El fiscal pidió que Facundo continúe preso y la defensa que el fuero civil lo ubique en otro lugar
Ayer el TOC 1 retomó la singular audiencia que resolverá la suerte de Juan Facundo Fernández, el autor del matricidio, declarado inimputable por el que ministerio público fiscal y defensa alegaron sobre dónde debe permanecer para continuar con su tratamiento psiquiátrico.
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Tras lo que se ventiló en las audiencias, que no varió sustancialmente a lo que ya se había plasmado en el propio expediente más allá de contar con la particularidad de que el propio Fernández quiso exponer y exponerse frente a los jueces para contar su verdad, el fiscal Gustavo Morey consideró que más allá de la desnudada precariedad del servicio penitenciario y frente a un cuadro psiquiátrico que no ha variado con su respectivo riesgo inminente para sí y para terceros, el lugar donde debe permanecer es donde hoy está: el pabellón de psiquiátricos de la Unidad 38.
El defensor oficial Diego Araujo, en tanto, entendió que bajo el mismo diagnóstico trazado por el ministerio público, y a sabiendas del deficitario tratamiento y seguimiento que se puede hacer desde la unidad carcelaria, el joven puede ser derivado a otro centro de salud mental acorde a sus necesidades. Tanto en el ámbito público como privado, por el cual paralelamente se están haciendo gestiones civiles para que corra la obra social de su abuela y tía materna en la pretendida internación privada.
Antes de escuchar los alegatos, vía videoconferencia se entrevistó a peritos psicóloga y psiquiatra, respectivamente, que integran el gabinete forense del Servicio Penitenciario, quienes como lo habían postulado las colegas que ya atestiguaran, coincidieron en que el cuadro de Facundo obliga a un tratamiento riguroso, a un seguimiento terapéutico y afectivo porque aun su favorable evolución demostrada, la ideación delirante está presente e implica un riesgo inminente porque el ambiente se le torna hostil. Aclarando precisamente que con la contención y el tratamiento recibido dicho riesgo disminuye.
Las especialistas también no dejaron de destacar que se trata de una persona con muchos recursos (intelectuales) para trabajar en su problema mental, por lo que reconocieron que la falta de recursos humanos en el servicio penitenciario no ayuda a que su evolución sea más efectiva.
A preguntas de la defensa aceptaron que Facundo podría seguir fuera del servicio penitenciario pero bajo internación, en un lugar cerrado y con supervisión permanente a partir de su esquizofrenia paranoide, tal se definió su diagnóstico.
He aquí el nudo del entuerto y las posturas de las partes. Para el fiscal no hay infraestructura ni garantías que en otro sitio por fuera del servicio penitenciario se puede continuar con el tratamiento. La defensa, en cambio, sí lo cree posible y de hecho peticionó en su alegato al tribunal que la causa sea remitida al fuero civil, más precisamente al Juzgado de Familia, considerando que será el ámbito acorde para que se resuelva cuál será la mejor estadía para que Facundo se trate y mejore.
Acusación
El fiscal Gustavo Morey primeramente debió hacer un repaso sobre los hechos ventilados que hicieron a que se arribara a esta instancia. La instancia en que detalló sobre el homicidio, lo que provocó el quiebre en llanto de las tías que estaban presentes, para luego referirse a los antecedentes violentos que Facundo protagonizó antes del crimen, corroborados por testigos varios, lo que lo llevó a concluir en que todos coincidieron en que el peligro persiste, el riesgo que representa el cuadro está latente. “Es una persona de riesgo para sí y para terceros”, aclararon.
A la hora de abordar lo que a todas luces es la clave del debate, acerca de cuál es la medida de seguridad a aplicar, el fiscal fue tajante con que no hay “mayores alternativas” y marcando una velada crítica al vacío que hay entre lo que establece y pide aplicar la ley de Salud Mental y la cruenta realidad. La citadas normas hablan de un tratamiento ambulatorio, instancia que la propia familia reconoció que no es posible. Allí citó palabras textuales del propio padre en la sala: “No es un nene al que hay que darle un mejoralito”, en alusión a lo difícil que les resultó que Facundo siguiera el tratamiento antes de que se arribara a la terrible tragedia.
Fundando su alegato en que el mejor lugar, dentro de la precariedad que comprueba el sistema, sigue siendo la Unidad 34, mencionó que los profesionales confiaron en que en el pabellón siguen los lineamientos de la ley de Salud Mental y los talleres a los que Facundo participa, fomenta y promueve son prueba de ello.
Morey no dejó de subrayar una paradoja sobre la discusión ventilada. En medio de las carencias denunciadas de la unidad carcelaria, el propio Facundo se mostró entusiasmado en ser un militante de la institución para bregar por mejoras para todos los internos, incluso proponiendo e impulsando propuestas lúdicas, recreativas, más allá de lo que establecieron las autoridades penitenciarias.
Tampoco dejó de mencionar el fiscal que el mismo Facundo fue quien en el cuarto intermedio entre las audiencias prefirió volver a la cárcel y no alojarse en el Centro de Salud Mental del Municipio que, como se detalló, dijo haber tenido allí una mala experiencia y cuestionó el tratamiento que le concedieron.
Sobre el tiempo de internación carcelaria que debería imponerse, Morey se limitó a señalar sobre la proporcionalidad del delito cometido, estadía que dependerá del tratamiento y la evolución del mismo.
“No se contempla
el encierro”
El defensor Diego Araujo, a su turno, fue contundente al contradecir al fiscal y alegar que la ley de Salud Mental no contempla un tratamiento de régimen cerrado, enfatizando que se falló antes y ahora con el diagnóstico que se expone sobre Facundo. Para el abogado no hay certezas al respecto.
También se diferenció en que a su entender no hay persistencia en el cuadro y que también está una familia detrás como garante de la situación que debe afrontar Facundo.
Araujo coincidió en que la discusión versa sobre el lugar de internación y allí puso en crisis “los beneficios” que postuló el fiscal respecto a la unidad 38, señalando que el progreso de Facundo fue por su propia personalidad. El fue el gestor, el militante que permitió mejorar su estadía a través de propuestas para actividades recreativas dentro del penal.
No dejó de sentenciar sobre el, al menos, deficitario servicio penitenciario, que quedó en evidencia para con Facundo en lo que fue su traslado (antes de venir al juicio pasó por la unidad de Alvear, después Azul y más luego en Barker hasta llegar a Tandil), lo que a todas luces es ilegal.
En síntesis, Araujo consideró que no es posible que Facundo permanezca donde está y que se remitan las actuaciones al fuero civil, para que el Juzgado de Familia sea quien controle y vele por el seguimiento del tratamiento e internación de Facundo fuera del Servicio Penitenciario.
“Solo quiero un trato digno”
Cerrando la audiencia al aguardo del veredicto del Tribunal, a conocerse la semana próxima, se le concedió otra vez la palabra a Facundo Fernández, quien retomando aquel relato ilustrativo y crítico, dijo que “yo no voy a hacer otra locura como la que hice. Antes no tenía con quién hablarlo, pero ahora si me pasa algo lo hablaré con alguien”.
Reconociendo su situación psíquica, dijo estar dispuesto a tratarse y que “estoy aceptando el juego. Estoy cediendo… espero que cedan un poco conmigo”. Para volver a pedir cual clemencia por un “trato digno” en el lugar de internación que sea, donde “un psicólogo y psiquiatra me vean”.
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