Necrológicas
JULIO ARGENTINO ROCA (EL PATO)
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Nació en Tandil el 28 de octubre de 1938, y era hijo de Julio A. Roca y Lucía Ibarguengoitía. Su infancia transcurrió junto a sus padres y su hermano, en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires llamado La Dulce. Cursó sus estudios secundarios en el colegio San José de Tandil.
Egresó con honores de la Universidad de Buenos Aires como médico con especialidad en traumatología. Ejerció en el Hospital Vicente López, la clínica Olivos y el Hospital Italiano. Se trasladó a Tandil, donde continuó desarrollando exitosamente la medicina. Fundó, junto a dos socios, una de las clínicas de traumatología y ortopedia más importantes de la ciudad.
En 1974, se casó con María Teresa López de Armentia, con quien formó una familia. Juntos tuvieron tres hijas: Lucrecia, Lucila y María Julia.
Apodado “Pato” por sus amigos, fue un personaje único y muy querido. Divertido, ocurrente, alegre. No había reunión que fuese aburrida con su presencia.
Dueño de un gran corazón desinteresado, siempre estuvo al servicio de los demás. Fue generoso con su familia, sus amigos, sus pacientes y con todo aquel que se cruzase en su camino.
Los últimos años de su vida los dedicó a su familia, en especial a sus nietos, a quienes divertía con sus disparatadas anécdotas de vida.
Julio fue un tipo auténtico, que supo sacarle el jugo a la vida, encarando todos sus proyectos con pasión y humor, dos cualidades que siempre lo caracterizaron.
Se despidió de esta vida el 5 de febrero de 2021, no habiendo pasado desapercibido, sin pendientes y con la fortuna de haber podido amar y ser amado profundamente.
DORA MARÍA CASALLA
Dora María Casalla nació hace 80 años, el 22 de agosto de 1940, en el campo “El Pensamiento”, en De La Canal. Vivió su infancia y adolescencia con la familia Azcue. A sus 20 años, se mudó a Tandil junto a sus hermanos y madre.
Luego se casó con Carlos Mazzone, a quien dedicó su tiempo de charlas, compañerismo y viajes. Fruto de ese amor nació Nicolás, que la llenó de más amor y alegría. Con el tiempo llegaron los nietos Juan Cruz y Laureano, que no dejaban una sola mañana de ir corriendo a su casa para abrazarla y saludarla, y robarle algún caramelo o galletitas, mimándolos y respondiendo con una visita de ida y vuelta a verlos.
Sus sopas incomparables y esa salsa de pollo difícil de copiar. Compartiendo almuerzos y meriendas en el patio con mates, y siempre había un lugar en su cama, alguna que otra noche, para que sus nietos se quedaran a dormir. Siempre un comentario pícaro y algún que otro secreto para con Ana, su hija política, a quien recurría en complicidad. Fue una madre dedicada, excelente amiga y esposa, y una abuela cariñosa.
El mediodía del 5 de febrero de 2021, cuando decidió partir, fue muy triste e inesperado. Pero nunca empañará los recuerdos tan hermosos que dejó en cada uno de los integrantes de esta pequeña gran familia.
“Te extrañamos mucho y no nos resignamos a no verte caminar por el jardín. Siempre estarás en nuestros corazones y cuando pase este amargo trago de tu partida, quedarán todos los recuerdos y anécdotas hermosas que son muchas y felices. Hasta siempre”.
“Gracias Abue por todo lo vivido juntos, te voy a extrañar mucho”, escribió su nieto Juan Cruz.
ALEJANDRO DAMIÁN FONSECA
El pasado martes 16 de febrero, con 40 años de edad, falleció Alejandro Damián Fonseca, dejando tristeza y dolor en sus familiares y amigos.
Alejandro había nacido el 6 de agosto de 1980, en Tandil, y empezó su vida laboral a temprana edad, por circunstancias difíciles de la vida.
Con la llegada de su gran amor y la formación de la familia, sostenido por seres queridos, pudo retomar su sueño de hacer una carrera terciaria, de visitador médico, y posteriormente un profesorado en informática.
Tiempo más tarde, pudo trabajar como docente en distintos establecimientos de Tandil y Azucena, rodeándose de gente muy amable que hoy en día acompaña a la familia doliente.
Dedicado a su familia incondicionalmente, a su hijo y esposa, dejó un legado que quedará en sus corazones para siempre.
“A pocos días de tu partida nos encontramos desconcertados, viajando en la inmensidad que nos deja hoy tu vacío. Eras simple, buena gente, especial, simplemente vos. Nos quedaron muchos ‘te amo’ por decir, que ahora irán acompañados de muchos ‘te extraño’. Muchos sueños y proyectos, viajes y momentos que inconclusos con tu tan temprana partida. Guíanos siempre, Gordi. Tu esposa, tu hijo Valen, familiares y amigos”.
ROBERTO ÁNGEL BLANCO
Roberto Ángel Blanco nació en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, el 16 de mayo de 1944. Era el hijo menor de Demetrio Blanco (f) y María Lamacchia (f). A los 3 años, junto a sus padres y sus hermanas Angélica y Ester, vino a vivir a Tandil, ciudad donde pasó toda su vida.
Cursó la primaria en la Escuela 5. Luego estudió folclore y se recibió de profesor. Formó parte de “Los Coshpas”, con su guitarra y su voz incomparable. Amaba bailar folclore, disciplina que practicó desde su adolescencia hasta sus últimos días. Su pasión le permitió cosechar muchos amigos, porque sembró una vida honesta, no esperando nada a cambio.
En el año 68 se casó y fruto de ese matrimonio nacieron sus únicos hijos Roberto Gabriel y Gabriela Vanina. Ellos fueron “su orgullo”, junto con sus nietos Facundo y Uzías. Supo ser un ejemplo de amor y de perdón.
Abnegado y esforzado, trabajó desde los 8 años y hasta un mes antes de su partida lo siguió haciendo, porque él no conocía otra forma de progresar. Supo tener dos o tres trabajos para mantener a su familia y también para salir victorioso de diferentes situaciones que la vida le presentó.
Supo perdonar, amar y entregarse a los demás, porque según él “de esta vida no nos llevamos nada, sólo las relaciones que construimos”.
“Amó y también fue muy amado, y por eso dejó un dolor profundo en nuestros corazones cuando el 10 de febrero de 2021 su Creador lo llamó a su morada eterna, donde ya no hay más tristeza, ni dolor, ni maldad, ni envidia, sino paz y gozo, por haber alcanzado la meta y haber ganado la carrera de la vida. Sólo se adelantó a nosotros y un día lo volveremos a ver.
El vacío de su partida sólo lo llenamos con esta esperanza que no nos va a defraudar. Es por eso que llevamos su recuerdo con mucho amor en nuestro corazón y continuaremos sus pasos de integridad, honestidad, mansedumbre y amor. Sólo es un hasta luego”.