus puertas y por su empuje, su poder de decisión y de que no le falte nada a su familia trabajó como transportista.
Un 15 de enero del 2016 la vida lo golpeó fuertemente, al fallecer su tercer hijo de manera imprevista del corazón. La vida cambió, los sueños y anhelos se hacían difíciles de llevar a cabo, ese hombre fuerte se volvió más débil por dentro, un dolor profundo, una cruz muy pesada que le tocó sostener a él y a su esposa. Tuvo el amor de sus hijos, y de sus nietos: Natalia, Gonzalo, Paula, Rocío, Matías, Agustín, Federico, Iara, y una nieta del corazón Zoe.
También recibió el amor más puro de su último nieto Santino que cuando le decía “abu tirándole los brazos” se le dibujaba una enorme sonrisa, al igual que su bisnieta Justina, que también con su media lengua y su canción “Un Tallarín….”, le daba la alegría que le faltaba.
Se mostró fuerte, sostuvo a su esposa hasta que su cuerpo se debilitó, al igual que su corazón, que como a su hijo no resistió, dejando de latir este 11 de abril del 2020.
Su partida, dejó un dolor profundo, fue un esposo y padre ejemplar, siempre preocupado y ocupado por todos. Un hombre sencillo, íntegro, con valores, que siempre tendió una mano, siempre de su boca salía: ¡voy y te ayudo!
Así hizo de electricista y plomero, en cada casa de sus hijos. Un contador de chistes y bromas que alegraba cada reunión de amigos y familiares.
“Que más decirte Pa, solo que te queremos y extrañamos muchísimo, nos queda el consuelo de saber que tu anhelo se cumplió, podrás ver y abrazar a tu hijo Carlitos. Rezamos por tu alma, para que llegue junto a Jesús y la Virgen. Descansa en paz viejito, hasta pronto. Quedarás por siempre en nuestros corazones!”.
V ORLANDO JOSÉ MASTROPIERRO
Nació el 2 de mayo de 1951, hijo de Manuela Campos y José Mastropierro. Trascurrió su infancia entre su casa de Las Heras al 400, luego en 25 de Mayo al 200 y el campo familiar en La Numancia.
Asistió al colegio San José y la Escuela Técnica 2. A la edad de 17 años conoció a Cristina, con quien tuvo cuatro hijos: Andrea, Martín, Nicolás y Mariano.
Se instalaron con un pequeño tambo en cercanías de Fulton hasta 1979, año en que retornaron a la ciudad, al barrio Las Ranas.
Allí compró un camión y comenzó con el oficio que nunca abandonó. “Rancho chico” primero, “Ron Damón” después, nombres que con picardía imprimió a su Mercedes 1618, compañero de aventuras durante más de 30 años.
Con los años la familia creció, llegaron cuatro nietos que disfrutó al verlos crecer y jugar.
Generoso, sencillo, respetuoso y sociable, tenía pasión por la mecánica y los “fierros”. Pero nunca olvidó su vida en el campo: amante de la quinta, los animales y las plantas.
El pasado 7 de abril de 2020, a Orlando, “el Mastro”, “Pá”, “El abuelo”, le salió un viaje imprevisto. Familiares, amigos, compañeros y vecinos recordarán con alegría los lindos momentos compartidos y agradecen por haberlo cruzado en esta ruta, la de la vida.
V SILVIA GRACIELA MASSON
Siendo la mayor de cinco hermanas, nació cerca de la primavera de 1958, el 18 de septiembre, en su hermosa ciudad de Mar del Plata, pero a los pocos años se mudó a Tandil, donde pasó toda su niñez, adolescencia y juventud.
A los 24 años de edad tuvo a su primera hija, Aldana, su primer amor tan deseado. Compartieron una unión indiscutible. Años después se mudó a Villa Cacique, Barker, y allí transcurrió el resto de su vida. A sus 30 años tuvo a su segunda hija, Eliana, su “negrita” y confidente. Se ocupó siempre de darles lo mejor y que nunca falte un plato de comida en la mesa.
Pasados doce años conoció a Hugo, su amor incondicional y tuvo a su tercer hijo, Tomás, su hombrecito mimado. Así llegaron sus hijos políticos Alejandro, Marilina y Juliana.
Desafortunadamente, al poco tiempo, se le diagnosticó cáncer de mama pero fiel a su estilo, salió airosa, luchándola como de costumbre y volviéndose a encontrar sana y vital.
Abuela de Camila, su parámetro en todo, su dulce y bella Juana y su “terremoto” Bernarda. Dulce y cariñosa, siempre predispuesta para recibirlas y agasajarlas.
Otro insistente y terminal cáncer volvió a invadirla. El universo y Dios estaban necesitando un ángel fuerte, guerrero, bondadoso y sincero. Nadie mejor que ella. Falleciendo el pasado 12 de abril de 2020.
Una madre ejemplar, responsable, dedicada, consejera y pendiente de todos. Amante de la pintura, su bicicleta, su cumpleaños, sus plantas y su tan ansiada casa. Familiera y amiguera. Querida por mucha gente y admirada por otros. Dejó en su familia una enseñanza de lucha, transparencia, perseverancia y una fortaleza admirable.
La recordaremos con esa hermosa sonrisa, sus abrazos de osa, los almuerzos de domingo, el colorido de sus cuadros, el verde de sus plantas, su fascinación por las libélulas y el inmenso amor y orgullo por su familia. Una auténtica modelo de vida.
V NORBERTO FABIÁN DÍAZ
Norberto Fabián Díaz, nació en la ciudad de Olavarría el 7 de febrero de 1974, hijo de Marta Ester Pérez y Abel Héctor Díaz, siendo el tercero de cinco hermanos, César, Sergio, Luciano y Pablo. Llevó una vida simple y humilde en su querido barrio Villa Italia.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela 21. Era un amante del básquet y del boxeo, siempre formando parte de la Sociedad de Fomento Unión y Progreso. También fue muy bueno en ajedrez, representando con este a Tandil.
Desde muy temprana edad, a los 13 años, comenzó a trabajar. Primeramente como canillita y ya luego en el rubro de la construcción como empleado de su padre o formando parte de cuadrillas, siempre teniendo como meta su independencia mediante el trabajo duro y el sacrificio diario.
Siendo aún adolescente, a los 18 años, se casó con Sandra Rolando y fruto de este matrimonio concibieron a Paola (27), Gabriela (25) y Fabi (13); las mismas fueron las responsables de agrandar la familia con sus nietos Lenuel (6), Francisco (3) y Bautista (2).
Luego de formar su cuadrilla, a los 22 años, trabajando arduamente para distintas firmas del rubro, en el 2000 fundó su propia empresa llamada “Díaz Constructora Piscinas”, la cual fue siempre en ascenso y tomando renombre como así también su fundador, reconocido en su ciudad.
Fue un muy buen anfitrión, disfrutaba de las reuniones familiares, agasajar con un buen asado siempre acompañándolo de un vino. Como también apreciaba los instantes con sus amigos tan queridos, siendo un pilar muy importante para su vida, compartiendo desde el más mínimo detalle hasta un buen viaje.
En cada fin de año organizaba una fiesta para amigos, clientes, empleados y proveedores, celebrando cada año de trabajo compartido.
Partió a muy temprana edad el 14 de abril de 2020, dejando un pesar profundo, pero con la premisa que siempre hay que luchar, que pocas cosas en la vida pueden doblegarte, que si uno tiene una meta no hay nada que pueda arrebatarlo, y sobre todo que la vida esta para ser vivida y disfrutada, como así él lo hizo.
V MIGUEL ÁNGEL CHAMORRO
El pasado 2 de abril falleció en Tandil Miguel Chamorro, causando su deceso una profunda consternación entre sus seres queridos. Miguel era una persona que por su condición especial se supo ganar el corazón de todos. Era fanático de Independiente de Avellaneda y tenía una gran devoción por la música.
Sus hermanos José Luis y Mabel; sus sobrinos Lucrecia, Pamela, Martín y todas las personas que siempre lo acompañaron para que pudiera estar bien: Flore, Mili, Mary y muchas más personas sienten un gran dolor por su fallecimiento.
“Volá alto Miguelito, seguro que ya estás en un mejor lugar donde la paz y la tranquilidad son parte tuya. Te amamos”.
“Hasta siempre. Sé que fui tu guía y que todo lo que estuvo a mi alcance te lo di. Con mucho dolor te digo hasta pronto Miguel, estarás siempre en mi corazón junto con mamá, papá, Mabel, Mary y todas las personas que ya no están conmigo. Que en paz descanses. Tu hermano Cachi”.
V ERNESTO JOSÉ SAUCE
El pasado 23 de abril de 2020 falleció en Tandil el señor Ernesto José Sauce, dejando la infausta noticia un dolor muy profundo en sus familiares y amigos. Desde España, Alicia Cabot y César A. de Galvagni enviaron el siguiente texto recordándolo.
“Querido tío…, fuiste el ‘Tío’ de toda la familia, con mayúsculas, el compañero de la adorable tía Gladys, el incondicional, el bueno, el solidario, el que siempre estaba para lo que necesitemos. Te hiciste querer por tu simpleza, tu humildad, tu sobriedad, tu calidad, tu ética.
Es simple resumir tu vida laboral, tu dedicación a tus remates de hacienda y tu querida Agrícola Ganadera eran tu todo, siempre dispuesto. Gracias tío Ernesto, te extrañaremos y te agradecemos por ser tal como fuiste.
Descansa en paz, te llevas el enorme cariño de toda la familia. Todos tus sobrinos”.