OPINIÓN
Campañas idénticas, evaluaciones opuestas
Las dos más recientes campañas de Santamarina, la anterior y la actual, son las que llevaron al aurinegro a su situación vinculada con la lucha por evitar el descenso.
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Son, en juego y en números, las peores del aurinegro desde que llegó a la B Nacional allá por 2014.
El ciclo 2017/18 se cerró con 24 puntos en igual cantidad de partidos, en último puesto junto con Flandria. Obtuvo el 33.33 por ciento de las unidades que hubo en juego.
Aquel equipo dirigido por Héctor Arzubialde fue desdibujándose con el correr de las fechas y cayó al fondo de la tabla, aunque contaba con la tranquilidad de no tener que mirar los promedios de descenso, principalmente gracias a la campaña de 2015 a cargo de Gustavo Coleoni.
A su vez, el propio Arzubialde tenía un cómodo colchón en la consideración general, ya que en la temporada anterior (2016/17) había comandado la mayor parte de la campaña, tras suceder en el cargo a Mauricio Nosei. Fue un agotador torneo en el cual Santamarina compartió el séptimo escalón con San Martín de Tucumán. Sus números no fueron espectaculares (15 victorias, 16 empates, 13 derrotas), pero sí mucho mejores que lo que vendría.
Daba y da gusto escuchar a Arzubialde, un cordobés de Alta Gracia con larga trayectoria, andar pausado y conceptos claros, que hoy comanda a Estudiantes de San Luis. “Conocedor de la categoría”, lo etiquetaron de inmediato los que gustan de resumir todo en tres o cuatro palabras.
En Tandil, lo sucedió su comprovinciano Guillermo Pereyra, de Río Cuarto, novato en la función. Llegó al club cuando estaba resuelto que no habría descenso de categoría, y luego debió reinventarse para encarar la campaña al modificarse esa situación reglamentaria.
Sus números al frente de Santamarina son muy malos: 21 puntos en idéntica cantidad de cotejos. Es decir, 33.33 por ciento de las unidades en juego. Exactamente iguales a los de Arzubialde.
Pereyra también habla pausado y tiene conceptos claros. Pero la evaluación que realizan los hinchas sobre él (con el riesgo que conlleva englobar a todo el público) es totalmente opuesta a la de su antecesor. Para muchos de ellos es “improvisado”, “misterioso”, “caprichoso”, “soberbio”. Y también, “desconocedor de la categoría”. Calificativos exactamente antagónicos a los que le confieren a Arzubialde.
Mientras tanto, la única verdad irrefutable del fútbol seguirá estando dentro de la cancha. Sus respuestas, como siempre, deben ser dadas por los jugadores.