Beatriz Fernández, la exconcejal que fue testigo de las gestiones de Julio Zanatelli y de Miguel Lunghi
La concejal mandato cumplido Beatriz Fernández, en su rol de opositora al Gobierno, fue testigo de las gestiones de Julio Zanatelli y de Miguel Lunghi, dos intendentes con una impronta que marcaron la historia política de la ciudad.
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La exedil hizo su debut en el legislativo en 1995 y dos años después fue designada presidenta del Concejo Deliberante, título que la convirtió en la primera mujer en presidir el cuerpo. En 1999 fue reelecta y se desempeñó hasta 2003, cuando dejó la función pública para dedicarse a la actividad privada.
“Aun teniendo posibilidad de ser reelecta, no quise saber nada porque siempre he pensado que para quien hace las cosas con responsabilidad, tiene vocación política y de servicio, cuatro años es poco pero ocho es mucho y realmente sentía el cansancio”, evaluó.
Diez años después de aquella experiencia volvió a ocupar una banca al ser electa por el Frente Renovador, espacio encabezado por Sergio Massa, y fue “como si nunca me hubiera ido, no solo porque me encontré con algunos problemas viejos que seguían vigentes sino porque encontré el mismo estilo de trabajo y de respeto”.
Siempre desde la oposición, destacó en ambos su capacidad y vocación de hacer por Tandil, pero tuvo reparos en cuanto a la falta de “militancia y conocimiento político” de uno y el “no escuchar más a la oposición” de otro.
Sostuvo además que Zanatelli hubiese sido un “excelente” jefe comunal en este contexto a la vez que objetó la permanencia en el cargo de Lunghi, que inició el tercer año de su cuarto mandato. “La alternancia es buena”, dijo, y valoró la implementación de la normativa provincial que limita las reelecciones.
En una entrevista con El Eco de Tandil, la dirigente massista abordó su tarea como concejal en dos contextos completamente distintos y analizó los perfiles de ambos mandatarios, sin descartar un eventual regreso al Deliberativo.
Su paso por
el Concejo
-¿Cómo fue que resultó electa presidenta del Concejo Deliberante?
-Creo que todo tiene que ver con una predisposición natural al esfuerzo y al trabajo. Venía de presidir el bloque justicialista y de haberme convertido por primera vez en una mujer que presidía un bloque, que encima era muy fuerte y tenía personalidades de la política muy número uno. Incluso, en algunos tramos de mi gestión, fui la única mujer. En aquel entonces no era fácil llegar a determinados lugares de participación. Pero creo que ayudó mucho la experiencia y el trabajo con el resto de los bloque, el consenso.
Y fui la primera mujer también en presidir el Concejo Deliberante, siendo todos varones. Tuve mucho acompañamiento y fortaleza en mis decisiones y en lo que tenía que hacer.
-¿Qué cambió en estos 20 años?
-Iría un poco más lejos y pensaría en los 34 años de democracia. Siempre he visto un hilo común en los intendentes que hemos tenido pero también muchas diferencias. Todos hacemos lo mejor que podemos con las circunstancias que tenemos. Y están dadas por el contexto, que puede ser económico o político.
Américo Reynoso, del ’83 al ’87. Veníamos de una dictadura y había que empezar de cero en todo. Tuvo la habilidad de trabajar con los concejales de aquel entonces y pudieron llevar a los tirones una gestión que era difícil.
Después, Gino Pizzorno tuvo cosas similares pero con un agravamiento en la parte económica porque en la época de (Raúl) Alfonsín se llegó a tener el cinco mil por ciento de inflación, lo que motivó la salida antes del cumplimiento de su mandato. A su vez, se le quita a la Provincia su coparticipación e impactó en los municipios. Era una realidad económica dificilísima.
Cuando asumió Julio Zanatelli, que después fue electo en dos oportunidades más, se encontró con tarifas muy atrasadas producto de esta debacle económica. Llegó el uno a uno, donde no podías aumentar los gastos pero tampoco las tarifas. Así y todo tuvo una impronta hacedora muy interesante, pero siempre pongo como lo más importante de su gestión el haber hecho tres avenidas, una por cada período.
En 2001, cuando ocurre la renuncia de (Fernando) De la Rúa, era concejal y fue un período muy difícil, económica y políticamente.
En la provincia, Felipe Solá comenzó con algo que favoreció después al intendente Lunghi, que fue la creación de la ley de descentralización administrativa, tributaria, que hacía coparticipar a los municipios. Y después continuó (Daniel) Scioli con el Fondo Sojero y demás.
En estos cuatro años de mandato hemos visto la cantidad de dinero que ingresa a las arcas municipales de la Provincia y la Nación, independientemente de quién esté en el Gobierno. (Miguel) Lunghi ha caído en una etapa beneficiosa para él que también tiene su impronta.
Miro el contexto que tuvo cada uno para entenderlo, pero todos han tenido su propia impronta, buenas personas, vecinos de Tandil que piensan mucho en Tandil, y eso está muy bien. No habla mal de Lunghi que diga que tiene recursos extraordinarios; habla muy bien de los demás que han sabido administrar municipios en situaciones muy duras.
El vínculo con
los intendentes
-¿Cómo era la tarea legislativa hace 20 años y ahora?
-En comparación, era absolutamente distinta. Zanatelli tenía una gran capacidad para pasar por cualquier partido político y además no entendía mucho qué era eso del Concejo Deliberante, quizás por su formación militar o por haber sido intendente de facto otrora. Pero lo cierto es que tuvo la astucia de entender lo que muy pocos entendieron. Llegó a no tener bloque propio, a tener a los 20 concejales como si fueran todos de la oposición, pero se dio cuenta que teníamos el ciento por ciento de la representatividad política de la ciudad y él solo una parte, que era la mayoría que le daba la legitimidad para ser intendente.
Entonces subía prácticamente todo el tiempo al Concejo, se nutría de todas las voces y así llegaba a las distintas porciones de la sociedad.
El Concejo cuenta con gente que tiene un poco más de sentido común y los idiotas de siempre, que son aquellos que creen que ser oposición es oponerse a todo y eso no sirve. Los otros saben que no solo el Concejo controla sino que también legisla. Y cuando un intendente tiene una apertura mental para darse cuenta lo que sirve y lo que no, toma lo mejor y lo lleva adelante. Eso hacía Zanatelli. Además, mandaba a sus colaboradores para que explicaran distintos temas, de salud, económicos, y en el medio de la reunión aparecía y retaba a sus funcionarios porque no escuchaban a la oposición.
-¿Y con Miguel Lunghi?
-Es algo muy distinto al actual porque el intendente Lunghi tiene mayoría absoluta y eso no es bueno. Se termina transformando en una escribanía; escucha poco, cajonea algunos proyectos que son de la oposición y eso es malo porque no lo ayuda a él ni a la ciudad.
Desde la mayoría oficialista se acostumbraron a mandar todo al Departamento Ejecutivo, que directamente lo cajonea. Y no sé si el Intendente conoce esos proyectos y a qué avanzan porque sino serían de gran ayuda para muchos temas de la ciudad.
-Y muchas veces se le cuestiona al Intendente que solo sube al Legislativo para la apertura de sesiones ordinarias…
-Exactamente. En estos cuatro años, además de en alguna reunión protocolar, lo vi solamente el 1 de abril. El oficialismo dice que no necesita subir porque tiene mayoría pero eso no habla bien de la figura del Intendente, precisamente porque hay que reconocer que ahí están todas las voces representativas.
Desde una figura muy militarizada pasamos a tener un consenso y un diálogo no previsto en aquel entonces, y ahora con una figura que viene de la Unión Cívica Radical, donde siempre se habla de la democracia, no hay diálogo con el Intendente prácticamente. Es más, a los propios concejales del oficialismo les cuesta acceder. Esa quizás es la paradoja de comparar dos gestiones, a pesar de lo diferente de los contextos. u
“Siempre estoy volviendo”
Con la perspectiva que da el tiempo, Beatriz Fernández miró su paso por el Concejo Deliberante en sus primeros dos mandatos y su regreso, diez años después de haber dejado su banca.
“Hace 20 años le dedicaba mucho tiempo y horas de mi vida; dejé mucho de lado mi actividad privada pero también lo que a mi juicio es lo peor de la política, me fui alejando de la realidad”, resumió. A ese último aspecto “lo aprendí después que me fui y lo apliqué cuando volví”, por eso “me sentí como si no me hubiera ido nunca. Sabía lo que tenía que hacer ahí adentro y con la sociedad”.
Y también “uno aprende con los años, es evidente, sobre todo a ser moderado. Hoy me siento mejor para la función pública que hace 20 años”, confesó y si bien admitió que transita por otra etapa de su vida, no descartó postularse nuevamente para ocupar una banca. “Siempre estoy volviendo”, respondió, a un mes de haber culminado su mandato. u
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