Por 30 litros de nafta, se suspendió la pericia mecánica
Cual paradoja del reclamo ciudadano y la realidad judicial, una insólita -como triste- situación se conoció ayer en el marco del expediente que busca determinar la responsabilidad penal de quien resulte el conductor del auto que cometió una irregular y temeraria maniobra en plena avenida Marconi que derivó en el choque que terminó con la vida de Romanela Ruiz Sánchez.
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Es que la investigación demandaba la participación de un perito mecánico en pos de esclarecer la participación del auto secuestrado oportunamente, especialista que el departamento judicial no cuenta y obligó a gestionar en otras cabeceras. Finalmente se acordó por un perito de Mar del Plata quien, para practicar su labor requirió que gestionen 30 litros de nafta para lo que resulte su traslado. Pero dicho dinero no llegó y el peritaje que debía realizarse hoy fue suspendido hasta nuevo aviso.
En efecto, hace semanas desde la fiscalía interviniente se había solicitado la participación de un perito mecánico cuya tarea entre los rodados involucrados (auto y moto) permitiría contar con más elementos en pos de dar por hecho que el Volkswagen Bora color gris es efectivamente el que estuvo involucrado en el incidente vial.
Tras una serie de gestiones y deliberaciones entre el Ministerio Público y la Corte Suprema se determinó que esta última debía hacerse cargo de los 30 litros de nafta para el traslado del perito, dado que el profesional pertenece a la Asesoría Pericial.
Pasaron los días, las horas y cuando se arribó a la fecha para realizar la pericia, lo que demandaba incluso convocar a las partes (defensa, particular damnificado, y el hasta aquí señalado como posible conductor del auto en cuestión) los agentes judiciales se anoticiaron que el perito no podía venir ya que no se le había otorgado el dinero pautado para el traslado de Mar del Plata a la ciudad.
La frustración judicial no hace más que alimentar la indignación ciudadana que, en este caso, precisamente se movilizó ya en dos oportunidades precisamente bregando por la celeridad en la causa que permita dar con el responsable de la maniobra negligente que mató a Romanela.
Otras novedades
Así las cosas, ahora deberá aguardarse por una fecha que permita el traslado del perito y con él realizar el informe mecánico necesario para dar por confirmado que el auto secuestrado es el que participó del siniestro.
En el mismo contexto, surgió una novedad más alentadora en pos de allanar ese camino que le permita a la investigación contar con pruebas firmes. Informalmente llegó a manos de la instrucción conclusiones del peritaje de rastros realizado en Azul, que determinó que se halló en la puerta averiada del auto una pintura de las mismas características de la moto en la que circulaba la víctima fatal, elemento que en el mismo sentido que el demorado peritaje mecánico corroborará sin dudas sobre el coche.
El cotejo de ADN
En otro orden de informes necesarios, también se confirmó que las manchas recogidas en el asiento del conductor efectivamente son rastros de sangre, los que ahora serán cotejadas con la muestras extraídas a Sebastián D’Angelo, quien se presentó tras una intensa búsqueda en la Justicia y se dijo responsable del auto buscado. De hecho, el rodado fue encontrado en su propiedad de calle Montiel al 600.
Sobre el resultado que determinará si efectivamente D’Angelo era el conductor de la imprudente maniobra, deberá aguardarse al menos dos meses para que desde la Asesoría Pericial se trabaje en el caso, algo que estoicamente los familiares de Romanela ya habían sido anoticiados por el propio fiscal en su reciente entrevista en la sede judicial, en pos de conocer avances en el expediente.
Sobre la participación de D’Angelo, cabe consignar sobre un dato revelador que invita a especular que se está en el camino correcto. Los investigadores sospechaban que el ocupante del coche podría tener alguna señal visible, una lesión facial, a partir de las consecuencias del fortísimo impacto de la moto contra la puerta delantera izquierda del auto (la del conductor), siendo que estalló el vidrio.
Efectivamente, según trascendió de los uniformados que lo entrevistaron al sospechado, en la zona de su ojo izquierdo evidenciaba una lesión superficial que podría condecirse con aquella situación de la colisión.
A pesar del avance en la pesquisa, la prudencia reina en los investigadores. Si bien resultó alentador desentrañar el paradero del auto, primero, e identificar al conductor después, se encargaron de subrayar que aún restan diligencias y principalmente resultados peritales, para confirmar las dos cuestiones, léase la del rodado y del automovilista.
Ahora, explicaron las fuentes consultadas, solo resta reunir paciencia por el aguardo de los resultados de los peritajes. Primero, sobre si efectivamente -como se cree- el Bora secuestrado es el que intervino en el choque fatal. Segundo, si el patrón genético hallado en el asiento del conductor de aquel auto coincide con el de D’Angelo. De resultar positivos los resultados, el nombrado será imputado por el delito de “Homicidio culposo agravado”, un delito que prevé penas de prisión de 3 a 6 años.
El choque
Según pudo reconstruir la pesquisa con el paso de las horas y el curso de la instrucción sobre cómo ocurrió el choque, se especula con que el auto que circulaba por la avenida Marconi en dirección al centro habría disminuido la velocidad arribando a Roca, donde se abrió hacia la derecha para luego girar (indebidamente) hacia la izquierda mirando hacia Roca, instante en que se produjo la colisión con la moto que venía en el mismo sentido de circulación.
La investigación entiende que el conductor del auto, sin percatarse si alguien venía circulando detrás, decidió hacer una imprevista e imprudente maniobra girando a la izquierda hacia la dirección de Roca, sorprendiendo a la motociclista que impactó con su moto de frente, de forma perpendicular (los daños se observaron en la horquilla y rueda del motociclo) sobre la puerta lateral izquierda del auto.
Tras el choque, el conductor siguió lentamente la marcha por calle Roca, donde incluso unos metros pasando la esquina con la avenida se detuvo hasta que se escapó de la escena.
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