Necrológicas
HÉCTOR ABEL LAZARTE
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Héctor Abel Lazarte, conocido y apodado como “Pirulo”, fue una persona humilde y sin pocas vueltas. Nació el 7 de febrero de 1934, en Azucena (partido de Tandil). A sus 4 años, se mudó al paraje El Solcito, con sus padres Enriqueta y Silverio y con su hermano menor Rubén. Allí, vivió y disfrutó su hermosa vida. Entre campo y fútbol, no había alguien que lo detuviera. Se fundó el club El Solcito en el mismo año que nació él.
A los 10 años, su papá fue elegido presidente del mismo. Pirulo fue jugador, quien jamás olvidó aquella final que les tocó perder contra Vela y les imposibilitó ascender a la ‘A’. Pero también, fue un gran espectador e hincha a puro corazón. No perdía tiempo y siempre opinaba de jugadores, jugadas y árbitros. “Si ganamos o no ganamos eso era aparte. No hay que acostumbrarse a ganar siempre, porque después se habitúa y es malo”.
En 1960, se casó con Blanca Haydée Andolfatti, con quien pasó la mayor parte de su vida y tuvo tres hijos: Claudio, Gustavo y Darío. Al principio ‘Pirulo’ imponía sus reglas para cada cosecha, pero después empezaron sus quejas cuando veía que no le hacían caso.
Fue abuelo, un enorme abuelo, de Agustina, Luciana, Giuliana, Gimena, Cristian, Bautista y Fiama. Era un rol que disfrutaba mucho, siempre buscándolos, invitándolos y compartiendo grandes ratos.
En el 2013, perdió a su esposa e inició el cambio para transitar sus días. Como jamás dejó de ser independiente y supo vivir para él, no le resultó tan difícil.
A sus 86 años, demostró una vez más el gran guerrero y el roble que era. A pesar de tanta fuerza y ganas de vivir, se cansó y el pasado 24 de octubre de 2020 falleció.
“Lo recordaremos para siempre en cada rincón como la gran persona que fue, amable, atento, de muchas palabras y anécdotas, rezongón, con tanta sinceridad y generosidad”.
NIVELY HILDA LEMOS DE CANO
Nively Hilda Lemos, más conocida por Hilda, aunque a ella le encantaba su primer nombre porque nadie lo tenía. No la llamaban así porque era difícil recordarlo. Durante su infancia vivió en Desvío Aguirre junto a sus padres y seis hermanos.
A los 26 años contrajo matrimonio con Juan Carlos Cano teniendo dos hijos quien le dieron la dicha de conocer a sus cinco nietos y un bisnieto. Cuando su madre murió ella cayó en una gran depresión. Al tiempo conoció el amor de Dios y su vida se fue transformando, cambiando esa tristeza en alegría. Fue tal el cambio que se acercó a una iglesia cristiana Evangélica donde la ayudaron. Contagió ese entusiasmo a su esposo que con los años fue levantado como pastor.
Sintió en su corazón de visitar los hogares de abuelos y transmitir el amor de Jesucristo compartiendo con ellos canciones y palabra de Dios. Luego pasó por el Hospital de Niños para orar por la salud de esos pequeños. Siempre constante como una gotita de agua que golpea con fe para romper toda situación adversa. Ella siempre manifestaba “es mejor dar que recibir” y “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Mujer virtuosa, trabajadora incansable con sus tareas domésticas, de más grande eligió ser modista y ganarse unos pesitos y momentos para compartir con sus clientes a los que les daba charlas y de su amor.
Tardes enteras cosiendo, haciendo lo que le gustaba. Le encantaba caminar por las calles del centro mirando vidrieras o dándose el gusto de un gran helado para descansar de su coquetería arriba de unos tacones.
Su peinado característico rubio, alto creado por ella misma, sus manos trabajadoras, amables; su ligereza para caminar, su actitud ágil, dinámica hacían de ella una persona especial.
Hilda vino a este mundo a cumplir una misión: sembrar la palabra de Dios en otros con una sonrisa. Fue una ganadora de almas.
“Pasaron días desde que partió con el Señor. Su presencia física se desvaneció en el aire pero su amor vive con la misma fuerza que la caracterizaba. Era un canto a la vida, llena de frescura y bondad. Te extrañamos y recordamos con inmenso amor tu esposo, hijos, nietos y bisnieto”
JOAQUÍN LUCAS VALVERDE
Joaquín Lucas Valverde nació en Beires, provincia de Almería-España, el viernes 9 de abril de 1948. Sus padres fueron Joaquín Lucas y María Consolación Valverde Carmona.
Cuando tenía dos años, emigró a Argentina con su madre y sus hermanas Isabel (14) y Amparo (8). Su padre, los esperaba en el puerto de Buenos Aires (había llegado un año antes siguiendo a sus hermanos mayores Francisco, Manuel y Cecilio). El barco en el que se trasladaron pertenecía al Estado argentino de aquel entonces y su nombre era Dodero. Inmediatamente viajaron a Tandil donde toda la familia Lucas y sus descendientes iniciaron una nueva, mejor y esperanzadora vida.
Después de ir de un lugar a otro de la ciudad se establecieron definitivamente en Villa Italia, cuando las calles eran todas de tierra y poco iluminadas. Allí, nació en 1954, su último hermano argentino Manuel, completándose así la familia.
Joaquín cursó y completó los estudios primarios en la escuela 21 “Juan Bautista Alberdi” y realizó cursos de mecánica automotriz. Después trabajó en lo que se podía. Primero ayudando a un vecino a realizar bobinados; luego en la FIAT y finalmente como empleado Municipal durante más de 30 años, donde ejercía como mecánico de máquinas viales.
De joven, le gustaba jugar al fútbol como cualquier chico y, normalmente se desempeñó, en algunos campeonatos, como un recio marcador central de un conocido equipo del barrio: el legendario “Martín Rodríguez”. Eran épocas donde era común que la mayoría de los defensores fueran un poco “ásperos”.
Fue hincha de River Plate a quien vio campeón muchas veces y de la Selección Argentina que, a pesar de ser español de nacimiento, fue indiscutiblemente 100 por ciento argentino. En automovilismo era hincha de Chevrolet y durante varios años llegó a tener un Rally Sport color aceituna.
La familia, lo más importante para él, la formó junto a Teresa Aurora Ferraggine, a quien había conocido en 1966 y después de cuatro años de noviazgo se casaron a principios de 1970.
Llegaron los hijos: Marcela Beatriz (1970), Carlos Alberto (1972) y Sergio Daniel (1980). No fue nada fácil mantener la familia, pero nunca les hizo faltar nada y cuando podía aparecía en casa, con muchos alfajores y muchos caramelos que se disfrutaban a pleno. Eran otros tiempos donde pequeñas cosas eran grandes.
Se jubiló en el 2008 y desde ese momento, con su esposa Teresa realizó algunos viajes donde conoció muchos lugares de nuestro país, además de Chile y Brasil. También pudo disfrutar mucho más a sus los nietos Agustín, Lucía, Santiago y Sofía.
Constantemente estuvo acompañando a sus hijos y a sus nietos en cada momento importante de su vida, ayudando en lo que necesitasen, siempre presente.
Si había algo que disfrutaba era salir a caminar por el barrio, charlar ocasionalmente con algún conocido, que eran muchos, regresar a la casa y tomarse un aperitivo con algo para acompañar mientras miraba algunas series o películas “de las viejas” en la tele. Se dedicaba a realizar arreglos en su casa que tanto le costó levantar y salir a pasear con la familia.
Así era Joaquín, una persona sencilla, respetada y querida, que nunca molestó ni tuvo problemas con nadie y que siempre estuvo de una u otra forma para sus seres queridos. Su familia lo va recordar con gran cariño.
WALTER RAÚL ZÚÑIGA GALINDO
Amoroso esposo, padre y abuelo (abuelo bigote como lo llamaban algunos bisnietos). Nació en la ciudad de Lanco, Chile, el 11 de febrero de 1946. Llegó a la Argentina en 1987 buscando un bienestar para la familia (y aquí lo encontró). Trabajando duro como siempre mantuvo a su familia y construyó su casa con muchísimo esfuerzo. Aquí pudo tener sus nietos y bisnietos (la mayoría) y sentirse orgulloso de serlo. Pero por circunstancias del destino, su compañera de toda la vida (más de 40 años) se adelantó al eterno descanso, el 22 de septiembre de 2015. Ahí Walter comenzó a apagarse por falta de su amor, que le daba vida, y comenzó a transitarla sin ella. No antes de haber disfrutado de viajes juntos a distintos lugares como Chile y Argentina junto a sus hijas.
Fue muy feliz y amado en su Argentina querida donde supo cosechar unos cuantos amigos y conocidos, sin olvidar su Chile amado. Hasta que un día llegó su enfermedad y lamentablemente no pudo resistirla y partió dejando un dolor profundo en todos los que lo amaron y no lo olvidarán jamás. Sus hijos Damary, Ibeth, Sergio, Joel, Angélica, Nilda, Doris, Silvana; sus nietos Hugo, Roxana, Bernarda, Valeria, Agustín, Carolina, Andrés, Karen, Ivo, Josce, Selena, Diego, Melani, Mateo, Micaela, Gissela, Brisa, Daiana, Kevin, Nahuel, Sofía, Benjamín, Jonathan, Nicolás, Agustina, Juan, Iván, Macarena, Milagros, Julieta, Emiliano, sus bisnietos: Jean, Catalina, Joan, Benjamín, Oriana, Francesca, Samira, Francesca, Delfina, Facundo, Rebeca; sus hijos políticos: Agustín, Hugo, Luis Gustavo, Adrián, Gustavo, Sergio; sus hijas políticas: Naty, Alejandra y demás familiares y amigos. Sus restos fueron inhumados el 6 de noviembre en el cementerio parque “El Paraíso”.
HUBER ARNOL ARISLUR
Huber Arnol Arislur nació el 4 de octubre de 1936 y falleció el 9 de noviembre de 2020. Padre, abuelo, amigo y un gran trabajador. Nacido en Gonzales Chaves, a los 13 años vino a Tandil en busca de trabajo para poder seguir con sus estudios secundarios y terciarios. Cinco años después logró comprar una casa y traer a su mamá, papá y hermanos menores a vivir con él. Su vida transcurrió entre distintos trabajos: profesor de electrónica, técnico electromecánico en la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires y luego del Conicet dentro del Instituto de Física Arroyo Seco (IFAS) desde su fundación. Una vez jubilado, continuó trabajando como viajante hasta los 80 años, recorriendo todas las semanas distintas partes de la provincia de Buenos Aires. El movimiento y los encuentros sociales eran lo suyo, por eso no se perdía un solo asado con sus compañeros del IFAS, de cada viaje volvía con regalos gastronómicos para familia y amigos, y siempre fue parte de los momentos importante de la familia cumpleaños, recibidas, actos, asados de domingos y fiestas.
Disfrutaba del básquetbol, deporte que jugó hasta los 70 años. Su institución fue la Sociedad de Fomento Unión y Progreso, del cual fue miembro de la comisión directiva.
Javier, Anahí, Inés, Jerónimo, Selene y María lo recuerdan para siempre con mucho amor y felicidad. Porque Huber era así, un tipo con el que se podía contar, muy divertido y con ganas de vivir su vida.
CARLOS MARÍA FERNÁNDEZ
Carlos María Fernández, nació el 9 de mayo de 1943 en Benito Juárez, siendo su mamá María Concepción y su papá Mariano Fernández. Criado en el partido peronista, de dicha ciudad, toda una vida dedicada al trabajo y a su familia, se casó a los 36 años con Stella María Terraza, con quien tuvo sus cuatro hijos: Marisa, Marcos, Daniela y Ariel. Abuelo de tres nietas Daiana, Nicole y Brisa las que disfrutó hasta el último día de partida. Lo recuerdan con mucho amor, fue un hombre como pocos y como nadie. Fue simplemente su papá. Murió a sus 77 años, el 16 de noviembre de 2020 y sus restos fueron llevados al cementerio Municipal.
“Que decirte viejito, Dios te llamó en el momento menos esperado, pero solo él sabrá porqué. Es difícil entender que ya no podamos tocarte, solo sentirte, todos nosotros te vamos a llevar en nuestros corazones. Sé que diste lo mejor de vos en todos estos años y agradezco en las personas que nos convertiste, nos enseñaste hasta en el último momento a valorar la vida, el tiempo. A ser grandes personas. Nos enseñaste a todos a trabajar menos a laburatore, ingeniere recibidi in Italy. Así te recordamos con tus ‘así fue’, ‘así será’, y ‘así nomás’. Con tus peleas con Cristina y el gobierno, con esa sonrisa de zorro que te caracterizaba. Con esos arreglos que duraban toda la vida pero solo vos sabías como los hacías. Tengo tu cuchara de manguera guardada, sé que esa no se va a romper nunca más. Gracias viejo, gracias por tanto amor, por estar incondicionalmente, porque nunca nos dejaste decir papá no estuvo. Fuiste el mejor papá que pudimos tener, y sé que pronto nos volveremos a encontrar. Mientras tanto seremos felices, como vos lo querías. Te mandamos un fuerte adiós y un hasta siempre. Tus hijos, nietas, nuera y yernos, Morrungo (Marcos), Laburatore (Ariel), Marisita y un cachito así nomás (Daniela). Nicoleta, brisita y day, la corta (Mica), el boga (Pablo) y el negro (Walter). Que Dios te cuide y te brinde la paz eterna.
NORBERTO SABARNIK
Norberto Sabarnik nació en La Plata el 25 de octubre de 1936, falleció en Tandil el 10 de noviembre de 2020. Su padre Alberto había llegado en 1912 de Pinsk, (en Rusia, en aquellos años Imperio ruso), su madre Ana (Argentina), su hermana Esther (Kuka) vivieron en La Plata hasta épocas de escuela primaria, luego se trasladaron a La Falda (Córdoba) ya que de chico había tenido asma y la altura y el aire de aquella ciudad le harían bien. Su padre, mecánico, también brindaba servicios de paseos y traslado al turista por aquellos años en la ciudad, su madre trabajó como comerciante o en relación al comercio. Regresaron a La Plata pronto, a la edad de estudiar, la que luego sería su profesión. Ingresó en la Universidad de La Plata y por cuestiones de materias y planes de estudio, una parte la realizó en la facultad de Buenos Aires, trasladándose alternadamente en tren en sus épocas de estudiante, entre ambas ciudades.
Se graduó en 1966, trabajó como odontólogo de manera privada y en relación al departamento de odontología de la policía de la provincia de Buenos Aires. Con su esposa e hijos se trasladó a Tandil, dónde la familia también se agrandó, más, mucho más. Siguió trabajando en la policía de la Provincia de Buenos Aires dentro de su profesión en Tandil hasta trasladarse nuevamente en la última parte de su carrera profesional a La Plata, dónde se jubiló como Jefe del departamento de odontología de la policía de la Provincia de Buenos Aires, después de lo cual, volvería definitivamente a Tandil.
“Querido papá, abuelo, bisabuelo, tío, amigo, Norberto Sabarnik, doctor Norberto Sabarnik, viejito querido, o ‘Chiche’ para todo el mundo, sin importar con quién o el ámbito en el que te encontrarás.Te fuiste muy pronto, tanto que no pudimos despedirnos y tú partida nos costará asimilarla y entenderla. Tu ausencia duele y dolerá por siempre, nos gustaría recordarte más allá del dolor, con una sonrisa, recordar tu gesto de paz, tus besos, tus tres besos, tu hablar sereno, tu voz suave, tu filosofía de vida, tu alegría con la vida. Nos costará tanto aceptar que partiste físicamente que el sentir más frecuente será que, cuando todo esto pase nos volveremos a ver, pero como sabemos que no podrá ser, físicamente, por ahí, será pensar que andas reunido con tantos de tus fieles y queridos amigos, jugando algún pool, ping pong, en el bowling, disfrutando de los asados de todas las semanas en el “taller” con los muchachos de los autos o en la gomería, o quién sabe dónde, por decir algunas de tus rutinas que te hacían tan bien y que de no haber sido por todo esto, hubieras seguido haciendo y quizá hoy estarías con nosotros. Has vivido una linda vida, pero cuanto más tenías para dar y acompañar a todos. Te queremos mucho y será muy difícil recordarte sin soltar una lágrima o sentir un nudo en la garganta y un golpe en el pecho, como se siente ahora. Pero así es, solo pedir que estés en paz. Acá nos faltarás, pero trataremos de escuchar tus palabras y tu forma de ver la vida cuando haya algo que nos gustaría hablar con vos, porque siempre era buena tu mirada y tu manera de tomar las cosas. Gracias. Te queremos. Beso, beso, beso”.
NORBERTO OMAR CORREA
Omar Correa nació en Capital Federal el 19 de abril de 1940 donde vivió junto a su hermana mayor Elba, su mamá Lucía y su papá Carmelo. Cuando tenía 4 años se trasladaron a Tandil donde cursó su educación primaria en la Escuela 11 y compartió su infancia con su amigo y vecino ‘Caito’ Aguerralde.
Ya de niño comenzó a trabajar. Su primera tarea fue en un bar en la calle Colón donde recibía pedidos telefónicos de taxis y luego se acercaba a la estación de Ferrocarril a dar aviso a los taxistas. A los 14 años trabajó como repartidor de leche en un carro tirado por un caballo y esto le permitió recorrer gran parte de la ciudad.
Fiel amante del fútbol e hincha de San Lorenzo despuntó el vicio atajando en el Club San Martín en la liga local, club donde también tuvo mucha participación social a lo largo de su vida.
A los 16 años ingresó en Metalúrgica Tandil donde se desempeñó por 43 años y conoció muchas personas e hizo muchos amigos. Siempre iba en bicicleta a trabajar sin importar el horario o el clima, primero en la planta de Villa Laza y luego en la fábrica de calle Figueroa.
En 1973 estudió abogacía en la Universidad Nacional de La Plata con sus amigos Vidal y Lopinto pero no pudo continuar la carrera por cuestiones laborales. En 1974 conoció a Yolanda con quién se casó el 5 de febrero de 1977 en la Iglesia Santa Ana. En 1978 nació su hija María Inés y dos años después su hijo Marcelo. Luego de trabajar todo el año, se tomaba un descanso junto a su familia y en enero pasaban algunos días de vacaciones en Mar del Plata donde aprovechaba para visitar a su amigo Giai en la feria de artesanos.
Siempre disfrutó de la caminata y salidas y encontrarse a conversar con amigos o conocidos aunque lo que más le gustaba eran los viajes de pesca. Sus compañeros de viaje eran Domingo Bello, Carlos Abad y su mejor amigo Daniel Urraco a quien visitaba habitualmente y con quien tuvo una hermosa amistad.
Ya jubilado participó en varias ediciones de los torneos Abuelos Bonaerenses en juegos de cartas, voley y sapo. En una ocasión compartió un viaje a Mar del Plata junto a su esposa y compañeros de equipo.
Su primera nieta se llama Lucía, igual que su mamá, y nació justamente el día posterior a su cumpleaños número 70. En 2011 nació su segunda nieta Delfina y un año más tarde su tercer nieto Mateo.
Omar fue un hombre familiero, con mucha paciencia, activo y tranquilo a la vez, muy responsable, honesto, trabajador, solidario y siempre de muy buen humor pero sobre todas las cosas una excelente persona.
LUIS GUILLERMO CONFORTI
Llegó al mundo el 12 de abril de 1957, en la Escuelita Rural frente a la estación de Estomba. Contaba que una partera arribó a caballo para asistir a la abuela Elsa. Su papá, Luis Alonso, jefe de estación del FFCC Argentino y su hermano menor, Víctor, completan el cuadro familiar de aquellos años en el sur de la provincia de Buenos Aires.
El Ferrocarril llevó a la familia primero a Sierra de la Ventana, donde estudió en el Instituto Fortín Pavón de Saldungaray, del que siempre habló con mucho cariño, como así también de sus primeros trabajos, asistente del camping y Cady en el golf.
Para mediados de los 70 se radicaron en la localidad de Villa Cacique, en donde entre los diversos trabajos, realizó el tendido de gas natural y hasta proyectó cine. Pero fue el ingreso al Banco Comercial del Tandil el que dio inicio a su amado oficio, que lo marcaría para siempre y en donde conoció a su compañera de vida, María del Rosario Iturburúa. En 1981, dieron el sí ante familiares y amigos que los acompañaron en ese soleado día. De aquel hermoso encuentro, están muy orgullosos sus hijos Diego Martín y María José.
Los años 90 encontró a la familia mudándose a la localidad de General Madariaga. Allí pudo estar y disfrutar de algo que tanto amaba, el mar. Fue un gran nadador de aguas profundas, un gran pez. La familia nunca olvidará esperar la hora de la salida del banco para subirse al glorioso Renault 12 e instalarse en la playa a tomar mates, respirar y apreciar la caída del sol.
Amante de la naturaleza y aventurero, conoció casi toda la Argentina, ruteando y de camping con su mujer de copiloto.
Su pasión fue el fútbol que lo tuvo como arquero, en la defensa, haciendo memorables goles de cabeza, o alentando a su glorioso River Plate. Desde niño, se rodeó de amigos y compañeros, muchos clubes lo vieron pasar y jugar hasta que le dio el cuerpo en el Senior.
En el 2000 lo encontró respirando nuevamente aires serranos, y ya trabajando en el Banco Nación. Las localidades de María Ignacia (Vela) y Villa Cacique saben que lo dio todo, se formó y disfrutó de ese rol que tanto merecía.
Los domingos, la radio, las carreras, los partidos, el patio, las mascotas, su jardín, ese hogar que fue el punto de encuentro de tantos amigos, lo van a extrañar muchísimo.
“Luis, Luisito, papá, pá!, tu vida fue dar al mundo lo mejor de vos, a tu familia, a tus padres, a quienes cuidaste hasta sus últimos días, en tu trabajo, en el fútbol, en tu Villa Cacique querida. Siempre una sonrisa, una broma, una palmada. También fuiste justo y frontal cuando algo no era correcto. Con tu humildad abriste todas las puertas que estaban a tu alcance para vernos volar por nuestros sueños, nos cuidaste de cerca para darnos aliento y para abrazarnos al llegar a las metas. Nos hiciste fuertes y sensibles a la vez. Cuidaste a mamá con un amor que no tiene valor, se viajaron todo y fueron un ejemplo de dupla compinche y aventurera, la vamos a cuidar tanto como lo hiciste vos. A pesar del dolor inmenso que significa tu ausencia estamos unidos por tu espíritu valiente, sos ahora nuestra estrella guía y nuestra protección. Florece en nosotros todo lo que sembraste y vivís para siempre en cada rinconcito de nuestra vida. Te amamos para siempre papá. Rosario, Martín y María”.