Necrológicas
JOSÉ LUIS DEL GIOVANNINO
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José Luis Giovannino nació el 27 de mayo de 1949 en el barrio de la estación, siendo hijo, nieto y sobrino de ferroviarios, hijo de José del Giovannino y Julia Arano, su hermana melliza María Cristina y su hermano 11 meses mayor Juan Carlos.
Transcurrió su infancia en la casa de la calle Alsina al 1300, concurrió a la escuela 37 de la calle Roca. Ya en la adolescencia, más precisamente a los 15 años, comenzó a trabajar en la Cooperativa Agropecuaria de Tandil Ltda., en la parte administrativa tarea que desempeñó con honestidad, seriedad y compañerismo durante 50 años.
En 1974 se casó con Estela Lamónica compañera de todo su vida, la cual lo acompañó en momentos difíciles que tuvo José Luis durante su vida. Tuvo dos hijos Javier y Matías y tres nietos Enzo Olivia y Mora. Lo recordarán siempre como hincha fanático de River Plate y Ferrocarril Sud, y en sus últimos años con mucha participación en correcaminatas.
“Viejo, te agradecemos por todo lo que nos inculcaste en nuestra vida, la honestidad el esfuerzo y fundamentalmente ser una buena persona. No eras de muchas palabras, pero muchas veces se enseña con los ejemplos y no solo con palabras, y vos fuiste muestro gran ejemplo junto con la vieja, siempre estuviste ahí cerca de nosotros. Hiciste que nuestra casa sea el lugar de muchas de reuniones familiares y de amigos. Nos quedan los recuerdos de ir a la cancha a ver Ferro, vacaciones familiares, y montón de momentos imborrables. Gracias viejo te vamos a extrañar y recordar todos los días, dónde estés cuidamos y pronto estaremos juntos hablando todo lo que nos quedó pendiente y darnos ese fuerte abrazo”.
ELDA ELVIRA AGÜERO
Elda Elvira Agüero nació el 28 de febrero de 1942 en la zona rural de El Mosquito, más precisamente en la Villa Palavecino. Sus padres fueron Catalina Lahittette y Martiniano Agüero y junto a sus hermanas Estela y Dora creció y realizó sus estudios primarios en la escuela 18 `Juan José Paso´.
A los 25 años se casó con Pedro Martos y se fue a vivir a Napaleofu donde nacieron las mellizas Luján y María. Luego retornarían a la Villa Palavecino donde nació Pedro.
Elda se dedicó a las tareas de granja, al cuidado de la casa y de sus padres. Cuando los hijos se habían ido, debido a un problema de salud de su madre hizo que se trasladaran a Tandil, donde llegaron los nietos y bisnietos de quienes siempre se ocupó y estuvo pendiente.
En los últimos 20 años Elda, que siempre tuvo un espíritu inquieto y aventurero, combinó viajes de placer, estudios secundarios, cursos de gastronomía, cerámica y talleres de pintura. También dejó su impronta en cada línea de los dos libros que escribió: Manuel, el regreso y La Bicicleta Celeste. Se fue rodeada del afecto de su familia y ya descansa en la paz del Señor.
GUSTAVO ADOLFO MELO
El pasado 13 de octubre de 2020 falleció, a los 48 años, Gustavo Adolfo Melo. Había nacido en Tandil el 19 de octubre del 1971. El primogénito de cuatro hermanos: Karina, Guillermo y Facundo, del matrimonio de Adolfo (f) y María Navarrete. Amado por sus hijos Noelia, Sofía y Julián. Y por su pareja Débora a quien amó y respetó profundamente.
Sus últimos trece años laborales los desempeñó en Daedaz donde supo cosechar grandes amistades. Amante del ciclismo y de los animales. Hincha fanático y socio de Boca.
Gustavo cosechó grandes amistades en su corta vida que, junto a su familia, su pareja y su familia política hoy lloran su partida.
“Fuiste un guerrero incansable en cada adversidad que te tocó vivir. Dejaste el corazón destrozado de cuanta persona pudo ser parte de tu vida por tu manera de amar intensamente, sos inolvidable para todos nosotros. Danos valor y un poco de tu fortaleza para poder seguir viviendo. A pesar del dolor que sentimos estamos tan orgullosos de todo lo que luchaste para continuar viviendo, pero Dios se lleva a sus mejores guerreros y hoy te puso dos hermosas alas para que puedas recibir tu merecida paz. Te amamos para siempre y viviremos nuestros días esperando volver a ver tu hermosa sonrisa y hasta que llegue ese día te extrañaremos profundamente. Tú familia”.
CARMEN SUSANA BONANNA
Carmen Susana Bonanna nació en Tres Arroyos el 12 de junio de 1944 en una familia de cuatro hermanos: Henry, Hugo y Julio. Emigró a Tandil donde se dedicó a la costura profesional y, por su gran simpatía, cosechó múltiples amistades. La vida no la premió con hijos, pero sí con sobrinos a los que adoró. Falleció el pasado 11 de octubre de 2020, a los 76 años, luego de una cruel y corta enfermedad.
“Siempre te recordaremos, descansa en paz, Carmencita”.
CARLOS JUAN TURCUTTO
Carlos Juan Turcutto nació el 25 de diciembre de 1933 en Correa, Santa Fe. Hijo de Salvador Turcutto y de Alicia Tesan, y hermano de Nilda y Teresa. Fue un buen estudiante y a sus 18 años ingresó en la escuela de Aeronáutica en Córdoba, al egresar de la misma tuvo como destino la Base Aérea en la ciudad de Tandil, donde forjó su familia y lazos de amistad. En 1960 en su Correa natal conoció a Polola, el amor de su vida con quien contrajo matrimonio en 1962 y tuvieron dos hijos, Patricia y Charly.
Junto a sus compañeros de la fuerza fundó el Círculo de Suboficiales y fue socio honorario del club Pucará, donde compartía con sus camaradas, conversaciones, asados y juegos de cartas.
Un hombre muy interesado por la cultura y la historia, de gran carisma y serenidad, siempre recordaba con alegría anécdotas de su juventud. Con admiración por sus raíces se informó sobre el idioma y la cultura del Friuli Italiano, formando parte de este.
Al retirarse de la Fuerza Aérea, con el grado de suboficial mayor, seguía con ansias de trabajo, y así se desempeñó de vendedor en una casa de repuestos de autos, fue custodio en una empresa de caudales, hasta emprender su última labor como remisero retirándose de la actividad al cumplir sus ochenta años, sus pasajeros lo recuerdan por su amabilidad, puntualidad y responsabilidad.
“El 2 de octubre de 2020 te despediste de este mundo terrenal, hoy tu esposa, hermana, sobrinos, hijos, nuera, yerno, nietos, vecinos y amigos te recordamos con amor y admiración, siempre estarás presente en nuestras vidas y corazón”.
ILDA BATISTA
Ilda Batista nació el 3 de mayo de 1956 y falleció el pasado 7 de octubre de 2020, causando su deceso un profundo dolor entre sus seres queridos y amigos. Su familia, para recordarla, acercó hasta nuestra redacción el siguiente texto.
“Descansa en paz, hasta el día de la resurrección en que Jesús llamará a los suyos, a los que en él creyeron. Se fue en paz, tranquila y confiada en Dios hasta el último latido. Hoy lloramos tu partida niños de ayer que hoy son grandes la llamaron mamá; el mayor apoyo de una iglesia que mantuvo la esperanza todo el tiempo y aún no la pierde, porque la muerte está vencida. Su familia, herida, pero en paz. Recordaremos a Ilda con inmenso amor; ese amor que solo una madre puede dar; ese amor que solo Dios puede poner en una madre. Hasta que Jesús vuelva descansa una pionera de la IASD en barrio Palermo, ciudad de Tandil. Maranata. Guerrera del Señor.
Siempre te recordarán tu querido esposo, tus hijos Cintia, José, Saúl, Facundo y Evelin Navarrete. Tus nietos Kiara, Thiago Navarrete, Joana, Cristian Mendoza. Familiares de corazón, Cristian Córdoba y Ramiro Corrales. Vivirás presente en nuestros corazones. Mejor madre, amiga y consejera”.
HÉCTOR MANUEL TANO
Héctor Manuel Tano nació en Tandil el 4 de octubre de 1936. Su niñez con sus padres (Vicente Tano y Catalina Lauro) y sus seis hermanos transcurrió en el domicilio de calle Alberdi al 200.
Comenzó a trabajar en Pizzería Carrillo, allí conoció luego a la que sería su compañera y esposa durante 56 años, Elisa Vargas, con quien se casó el 11 de noviembre de 1964. De esa unión nacieron sus hijos Patricia y Pablo, y éste último le dio la bendición de una nieta, Natalia.
Se desempeñó también en Solanilla Hermanos, Refrescos del Sur, Monsalve y Compañía, dejando en todos esos lugares su hombría de buen señor hasta su jubilación. Partió el pasado 12 de octubre de 2020.
LEONOR ALCIRA PAZ DE LAFFARGUE
El pasado 12 de octubre de 2020 falleció en Tandil la vecina Leonor Alcira Paz de Laffargue, generando la infausta noticia un profundo pesar entre sus familiares y amigos.
Su esposo, Raúl Alberto Laffargue, acercó hasta El Eco de Tandil el siguiente recuerdo. “Fuiste y lo serás el amor más grande de mi vida. Dejaste un profundo dolor en mi corazón. Fuiste una gran compañera, luchadora inigualable, muy humilde y desinteresada. Emprendimos juntos un pequeño kiosco allá por los años 70. Con mucho amor te voy a recordar siempre mientras viva. Alcira, sé que algún día nos volveremos a reencontrar, de eso estoy seguro. Criamos dos hermosos hijos del corazón: Julia y Mario, quienes no encuentran consuelo y te van a extrañar profundamente.
Pero así es la vida y el destino quiso que te esto sucediera dejándonos un profundo dolor. Tu compañero de toda la vida”.
CEFERINO PABLO MATOS
Ceferino Pablo Matos, para muchos ‘Cefe’, nació en Castelli el 22 de enero de 1947 y falleció el pasado 11 de octubre 2020. De pequeño trabajó en el campo se casó a sus 30 años, pero la vida no le fue fácil ya que quien sería su esposa lo abandonó con cuatro hijos, a quienes crió solo.
Estuvo en el campo desempeñándose como tambero, también fue changarín y su último empleo, donde se jubiló por un accidente, fue en Obra Sanitarias.
A ‘Cefe’ lo conocía mucha gente y era muy querido por todos. Logró formar una hermosa familia que lo recordará por siempre, en especial sus hijos María del Carmen Matos, Diego Pablo Matos, Pedro Ariel Matos, Ceferino Daniel Matos, José Ramón Ríos. Lo recordarán por siempre sus hijos políticos Martín Juárez, Alicia López, Lorena Acosta, Macarena Ríos, Marcela Grimaux, sus 20 nietos y sus siete bisnietos.
“Descansa viejito, te amamos junto a tu nieto Alan Francisco Martín Juárez. Sabemos que están juntos”.
ÁNGELA GLORIA MARCHINI
Ángela Gloria Marchini de Machi, nació el 19 de abril de 1924, en los albores del siglo 20, vivió su niñez en la casa que se encuentra en la tan conocida curva de Marchini.
A temprana edad, sufrió la pérdida de su padre, asumiendo el papel de hermana mayor de sus cuatro hermanos, en ayuda de su querida madre. A sus quince años ya comenzó a trabajar en el arte de la costura, actividad en la que se desempeñó toda su vida, convirtiéndose en una reconocida modista.
Se casó con Jorge Machi y se fue a vivir a la casa, donde transcurriría toda su existencia, convirtiéndose en su hogar, refugio de su familia, y lugar de trabajo, donde también supo pasar gratos momentos atendiendo a su bello jardín, al que cuidaba con tanto ahínco.
Transcurrido pocos años de matrimonio, la vida le reservaría un inesperado revés, quedando viuda muy joven, con sus dos pequeños y queridos hijos, Jorge y Liliana. Pero a pesar del gran dolor, debido a su carácter y gran tenacidad, pudo seguir adelante, con el apoyo incondicional de su mamá doña Dominga y sus hermanos, Cacho, Pocho y Miguel Ángel.
Otra vez el destino le proporcionaría otros dos duros golpes como fueron la pérdida de sus amados hijos. Primero Jorgito como le decía ella, en un accidente y luego Liliana a causa de una terrible enfermedad.
Siguió su camino gracias a su entereza, a su fe en Dios, a su gran tesón, al gran apoyo de la familia y amigos, al de su querida vecina Elida, siempre dispuesta y solícita en tenderle una mano. A su cuñada Mary, con la que compartían largas tardes, perdiéndose en amenas conversaciones, rememorando viejas y queridas anécdotas familiares. Al acompañamiento de Susana, amiga de Liliana, y sobre todo, a su incondicional sobrino–hijo, Miguel Ángel, en el que ella depositó toda su confianza, convirtiéndose, en su sostén hasta sus últimos días.
Sus últimos años lo recorrió con suma entereza, en la compañía de su sobrina nieta Rocío, quien permitió hacerle más llevadero sus días, y apoyándose también, en los atentos cuidados brindados por Ana.
El pasado 5 de octubre de 2020 llegó el momento de la partida, al tan esperado encuentro con sus seres queridos. Vuela alto Angelita. Descansa en paz.
DOMINGO DI MAIO
Domingo Di Maio nació el 4 de agosto de 1930, en la ciudad de Ortona, un pequeño pueblo de Italia, siendo uno de los menores de su familia. A sus 18 años, decidió venir a la Argentina, donde trabajó y formó su familia con Teresa Mosca. Juntos tuvieron una hija, María Ester Di Maio. Dedicó su vida a su familia y al trabajo.
Con el pasar de los años, llegaron sus cuatro nietos, a quienes les demostró cariño y amor desde el primer momento y los acompañó en todo su crecimiento. En sus últimos años conoció a su bisnieta, con quien tenía un vínculo especial, compartían miradas y sonrisas cómplices. Su hija, yerno y sus nietos, lo recuerdan con amor.
“El 4 de octubre partió nuestro ‘Nonito’, otra estrellita más en el cielo. Nos quedamos con su hermosa sonrisa, bellos momentos compartidos, los viajes a la playa en familia. De chiquitos nos llenaba de caramelos, nos iba a buscar a la puerta del colegio, nos vigilaba en la mesa que comiésemos toda la comida. Un papá-abuelo cariñoso y presente en todos los momentos importantes de su hija y sus cuatro nietos. Trabajador, luchador, siempre impecable y hermosa persona. Siempre vas a estar en nuestros corazones. Te amamos. Hasta siempre”.
BACÍLICA PORTILLO
Un año antes de la gran depresión (NdR: crisis financiera mundial de fines de 1929), el 31 de marzo de 1928 nació Bacilia Portillo, en un pueblo del norte de Entre Ríos. Aquel lugar cálido y húmedo, la vio crecer entre lunas inmensas color naranja, danzas ocres de tiernos maizales, aromas de harinas en el horno de chicharrón casero, de tierra mojada en la tormenta. Eran 13 sus hermanos y la familia seguía creciendo cuando partió. Tal vez nerviosa, tal vez tímida, la imagino caminando las calles de la ciudad, en los años dorados del cine nacional. Deslumbrada, por esas luces que la enamoraron.
Cuentan, que, en una marcha de aquellos años, en que los caballos de la Federal andaban domando obreros rebeldes, huyendo del alboroto se encontró de repente, inmóvil, los ojos clavados en los de Carlos Alfredo Chatruc, debajo de la mesa de un bar de Avenida de Mayo. No hubo mucho que decir, cuando hablaron los besos.
Seis meses después, vivían en una pensión de Laferrere. Allí, sus sueños daban cátedra de futuro a las horas, entre mate y mate. Las monedas y billetes que podían ahorrar serían tal vez, la llave de un portal hacia la dicha.
Primero llegó la ‘Colo’, una hermanita que no fue. Después llegó Ale, amada hermana. Y en 1965, ese año de la serpiente, con una luna de julio tapando la ventana, Bacílica le dio vida a un nuevo hijo, Sergio José.
Cuidó de él como un cristal, según contaba una vecina. Trabajaron duro en la casa, se prometieron, casi en un juramento secreto, comprando un terrenito en la Provincia. Casi 30 años después lo venderían, la nave y sus velas quedaban allí, para dejar que el viento sople hacia el sur. Disfrutó 26 vueltas al sol, en aquel pueblito sureño del Bolsón, frente al cerro que amaba, el Piltriquitron, que en idioma Mapuche significa, cerro entre nubes. Un día, sabe Dios porque, decidió ausentarse de la realidad, por tedio, por rutina, por soñadora ave de la mañana.
Sergio la trajo a Tandil, cerquita de él, para poder cuidarla, mimarla un poquito más y le regaló cinco vueltitas más al sol.
Pero lo suyo era el cielo, así que una tarde de octubre ya sin alas, sin peso, sin cuerpo, decidió cruzar el horizonte con tus ojos grises, poblados de atardeceres, de risas, de panes y de rosas.
“Hermosa ave del amanecer, que me despierta. Te amo viejita. Buen viaje y hasta que volvamos a vernos”.
ALFREDO SIVO
Alfredo Sivo nació en Lanús el 6 de abril de 1934, estudió y trabajó allí hasta que en 1960 decidió venir a Tandil a formar una familia con Dora, con quien tuvo tres hijos.
Trabajó dedicadamente en Metalúrgica Tandil llegando a ser gerente de producción con gran reconocimiento de parte de sus pares y empleados. También fue profesor de la escuela Técnica 2, que en ese tiempo era conocida como ENET 1, prácticamente al comienzo de vida de la institución.
Muy respetuoso, educado, servicial, siempre buscando alegrar un rato la vida de la gente contando algún ‘cuento’ que él disfrutaba y celebraba tanto como sus interlocutores.
Fue un padre ejemplar y un abuelo más que cariñoso, protector y gran formador de valores como la honestidad, el respeto al trabajo, la honradez y la humildad.
“Como hija me siento orgullosa de llevar su apellido y espero en su honor, seguir sus pasos firmes y con conducta constante como lo hizo él hasta sus últimos días. Te quiero y te voy a extrañar, papá! Te ama por siempre, Claudia Sivo”.
MARÍA PASTORA SILVA
El pasado 10 de octubre, con 85 años, dejaba este mundo María Pastora Silva, conocida por todos como “Beba”. No fue una mujer más. Fue sin dudas la más buena, la más hermosa, la inolvidable para quien tuvo la suerte y el privilegio de conocerla y tenerla en su vida.
Había nacido el 19 de abril de 1935 en Tandil. Se crio en el campo, el que recordaba con nostalgia en varias charlas; quedó sin madre de chica, y fue criada junto a su hermano por su padre, sus abuelos y sus tías. Su hermano, El Negrito, como ella lo llamaba, le dio dos sobrinas y un sobrino a quienes ella amaba profundamente.
De joven aprendió el oficio de modista, el que la acompañó hasta que sus manos dijeron basta. Muchas personas tuvieron el privilegio de ser parte de su clientela.
A sus 23 años se casó con su compañero y gran amor, Silio Colotti, quien vivió hasta sus 84 años. Este último año sin él fue sin dudas el más difícil para Beba. Juntos tuvieron dos hijas: Sonia y Cecilia. Fueron abuelos, (y qué abuelos!) de cinco nietos: Tito, María José, Matías, Marina y Pablo; y cuatro bisnietos: Franco, Bruno, Nina, y Camilo, a quien no llegaron a conocer.
“Abuela, amadísima abuela, fuiste de las mejores personas, de esas que uno desea tener en su vida. Eras arisca para salir de la casa, aunque te gustaba recibir a los vecinos, amigos y familiares en tu casa. Te gustaba andar por tus viejas escuelas, pasear por el campo y ver los animales, recordar y contarnos tu vida allí. Disfrutabas de las cosas más sencillas. Fuiste nuestro mejor ejemplo de bondad, dedicación, esfuerzo y generosidad. Estuviste siempre presente, vivimos con vos desde que llegamos a este mundo, y nos amaste y te amamos cada día, compartimos infinidad de momentos, e infinidad de ellos los guardamos fuerte en nuestro corazón. Fuiste abuela nuestra, y de nuestros amigos. Tenías las manitos más hermosas del mundo, y con ellas nos cocinabas las mejores pizzas, tortitas negras, y bocadillos de acelga. Eras la mejor cebadora de mates en ese matecito enlosado, nos ayudabas con los deberes, nos cosías las rajaduras de los pantalones, nos dabas lecciones de historia, nos escondías de mamá las macanas que nos mandábamos, nos dabas golosinitas y plata a escondidas, nos malcriabas a más no poder. Nos cuidabas, nos dabas libertad, nos decías las palabras justas en los momentos adecuados, nos dejabas de una pieza con algún que otro comentario, entendías todo de la vida… Y nos lo compartiste todo. Gracias abuela, gracias una y mil veces. Gracias a la vida por habernos dado semejante regalo de tenerte. Te extrañamos vieja, te extrañamos los nietos, los nietos políticos, y los bisnietos, te extrañan tus hijas, tus sobrinas y sobrino, te extraña tu gran amiga Esther. Extrañamos verte en el patio, extrañamos tus pasitos arrastrando los pies, extrañamos los mates, extrañamos tu aroma a abuela, extrañamos tu risa, tu mirada dulce, extrañamos simplemente tu presencia. Ojalá hubieras sido eterna para que nuestros hijos te disfruten como lo hicimos nosotros tus nietos. Sin dudas, te vamos a amar siempre, y te llevamos prendida en nuestro corazón junto con el abuelo. Esperamos un día encontrarlos juntos, vos esperándonos con tu delantal, la pava y el mate listos; y el abuelo que seguro ya habrá encontrado alguna casilla de gas para sentarse a vigilar el barrio, con su ángel al lado. Tus nietos”.