Un grupo de delincuentes ingresó a un complejo de cabañas y mantuvo de rehén a su cuidador
El hecho ocurrió en “Las Nazarenas”. El hombre fue golpeado, maltratado y lo dejaron atado a un poste. En la casa principal había dos mujeres en sus sillas de ruedas, a las que no lastimaron. Recorrieron las instalaciones buscando dinero que no hallaron. Antes de huir, mojaron todo el lugar y dejaron una canilla abierta para que no queden rastros que permitan a Policía Científica tomar alguna huella.
Un importante hecho delictivo ocurrió en un complejo de cabañas, que actualmente no se encuentra funcionando y está a la venta, situado en calle Azucena 2300, denominado “Las Nazarenas”.
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Osvaldo Esteban Curuchet, de 53 años de edad, hace dos años que trabaja y vive en el lugar, donde también residían hasta ayer, en la casa principal, Estela Alicia D’Amato (67) y su madre Olga Teresa González (97), quienes a raíz del hecho de inseguridad sufrido decidieron mudarse.
Curuchet fue el que peor la pasó porque fue a quien más atacó un grupo de personas, entre cinco y ocho, según lo que declaró, que ingresó al predio de seis hectáreas buscando dinero y se terminó llevando cosas de menor valor.
El Eco de Tandil habló con la víctima, quien narró que “eran las 21 del pasado jueves y comencé a sentir ladrar al perro. Me llamó la atención y pensé ‘debe andar alguien’ porque no es de ladrar. Para revisar qué era lo que estaba pasando, fui hacia mi auto a buscar la linterna y ahí me encontré con un grupo de personas que me querían agarrar”.
Recordó que “vi que traían barretas y armas, pude forcejear con algunos de ellos al lado del auto y me escapé y llegué hasta unos 30 metros antes de la casa principal donde estaban las mujeres, pero no pude entrar porque me caí. Fue en ese instante que me pegaron con la barreta cerca del ojo, en la parte de atrás de la cabeza y de los golpes, me dejaron un chichón en el sector izquierdo de la frente”.
Lo ocurrido hasta acá es el principio de la odisea que le tocó vivir y que lo tuvo como protagonista de esta violenta historia. “Me sacaron los cordones de la zapatilla, me ataron las manos y me dejaron entre la casa donde vivo yo y la principal. Ahí estuve un rato, me querían dejar boca abajo y les dije que no porque no podía respirar, además me apoyaban un arma sobre el costado derecho del cuerpo”, dijo.
La denuncia fue radicada en la comisaría Segunda, cuyos efectivos se acercaron al lugar tras recibir el llamado por parte del damnificado.
“No mires, porque te matamos”
La banda delictiva estuvo alrededor de media hora recorriendo las distintas dependencias que tiene el complejo compuesto por cuatro cabañas, la casa principal y la vivienda para el cuidador.
Al regresar hacia donde estaba Curuchet, quien siempre estuvo con vigilancia, el trato recibido no fue para nada bondadoso. “Cuando volvieron me dijeron que no los mire porque me iban a matar, me hicieron arrodillar y me dejaron otro rato largo más en esa posición. Por suerte a las dos mujeres que están en silla ruedas no las golpearon, ni las lastimaron. Sólo les quedó el susto por lo que tuvieron que vivir”, señaló.
Precisó que “posteriormente, en la galería que hay en el lugar me dejaron atado a un poste con una soga de una hamaca paraguaya y huyeron”.
Robo
Si bien el grupo de delincuentes buscaba efectivo, según la declaración formulada por Curuchet en la comisaría Segunda, que intervino en el hecho por corresponder a la jurisdicción, sólo se determinó el faltante de un teléfono celular de una de las mujeres, otro celular del cuidador, una escopeta calibre 20 antigua y la billetera de Curuchet conteniendo 200 pesos en su interior. Cabe señalar que posteriormente los teléfonos fueron encontrados, por lo que los delincuentes lo único que lograron fue que no dieran rápido aviso a las autoridades policiales.
En cuanto a Estela Alicia D’Amato y Olga Teresa González, en la mañana de la víspera, se mudaron a otro lugar de la ciudad ya que “pasaron un pésimo momento y estaban con miedo por la posibilidad de que pudieran regresar los delincuentes por más”.
“No me meto con nadie y me cag… a palos”
De repente el silencio se apoderó nuevamente del complejo “Las Nazarenas”, dando un indicio que del lugar los delincuentes se habían marchado. Tras una espera que se prolongó por varios minutos, Osvaldo Curuchet comenzó a mover sus manos hasta lograr desatarse y así liberarse de la soga que tenía también en sus pies. “No sé cómo hice, pero me desaté y me fui hasta lo del vecino. Desde ahí llamé a la policía y llegaron efectivos de la comisaría Segunda”, explicó.
Como si no pudiera quitárselo de su cabeza, repetía “me preguntaban si las mujeres tenían plata y les dije que si tenían sería en el banco, no en la casa”.
Agregó que “creo que me estaban esperando detrás de mi casa y sabían que a las 21 voy para ese sector y empiezo a alumbrar. Sabían los movimientos. Por suerte, a las mujeres no les hicieron nada, sólo les quedó el susto por lo vivido”.
Remarcó que “antes de que se fueran, mojaron todo el lugar y dejaron una canilla abierta que, según lo que comentó Policía Científica, lo hicieron para borrar huellas. Igual se llevaron para analizar un cinto que también utilizaron para atarme”.
Hospital
Debido a las lesiones sufridas, Curuchet pasó por el Hospital Ramón Santamarina aunque no quedó del todo conforme. “Me llevaron a la guardia, estuvimos con el policía alrededor de media hora y no me atendieron. Así que nos fuimos hasta la comisaría a realizar la denuncia y luego regresamos. Me hicieron placas y supuestamente tengo una fisura, pero recién este lunes tengo que volver para saber los resultados porque no había médicos”.
“Pensé en irme”
Visiblemente consternado por lo que le tocó vivir dijo, entre lágrimas, que “ahora quedé solo en este lugar, no sé hasta cuándo. Es la primera vez que me pasa algo así y tras lo sucedido, pensé en irme. Pero bueno, ya pasó. Es mi trabajo y tengo que seguir, si no cómo hago. Me da mucha pena porque no me meto con nadie y me cag… a palos, me apoyaron un arma de fuego todo el tiempo y estoy muy mal, pero ya pasó. Buscaban plata, pero no se llevaron nada porque acá plata no hay. No sé quien les pasó el dato”.
Por último, expresó que “mis amigos me dicen que no volverán porque ya revisaron todo y no encontraron nada, pero a uno le queda esa fea sensación de haber sido atacado por estos delincuentes”, concluyó.