El Ejecutivo cerró el sumario por una denuncia sobre agresiones de agentes de Control Urbano
A partir de un decreto, el intendente Miguel Lunghi ordenó la clausura de la instrucción del presumario administrativo, que se había iniciado en 2015, a partir la denuncia de un vecino por presuntas agresiones de un inspector de la Dirección de Control Urbano Vehicular. Desde el área de Legal y Técnica consideraron que no surgieron elementos suficientes para avanzar en la investigación y deslindar responsabilidades.
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Desde la instrucción, que había comenzado en abril de 2015, señalaron que se solicitaron informes y se tomaron declaraciones testimoniales con la presunción de que podrían aportar datos relevantes para el esclarecimiento de los hechos. Sin embargo, Mauricio Baldovino, funcionario a cargo de la investigación, concluyó que “no obstante las medidas adoptadas, no surgen elementos suficientes que permitieran avanzar desde las dependencias municipales en una investigación a fin de esclarecer los hechos y deslindar las responsabilidades del caso”.
Por ese motivo, le recomendaron al Intendente avanzar con el acto administrativo que ponga fin a la instrucción, medida que también fue refrendada por el secretario de Gobierno del Municipio Oscar Teruggi.
El caso
El 27 de mayo de 2015, José Luis Pereira denunció ante El Eco de Tandil que había sido agredido por un inspector, en el abdomen y en su cara, además de haberle abollado el auto. La víctima relató que el conflicto se desató a partir de una multa por mal estacionamiento y solicitó una sanción para el empleado municipal.
Por ese entonces, Pereira explicó que la agresión se suscitó el 15 de abril cerca de la estación de servicio ubicada en Santamarina y Sarmiento. Relató que, al igual que todos los días por la mañana, salió junto a su esposa a vender productos de elaboración propia y bebidas. Como no se sentía bien, se detuvo en la estación de servicios para ir al baño y estacionó sobre la avenida, dejando la mitad del auto sobre una parada de colectivo y el resto en un garaje.
Mientras Pereira se encontraba en el comercio, una inspectora de tránsito se acercó al vehículo donde estaba su mujer y le comenzó a hacer la boleta porque no tenía los papeles correspondientes. En ese momento y al divisar tal situación, el hombre volvió al lugar para consultarle el motivo y la inspectora le indicó que estaba mal estacionado, “por lo tanto, se la acepté porque tenía razón”.
Además, la agente le solicitó la licencia de conducir, el seguro y el matafuego, y Pereira le entregó un papel que le otorgó el banco en el que constaba una prenda sobre el auto y donde figura el seguro. “Me dijo que eso no me servía, pero el expliqué la situación y le advertí que lo tenía pago porque es parte de una prenda”, indicó Pereira.
En ese momento, la inspectora llamó por handy a dos compañeros, quienes llegaron en una camioneta del área de Tránsito. “Uno de ellos se me acercó a un centímetro de la cara y me empezó a gritar, así que lo empujé y le dije que se corriera. El compañero, que era el que manejaba la camioneta, me pegó una trompada en el estómago y otra en la mandíbula. Después que me pegó, me puso el brazo en el cuello y con la rodilla me abolló la puerta del auto”, describió la víctima.
Pereira agregó que le pidió que lo soltara y el inspector le indicó que debía entregar el auto. Al no acceder al requerimiento, se acercó hasta el lugar el director de Control Urbano Vehicular, Walter Villarruel, con quien también discutió.
En ese entonces, el vecino informó que había realizado la denuncia policial y que lo revisaron en el Hospital Ramón Santamarina, donde el médico de policía le diagnosticó lesiones leves. Sumado a eso, presentó una carta al Ejecutivo por mesa de entrada y otra a la Comisión de Derechos Humanos del Concejo Deliberante.
Por último, Pereira confirmó que era empleado municipal pero en otra área y recordó que cuando lo tuvieron que sancionar por salir del lugar de trabajo para comprar papel higiénico porque no se lo proporcionaban, le dieron 15 días de suspensión y “a este señor por pegarme dos piñas no le hacen nada”.
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