D’Angelo fue sometido a peritajes médicos que determinarán si era el conductor del auto del accidente fatal
Al igual que hiciera cuando se apersonó al Juzgado para pedir la eximición de prisión mientras le allanaban la propiedad para secuestrar el VW Bora en su casa de Montiel al 600, ayer, cuando la policía lo buscaba con órdenes de allanamientos bajo el brazo, Sebastián D’Angelo se presentó en la Seccional Primera.
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A las 8 de ayer, el hombre que no había dejado rastros sobre su paradero tras aquel procedimiento que terminó con el secuestro de su vehículo, ingresó a la comisaría de Fuerte Independencia y fue notificado sobre las sospechas que recaen sobre él en torno al accidente de Marconi y Roca, donde perdiera la vida Romanela Ruiz Sánchez, tras embestir de frente con su moto contra el lateral izquierdo del Bora gris que giró temerariamente hacia la izquierda en plena esquina.
La notificación en cuestión no implica necesariamente que haya quedado imputado por el luctuoso suceso. Se trata de la información que la Justicia le hace sobre el caso para poder ser sometido a exámenes físicos y, principalmente, para extraerle sangre.
La diligencia médica no es casual. De los peritajes en rastros realizados en el habitáculo del Bora se recogieron muestras de sangre, las que ahora serán cotejadas con la extraída a D’Angelo, lo que permitiría indubitablemente certificar si él era el que conducía el auto de la tragedia, o no.
Signos visibles
Un dato revelador que invita a especular que se está en el camino correcto. Los investigadores sospechaban que el ocupante del coche podría tener alguna señal visible, una lesión facial, a partir de las consecuencias del fortísimo impacto de la moto contra la puerta delantera izquierda del auto (la del conductor), siendo que estalló el vidrio.
Efectivamente, según trascendió de los uniformados que lo entrevistaron al sospechado, en la zona de su ojo izquierdo evidenciaba una lesión superficial que podría condecirse con aquella situación de la colisión.
A pesar del avance en la pesquisa, la prudencia reina en los investigadores. Si bien resultó alentador desentrañar el paradero del auto, primero, e identificar al conductor después, se encargaron de subrayar que aún restan diligencias y principalmente resultados peritales, para confirmar las dos cuestiones, léase la del rodado y del automovilista.
Como oportunamente se informó, las incesantes versiones (principalmente vía redes sociales) sobre quién conducía llevaron a especular sobre la presencia de una mujer, por aquello de los cabellos rubios que, en verdad, en el expediente ningún testimonio alude a ello.
Sí, confiaron, los peritos recogieron cabellos de las citadas características, lo que no necesariamente implica que tuvieran que ver con que una mujer estaba dentro del auto ese día y a esa hora. Tranquilamente podían ser rastros de otros tiempos.
Sobre la participación de D’Angelo, se insistió con mesura que apenas fue notificado de la causa que se le sigue y las sospechas que lo miran, pero que aún no sería citado a declarar en carácter de imputado hasta tanto se cuente con aquellos elementos probatorios (resultados peritales) que acrediten su participación.
Se dijo al respecto que ante la ausencia de los lugares habituales del sospechado, desde fiscalía se solicitó una serie de allanamientos para dar con su paradero y así poder ser sometido a la revisión médica requerida. Contando con datos concretos de dónde podría haberse recluido (tal vez la motivación de su cambio de residencia responda al escrache que se vivenció días pasados en la finca de Montiel), el juez de Garantías José Alberto Moragas había dado el visto bueno. Pero finalmente no fue necesario porque el mismo buscado de presentó voluntariamente -y empujado por las circunstancias- a la comisaría.
Sobre el juez Moragas, vale consignar que también debió resolver sobre el anticipado pedido de eximición de prisión hecho por el abogado del buscado, el doctor Marcelo Argeri.
Al respecto se confió que el juez no hizo lugar a la “ambigua” petición, siendo precisamente que aún la instrucción no imputó a nadie sobre el hecho. Una vez que el fiscal impute y pida la detención (eventualmente de D’Angelo) el magistrado evaluará aquella eximición presentada por el letrado.
Ahora, explicaron las fuentes consultadas, solo resta reunir paciencia por el aguardo de los resultados de los peritajes. Primero, sobre si efectivamente -como se cree- el Bora secuestrado es el que intervino en el choque fatal. Segundo, si el patrón genético hallado en el asiento del conductor de aquel auto coincide con el de D’Angelo. De resultar positivos los resultados, el nombrado será imputado por el delito de “Homicidio culposo agravado”, un delito que prevé penas de prisión de 3 a 6 años.
El choque
Según pudo reconstruir la pesquisa con el paso de las horas y el curso de la instrucción sobre cómo ocurrió el choque, se especula con que el auto que circulaba por la avenida Marconi en dirección al centro habría disminuido la velocidad arribando a Roca, donde se abrió hacia la derecha para luego girar (indebidamente) hacia la izquierda mirando hacia Roca, instante en que se produjo la colisión con la moto que venía en el mismo sentido de circulación.
La investigación entiende que el conductor del auto, sin percatarse si alguien venía circulando detrás, decidió hacer una imprevista e imprudente maniobra girando a la izquierda hacia la dirección de Roca, sorprendiendo a la motociclista que impactó con su moto de frente, de forma perpendicular (los daños se observaron en la horquilla y rueda del motociclo) sobre la puerta lateral izquierda del auto.
Tras el choque, el conductor siguió lentamente la marcha por calle Roca, donde incluso unos metros pasando la esquina con la avenida se detuvo hasta que se escapó de la escena
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